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El nuevo estadio de rugby de Kamaishi después del tsunami de 2011 AFP
El Mundial vuelve a dar vida a una ciudad devastada por el tsunami
Rugby

El Mundial vuelve a dar vida a una ciudad devastada por el tsunami

Kamaishi perdió a casi mil de sus habitantes en 2011 por un desastre natural

afp/colpisa

Kamaishi

Lunes, 20 de agosto 2018, 16:45

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Cuando dentro de poco más de un año la ciudad japonesa de Kamaishi acoja el Mundial de rugby, la emoción será intensa para sus habitantes, quienes perdieron a más de un millar de vecinos durante el tsunami de marzo de 2011. El estadio, construido sobre las ruinas de dos escuelas barridas por el maremoto pero cuyos más de 400 estudiantes sobrevivieron huyendo dos kilómetros hacia la montaña, fue inaugurado este domingo en esta antigua ciudad minera del nordeste del archipiélago nipón. Un poderoso símbolo de esperanza y de resistencia.

A veces llamada la «ciudad del rugby» por su relación con el balón oval, Kaimishi y sus 34.000 habitantes se han volcado con el deporte para encontrar la fuerza para recuperarse del desastre. Al inicio de los años 80, el club local, Nippon Steel Kamaishi RFC, se anotó siete títulos nacionales consecutivos, ganándose el apodo de 'los hombres de hierro del norte'. Los 'Kaimashi Seawaves' han tomado su relevo, y la ciudad se ha unido en torno a este equipo tras el trauma del 11 de marzo de 2011.

«Corred»

En Kamaishi, los souvenirs de la catástrofe están por todos lados. Desde el nuevo estadio, el Kamaishi Unosumai Memorial Stadium, parten dos rutas de escape que serpentean las colinas, y a algunas centenas de metros del terreno de juego, los obreros reconstruyen los diques de protección. Las señales recuerdan el nivel alcanzado por la ola, y un conmovedor monumento llama a no olvidar: «Corred, corred hacia la zona alta... y decid a las futuras generaciones que un tsunami ha llegado hasta aquí». Cuando el terremoto se hizo sentir, Akiko Iwasaki, propietaria de un ryokan (albergue tradicional japonés) que da directamente al océano, intentó huir, recordando los consejos de su abuela cuando era pequeña. Pero apenas había llegado al parking fue atrapada por una pared de agua que arrastraba coches y un microbús.

«Teníamos una magnífica playa de arena blanca. La perdimos y casi todos los edificios fueron destruidos», recuerda la enérgica mujer de 62 años, quien milagrosamente sobrevivió. Iwasaki reconstruyó su hotel gracias a la ayuda de voluntarios extranjeros, y ve en el Mundial de rugby la oportunidad de agradecérselo y de hacerles descubrir la belleza de esta montañosa región. «Para nosotros, la Copa del mundo aporta un sentimiento de esperanza, abre una puerta hacia el futuro. Verdaderamente queremos acoger este evento para ofrecer esperanza a los niños», confía.

«Excelente alcohol»

Takeshi Nagata, 35 años, ex medio scrum de los Seawaves también se felicita por la idea de recibir a miles de amantes del rugby en la segunda mitad de 2019. «En el momento del desastre, recibimos tanto apoyo de otra regiones de Japón y del extranjero, que tenemos ganas de mostrar a todo el mundo que estamos bien y que hemos sabido levantarnos», afirma. El estadio, con una capacidad para 6.000 espectadores, será ampliado para la ocasión: 16.000 aficionados podrán presenciar el partido Fidji-Uruguay previsto para el 25 de septiembre de 2019 y un encuentro que enfrentará a Namibia contra un rival todavía por determinar el 13 de octubre.

Durante el partido inaugural del domingo, los Seawaves perdieron 29-24 frente a Yamaha Jubilo, un club de primera división nipona al que pertenece Ayumu Goromaru, una de las estrellas en el sorprendente recorrido de Japón en el Mundial-2015. Los nipones habían causado sensación superando a los Springboks. «Estar hoy aquí era muy importante para nosotros», dijo, lleno de entusiasmo a un año para la competición. «Desde que logramos en 2015 una victoria histórica (contra Sudáfrica), los aficionados del rugby han aumentando mucho en Japón y recibir la próxima Copa del mundo no hace más que acentuar ese interés», destaca el full-back. Pero los seguidores extranjeros, ¿viajarán hasta Kamaishi, situada a cuatro horas y media de Tokio en tren? El exjugador no tiene la más mínima duda: «Aquí tenemos excelente alcohol», sonríe.

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