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Si fue el último partido femenino de la Fonteta, gracias por el espectáculo. El Valencia Basket supo sufrir en un duelo que siempre tuvo controlado ... pero donde el Casademont Zaragoza llegó a ponerse 66-65 para, con un ambiente tremendo, conseguir la primera victoria de la final de la Liga Femenina y asomarse a un triunfo de su triple corona liguera. Si fue el último partido femenino de la Fonteta, siempre será recordado como uno de los que tuvo mayores decibelios en la grada. Y 6.508 personas en sus butacas. Una cifra que, repasando la hemeroteca, también aparece en buen lugar. Rubén Burgos, que ha vivido los ocho títulos del equipo taronja, estuvo al quite cuando fue preguntado al respecto: «Se ha parecido el ambiente a aquel partido por el ascenso contra el Celta. El carácter de nuestras jugadoras viene de ahí, de ese apoyo de la afición que es determinante». En efecto, la adrenalina que llegó desde la grada recordó aquella tarde donde Raquel Carrera vestía la camiseta rival y comenzó la historia en la Liga Femenina del Valencia Basket. Con la máxima asistencia de la historia en un partido por el ascenso. Una cifra que tiene visos de no ser superada en muchos años.
Pero si fue el último partido femenino de la historia de la Fonteta, esa misma historia se merece que en estas líneas no se hable sólo del Valencia Basket. A la historia hay que respetarla porque sin memoria no hay futuro. Si fue el último, siempre recordaremos al Dorna Godella ganar una Copa de la Reina al Gran Canaria, en 1995 por 65-46, en una edición que Miki Vukovic logró traer a Valencia porque prometió a los políticos que si pagaban el canon iban a ganar el título. Cumplió su palabra. En la misma Fonteta donde Diana Taurasi, posiblemente la mejor jugadora de la historia, conquistó la Euroliga en 2010 con el Spartak de Moscú. La Fonteta donde el Ros Casares celebró Ligas, la Serbia de Sonja Vasic ganó un Eurobasket o el Valencia Basket le ganó una Supercopa de Europa al Ekaterimburgo, en 2021, en un título que es posible que nadie le haya dado el valor que tiene. Ahora que estamos cerca de que se baje el telón, aunque también es posible que quede un último partido, es cuando se pondrá todo en valor. Como reconoció en la previa del encuentro Alba Torrens en este periódico, el pabellón de Hermanos Maristas es tan histórico que sus asientos guardarán para siempre miles de historias.
Dicho esto, para que haya sido el último el Valencia Basket tendrá que ganar en Zaragoza el domingo. No va a ser sencillo. Lo dicta la lógica de las más de 10.000 personas que van a llenar el Príncipe Felipe y la garra del equipo de Cantero, que en un partido que perdió en valoración por 103-59 llegó a poner a la grada al borde del infarto cuando Mariona Ortiz anotó el 66-65. Una falta de tres tiros forzada por Turner (69-65), una buena defensa con el suelo de la Fonteta temblando con ese sonido tan Fonteta que sacan los pies traqueteando la grada supletoria, y una posterior canasta de Iagupova (71-65) fueron el oxígeno para certificar el 1-0 en la serie.
Cuando una estadística refleja al descanso un 57-19 en valoración pero en el marcador, lo que importa, pone un 37-24, el equipo que va ganando tiene que seguir con la máxima concentración para pulir los detalles que le impidieron que la renta favor reflejara la aplastante superioridad que se vio en la pista entre el Valencia Basket y el Casademont Zaragoza en la primera parte del estreno de la final. En intensidad, dominio del rebote y en la pintura donde Alexander (10 puntos y 17 de valoración), Mavunga y Carrera hicieron casi lo que quisieron. En el 12-28 en los tiros de dos y el 15-36 en tiros de campo de las taronja está una buena respuesta. La falta de acierto, ante un equipo maño que se refugió en una zona para evitar la masacre en la pintura, impidió a las de Burgos encarrilar el primer punto de la serie al descanso.
La presencia de Alexander en pista fue la más diferencial del partido. Más allá de los 18 puntos y los 24 de valoración de la canadiense, su superioridad antes las interiores del Casademont fue evidente. Con ella llegaron las reacciones cuando las de Cantero se acercaban demasiado (39-29 o 56-47 ya en el último cuarto). Es cierto que las taronja nunca encontraron la fórmula para sentenciar el encuentro antes del final dramático (con un 28 de 63 en tiros de campo es complicado hacerlo) pero cuando Nystrom silenció a la grada con dos triples seguidos, 61-58, ese poso de veteranas en las finales fue clave para amarrar un triunfo donde Pedro Martínez, Sergio De Larrea o Jaime Pradilla sufrieron como tres más. El tifo con el que arrancó el partido, nunca se sabe si será el último de la Fonteta, también simbolizó un triunfo donde Rubén Burgos le puso voz: «Un partido de la final tiene que ser así de vibrante, con los aficionados de los dos equipos que espero hayan disfrutado del juego. Hemos seguido el plan de partido en defensa en la primera parte pero no abriendo toda la brecha necesaria que podíamos haber tenido. El Zaragoza, que es un gran equipo, ha vuelto y afortunadamente no han culminado la remontada». El ambiente, sin ningún incidente entre aficiones, y el buen rollo de las jugadoras de los dos equipos saludándose tras el choque también puede ser, si lo es, una bonita última postal.
Valencia Basket: Turner (12), Fiebich (8), Iagupova (5), Fingall (12) y Alexander (18), cinco titular, Romero (7), Flórez (-), Dembele (-), Torrens (-), Carrera (4) y Mavunga (9).
Casademont Zaragoza: Ortiz (12), Mané (2), Nystrom (10), Mawuli (14) y Hempe (7), cinco titular, Pueyo (5), Flores (-), Oma (6) y Evans (9).
Parciales: 21-12, 16-12 (37-24), 17-21 (54-45) y 21-20 (75-65).
Árbitros: Zafra, Checa e Ibáñez.
Incidencias: 6.508 espectadores.
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