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Tras seis meses desde que sucedió la tragedia del siglo en la provincia de Valencia, es inevitable no pensar en esas obras que, de haberse ... realizado, tal vez habrían salvado vidas y reducido el impacto económico de los destrozos que provocó la riada del 29 de octubre. Tanto es así que a través del estudio y análisis de estos proyectos redactados desde 2004 y paralizados desde 2010 se puede apreciar que también se tuvo en cuenta la salud del lago de la Albufera. De hecho, el proyecto redactado por la empresa Typsa imaginó la cantidad de fango que podría acabar en el Parque Natural en caso de barrancada y diseñó una de sus actuaciones para evitar que, al menos la mitad de los lodos, se desviaran al nuevo cauce del Turia.
El decano del Colegio de de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos en la Comunitat, Javier Machí, habló con LAS PROVINCIAS de la importancia de realizar estas obras de desvío de barrancos, así como de la necesidad que adquieran un punto de vista global. Por ello, afirma que ya en 2004, cuando se redactaron las actuaciones, se tuvo en cuenta la protección del paraje ante inundaciones. «La Albufera es el gran damnificado desde el punto de vista ecológico de la riada. Tiene un valor esencial para todos, ya no sólo por el patrimonio, también ecológico y medioambiental. Por eso debemos protegerlo«, afirmó el decano.
Por ello, dentro del proyecto de desvío del barranco del Poyo hacia el nuevo cauce del Turia, el estudio encabezado por Machí estudió «la derivación directa de aguas que evitaran que el 46% de los sodios, de los fangos llegaran al lago». Según el ingeniero de Caminos, esto era posible, y en su momento ya se reflejó sobre el papel. Dentro de las tres actuaciones proyectadas sobre la rambla del Poyo, la primera de ellas buscaba buscaba derivar las aguas que no cupiesen en caso de barrancada hacia el nuevo cauce: «Entre Massanassa y Catarroja la capacidad es de unos 800 m3/s. Nosotros establecíamos el umbral de seguridad en los 1.500 m3/s, por lo que los 700 que sobraban eran los que derivábamos«.
En este sentido, Machí explicaba que estas aguas se desviaban «de manera directa para que los sodios en suspensión no colmataran el lago de la Albufera». El ingeniero aseguraba que el proyecto contaba con un vertedero que saltaba a partir de los 700 m3/s para que el resto del agua que llegara también cogiera el cauce actual que llega a desembocar en el lago del Parque Natural. «Así lo diseñamos», confirma.
En este sentido, y de cara a afrontar los proyectos para desviar los barrancos de manera que no vuelva a ocurrir una tragedia de estas características, Machí hizo hincapié que el estudio, análisis y actualización de los proyectos «debe tener un carácter integral y global que tenga en cuenta toda la gran infrestructura de la provincia, así como el patrimonio natural, y en este caso, la Albufera». Machí aseguró que el paraje «es un elemento medioambiental de primer orden a nivel europeo, y todos los trabajos que se proyecten deben tener en cuenta su protección.
Además, Javier Machí advirtió que ante la posibilidad de sufrir nuevas catástrofes, se debe volver a pensar hacer de toda la infraestructura de protección de la Albufera. «Es evidente que los sucesos de octubre hicieron mucho daño al paraje, acrecentado en parte por su entorno. Cuando una zona se inunda, el objetivo es que el agua salga lo antes posible. Ahí es donde hay que poner el foco», explicaba.
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«Donde antes había salidas de agua directas que laminaran las barrancadas ahora hay polígonos, ferrocarril o carreteras. Por ello, al igual que los pueblos hicieron, en parte, de barrera para que todos esos fangos no fueran a parar en la Albufera, también han provocado que se colmaten y no salgan a la velocidad que tocaba, lo que también ha afectado al Parque Natural», insistía.
Por todo ello, el ingeniero invitaba a repensar medidas para que la Albufera quede mejor protegida, aunque avisaba que «que se trata de una situación que hay que analizar muy bien. Por un lado hay que lograr impermeabilizar ciertas zonas, pero por otro hay que conseguir proteger el lago». En este sentido, y como posibles ideas, Machí mencionó la posibilidad de «relajar las motas del barranco una vez supera los pueblos para evitar que todos los fangos acaben en el lago y lo colmaten». Sin embargo, volvía a insistir en la dificultad de averiguar que solución es mejor. «También se ha tenido en cuenta siempre los tanques de tormentas, pero no están hechos para sucesos extremos. Los tanques recogen los primeros minutos pluviales de cauce que arrastran sedimentos, pero es una función anti contaminación, no contra riadas. Hay que repensar toda la infraestructura», sentenciaba.
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