Asuntos sin solucionar
Catalá tiene problemas pendientes: trafico, iluminación, limpieza...
La construcción de la vía ciclopeatonal entre los barrios de Nazaret y Moreras, anunciado por la alcaldesa de Valencia, cambió mi sensación de paralización en ... la gestión capitalina, una impresión, por cierto, generalizada en muchos ciudadanos que me relaciono. «A ver si Catalá se pone el mono de faena y se nota finalmente el cambio en la gobernación municipal y, además de esta infraestructura necesaria, acomete los problemas del tráfico, iluminación, limpieza, plaza del Ayuntamiento, entre otros, que tanto afectan a los contribuyentes y a la imagen capitalina» fue el comentario entre mi amigo Rogelio y yo.
El tráfico, la luz y la limpieza no son meros servicios urbanos. Son el espejo en el que una ciudad se mira. De ellos depende su funcionamiento y la percepción de sus habitantes y visitantes. Son apreciaciones que percibo en las ciudades que viajo.
El caos para los vehículos aumenta conforme pasa el tiempo. Es verdad que siempre ha sido un punto polémico para cualquier gobierno. Pero este deterioro es, según Rogelio, «como si el PP tuviera en el centro de control un infiltrado de Grezzi» cuya obsesión se centraba en el ataque a los conductores privados. Una buena gestión de la movilidad evita atascos y mejora la calidad del aire, el comercio y el estado de ánimo de conductores y viandantes. No se trata sólo de eliminar coches. Eso ha de venir con una organización inteligente, oferta de transporte público eficiente y alternativas sostenibles para las personas.
Respecto a la iluminación, quizá no sea objetivo. Me gusta la luz. Me da confianza. Añoro los tiempos de Juan Vicente Jurado en los equipos de Rita. La luz urbana es otro signo de identidad. No es un lujo. Es seguridad, actividad y vida. En tiempos de ahorro energético, muchas ciudades han optado por la penumbra. Es la apuesta, al parecer, de este Ayuntamiento.
La limpieza, una vara de medir que dice mucho sin hablar. Las calles limpias inspiran respeto; las sucias, indiferencia, como algunas de Valencia. Para solventarlo, influyen los recursos económicos, mayor dotación para la recogida de basura. Pero también la educación cívica. Una ciudad puede tener los mejores servicios de recogida, pero si sus vecinos no cooperan, el esfuerzo se diluye. Aquellos anuncios «Mantenga limpia España» pueden servir de base.
Finalmente, la plaza del Ayuntamiento y el proyecto de la Estación del Norte y Parque Central constituyen probablemente el salto de calidad definitivo de Valencia.
Catalá y su equipo saben que una ciudad se mide por cómo circula, cómo brilla, cómo se cuida, cómo se ve. ¡Ah!, de los patinetes escribiré otro día. Así es la vida.
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