Talla única en el teatro educativo
En algún momento, los responsables políticos del centro derecha tendrán que analizar el modelo educativo de las últimas décadas. En algunas comunidades donde gobiernan, parece ... que no tienen prisa y se limitan a gestionar las partituras educativas de la izquierda. En lugar de analizar el argumento de la obra que se está representando, la derecha que gobierna en algunas comunidades se está limitando a reponer los muebles del escenario, a cambiar algunos decorados y arreglar las butacas del patio para que el público se acomode. ¿Alguien conoce el modelo educativo que propone el equipo de los populares?, ¿qué propuesta educativa presentará el equipo de Feijóo en el próximo congreso?
La profesora Inger Enkvist podría darles alguna pista, ha publicado un ensayo que lleva por título 'La buena y la mala educación' (Encuentro), donde levanta acta de un modelo educativo que no funciona. No se refiere únicamente al modelo español sino al de aquellos países que han dejado de centrar su sistema educativo en la transmisión del conocimiento. Son modelos que se han centrado en la socialización de los jóvenes o la igualdad entre los alumnos. A juicio, han sido modelos industrializados por una pedagogía de la talla única, es decir, por un sistema que en lugar de centrarse en la transmisión de los conocimientos pretendía reducir las diferencias y los problemas sociales. También es de las que piensan que los últimos cambios legislativos son simples retoques de la Logse: «impera la socialización sobre el conocimiento. Se trata de hacer que los alumnos alcancen el máximo nivel de igualdad posible, no de que aprendan lo más posible. Lo que ha traído consigo una mentalidad de relativismo y sospecha hacia el conocimiento».
Si los populares centran todas sus propuestas en la dosificación del uso de pantallas en los centros, irán en buena dirección porque, según los borradores del próximo informe Pisa y otras investigaciones neuroeducativas, ha sido un error introducir pantallas y dispositivos en las aulas. Ahora bien, la sociedad española no sólo necesita 'policías de pantallas', sino propuestas socio-educativas serias que no introduzcan en aulas, centros y mentalidades problemas culturales innecesarios (género, adanismo cultural, agenda woke). No basta coordinar rectores y autonomías para parchear una selectividad imparcheable. El nuevo escenario social, cultural y político exige dejar claro a las nuevas generaciones que la mejor forma de defender los valores democráticos pasa por desterrar el modelo de escuela como parque temático de atracciones. Es necesario ganar elecciones, pero más urgente aún, una clarificación ética desacomplejada del rumbo educativo y social.
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