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La arena de la playa, el escenario perfecto para practicar yoga

La arena de la playa, el escenario perfecto para practicar yoga

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Jueves, 26 de julio 2018, 19:12

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Los pasados 20, 21 y 22 de julio, el Grao de Castellón acogió una nueva edición del Festival de Verano de Yoga Playas de Castellón, que este año ha llegado a su sexta edición con un notable éxito de público, demostrando que el entorno de la playa es el escenario perfecto para la práctica del yoga.

En una región que vive del mar como es la Comunitat Valenciana es normal que la playa y el mar sean el centro de cualquier actividad en la naturaleza. De esta forma, son multitud las oportunidades que hay para practicar yoga en verano en playas como las de la ciudad de Valencia, algunas de ellas incluso gratuitas. «Estaba acostumbrada a practicar en casa y, como vivo cerca de la Malvarrosa, empecé a bajar por las mañanas a practicar», cuenta Marta, yogi desde hace algo más de cinco años. «Mi sorpresa fue que hay grupos organizados que quedan por las mañanas para hacer clases de alrededor de una hora e incluso desayunar, un ambiente perfecto, lleno de paz, tranquilidad y armonía, que es lo que precisamente iba buscando», cuenta de su experiencia.

Pero, ¿qué tiene el yoga en la playa que ha convertido los amaneceres -y también los atardeceres-en un viaje hacia el interior y a la transformación del propio cuerpo? Desde el punto de vista médico, los expertos reconocen que al practicar yoga en la playa, igual que cualquier actividad deportiva, producimos vitamina D únicamente por estar expuestos a la luz solar y al aire libre. Además, al respirar aire fresco y limpio se mejora la oxigenación de la sangre y se limpian los pulmones. «Lo bueno que es estar en la playa, aunque sea urbana, tu cuerpo lo nota cada vez que coges aire en tus pulmones», reafirma Marta.

Desde el punto de vista de la propia práctica del yoga, los amantes de esta disciplina destacan que, a pesar de que la arena es una superficie inestable y cuesta más practicar algunas posturas, se trabaja más la parte muscular, lo que permite encontrar la estabilidad y equilibrio. Los movimientos de la arena obligan al cuerpo a realizar pequeños ajustes constantemente, con lo que se activan algunos músculos que no se suelen usar habitualmente para algunas posturas. De esta forma, la arena es la superficie perfecta para practicar posturas invertidas sin miedo a caerse y hacerse daño.

El entorno, con poca gente, ruido blanco y con los movimientos del mar de fondo favorecen la concentración, esencial para aislarse mentalmente de todo lo que rodea a quienes practican yoga. «De hecho, es lo que más valoro, poder desconectar del todo gracias al sonido y la brisa del mar», destaca Marta. El ritmo del mar y de la brisa suelen formar parte de la rutina y pueden servir para marcar el ritmo, buscando sintonía entre respiración, cuerpo y naturaleza.Para aprovechar todo esto al máximo, la recomendación de los expertos es acudir lo más temprano posible, a poder ser con los primeros rayos del sol, huyendo del calor y los primeros bañistas.

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