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Casanova, antes de un acto de promoción.
Rusia, caleidoscopio de revoluciones

Rusia, caleidoscopio de revoluciones

El historiador Julián Casanova analiza la quiebra del zarismo y la llegada de Lenin al poder en 'La venganza de los siervos'

Álvaro Soto

Viernes, 5 de mayo 2017, 22:27

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La revolución rusa fue «un caleidoscopio de revoluciones», explica Julián Casanova. La revolución de las élites intelectuales, de las clases medias, de los obreros, de los soldados y de los campesinos. Todos ellos eran los siervos que dan nombre al último libro del historiador aragonés (Valdealgorfa, Teruel, 1956), gentes comunes que se alzaron contra un sistema zarista que había dejado de protegerlos y que encontraron en Lenin, o más bien Lenin encontró en ellos, al compañero necesario.

'La venganza de los siervos' (Crítica) es la aportación de Casanova, uno de los historiadores españoles más reputados, a la bibliografía publicada en el centenario de la revolución rusa, que se conmemora en este 2017. Se trata de una obra que trata de contar los hechos de una manera «imaginativa y elegante» («el relato ya está en Google») y analiza en profundidad la quiebra de un sistema zarista que parecía sólido y que sin embargo, se derrumba ante la incapacidad y la sorpresa de sus protagonistas.

«No es que Nicolás II fuera ineficaz, es que estaba fuera de la realidad. Primero, no quiso ensanchar la base política de su sistema y después, no escuchó a sus asesores, que le pedían que no entrara en la primera guerra mundial. Ellos sabían que un conflicto con Alemania podría provocar una revolución interna, pero cuando el zar se va al frente, se encuentra en la retaguardia con una anarquía burocrática en manos de su mujer y de Rasputín. Así se explica que la monarquía de los Romanov, con tres siglos de historia, cayera de un día para otro», explica Casanova, profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Zaragoza y profesor visitante de la Universidad Central Europea de Budapest, acosada actualmente por el Gobierno de Viktor Orban.

Para que la caída fuera tan estrepitosa antes tuvo que haber una desacralización del zar. «Existía en Rusia indignación. ¿Qué es la indignación? La percepción de que alguien que me tiene que proteger porque está hecho para eso no me protege. El zar no me protege, las autoridades no me protegen. Ahí está el caldo de cultivo de la revolución», explica el autor.

 La mecha es la primera guerra mundial. «La revolución rusa no se hubiera producido sin ella», confirma Casanova. La marcha al frente de 15 millones de soldados, la muerte o desaparición en la guerra de seis millones de rusos y la falta de medios de subsistencia acelera una «explosión popular» que se concreta en la revolución de febrero, que el zar no puede reprimir «porque las armas las tienen los soldados en la guerra». ¿Qué hubiera ocurrido si la revolución de febrero hubiera triunfado? «En ese caso, la revolución habría sido una cosa completamente diferente. Rusia no hubiera sido una democracia liberal, que esa es la gran tragedia del pueblo ruso, pero tampoco habría surgido un sistema represivo como el que hubo después», sostiene Casanova.

La revolución de febrero cogió a los principales líderes bolcheviques en la cárcel o en el exilio. Pero pronto Lenin volvió y tomó el mando de los acontecimientos. «Los bolcheviques no solo ganaban apoyo por su política de oposición, sino porque defendían una paz inmediata, una completa redistribución de la tierra entre los campesinos y el control obrero de las industrias», subraya el historiador.

A su juicio, la revolución no acaba aquí. Hay una tercera parte sin la que los hechos no se entienden: la guerra civil que enfrentó a los blancos (protofascistas, hijos de terratenientes) con los bolcheviques. «La guerra contra los blancos fue la 'cubierta protectora' que permitió a los bolcheviques aplastar muchas de las aspiraciones y libertades populares en nombre de la necesidad militar y política», argumenta Casanova, que encuentra en esta época el inicio de la brutalización de la política en Rusia y el nacimiento de un Partido-Estado «que ya nunca abandonó los fundamentos violentos».

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