Una hora en Nueva Orleans con Woody Allen
Los solos de clarinete del neoyorquino fueron los más aplaudidos de un público entregado de antemano
Antonio Gilgado
Miércoles, 31 de diciembre 2014, 08:57
Se ha dicho tantas veces que la talla musical de Woody Allen es inversamente proporcional a la cinematográfica, que cuando se anunció el concierto de su banda en Badajoz parecía que en realidad sobre el escenario del Manuel Rojas iban a subirse un grupo de aficionados. Pero los más de sesenta minutos de jazz que ofreció ayer en el Palacio de Congresos fueron una sucesión de melodías de black gospel de las que se escuchan poco por estas latitudes.
La propuesta musical de los amigos de Allen -nunca habla de mi banda, siempre dice mis amigos- poco tiene que ver con los ritmos que cada año vienen al Jazziberia. Con Allen todo es sobrio. Sobria fue su breve reunión con Monago y Fragoso unos pocos minutos antes de subir al escenario. Con pantalones holgados de pana marrón, las dos manos en los bolsillos y mirando al suelo escuchó los piropos que Monago y Fragoso le despacharon.
El presidente de la Junta le recordó algunos eventos musicales como el Womad de Cáceres, el Contempopránea o el Badasom y le regaló un libro, 'Bienvenido de nuevo', porque en realidad él ya había venido muchas veces a Extremadura con sus películas y Fragoso le contó que Badajoz es una ciudad con fado y flamenco como principales referencias musicales, pero en la que cada vez tiene más importancia el jazz.
El director agradeció la propuesta de la Junta para actuar en Badajoz entre los conciertos de Mónaco y Barcelona. «Estamos aquí para que más gente disfrute del jazz porque este tipo de actos favorecen al jazz». Sobria fue también su salida al escenario del Manuel Rojas. Pasaban las ocho y media de la tarde cuando el pianista de la banda empezó su solo con las luces todavía encendidas y parte del público acomodándose.
A oscuras, por el lateral izquierdo del escenario y en mitad de una nube de móviles que le apuntaban desde el auditorio llegó al centro de la escena. Se sentó en la silla y antes de que hubiera cogido el compás con el clarinete al pianista se llevó su primera ovación. Ya en la segunda pieza, tras su primer solo, se levantó y saludó al público.
Sobrio fue también el repertorio de la New Orleans Jazz Band. Los ritmos melódicos de los seis músicos recordaron en algunos momentos a los cambios de escena de 'El golpe', con Paul Newman y Robert Redford. La famosa película está ambientada en los años treinta y las piezas de ayer de los amigos de Allen parecían extraídas de esa época, de lo que se escuchaba entonces en Nueva Orlens.
Sin partituras y con dos micrófonos de ambiente se alternaban los solos. Los primeros del clarinete fueron los más aplaudidos, pero conforme avanzó el concierto fue el gran Eddy Davis quien con su banjo condujo el viaje musical en el tiempo.
Davis interpretó también una canción y el pianista, en el segundo bis y como despedida final, también cantó en español. Eso fue una hora y poco después de que empezaran.
Woody Allen se despidió del auditorio pidiendo disculpas por su pronta marcha y deseando a todos un feliz año nuevo. Hay que tener en cuenta que el músico actuó la noche anterior en Mónaco y para esta tarde se le espera en el Liceu de Barcelona para despedir el año. La escala en Badajoz apenas duró unas horas, pero al neoyorquino se le vio como en familia con sus músicos. Con las piernas cruzadas y llevando el compás con el pie izquierdo, su clarinete emergía entre el piano y una sobria batería en cada pieza. Allen se atrevió con agudos y acordes complejos para cerrar sus piezas y aprovechaba las pausas para intercambiar impresiones con Eddy Davis. Llevan tocando juntos varias décadas y en algunos momentos parece que el escenario o la ciudad en la que lo hacen es lo de menos. Davis era una sonrisa permanente y el resto de la banda no se cansó de buscar la complicidad del público en cada improvisación. La banda llegó a las seis y media de la tarde en autobús y una hora después lo hizo el propio Allen, ya en coche y en medio de medidas de seguridad. El músico neoyorquino abandonó el palacio de Congresos a las diez de la noche y la velada para el público continuó con Mili Vizcaíno y su banda en el vestíbulo. Anunciada en un primer momento como telonera, la organización decidió finalmente ubicar a la banda pacense tras la actuación de la New Orleans Jazz Band para que ameanizase un aperitivo para el público en el que se sirvió cava extremeño. La voz de Mili Vizcaíno puso el broche a una gala de jazz promovida por la Junta a la que asistieron el propio presidente extremeño, José Antonio Monago, y varios de sus consejeros, como la titular de Cultura, Trinidad Nogales, y el de Fomento, Víctor del Moral.