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La selectividad de 2025, que estrena importantes cambios en la estructura, contenido y criterios de corrección de las pruebas, ha empezado este martes para cerca ... de 24.000 estudiantes con los exámenes de Lengua Castellana, Historia de la Filosofía y materias de la fase voluntaria en horario vespertino.
La gran novedad de esta edición es el fin de la máxima optatividad que se implantó con la pandemia. Se acabaron los modelos de examen A o B o la elección entre bloques temáticos, pues por regla general se tienen que contestar todos los enunciados que se plantean. Otra cosa es que se puedan elegir algunas preguntas dentro de estos.
El cambio implica una mayor exigencia, pues ya no se pueden dejar temas sin preparar y a la vez aspirar a la máxima calificación, y hace pensar en que se traducirá en una reducción o al menos estabilización de las notas de acceso a la universidad, que en los últimos cinco ejercicios (desde que llegó esta flexibilidad) han marcado registros históricos. Tanto en la calificación media de la fase obligatoria como en el porcentaje de aprobados.
Además, también se aumenta la penalización por faltas de ortografía y en algunas materias (claro ejemplo es Historia de la Filosofía) han cambiado los currículos, obligando a abordar más temas durante el curso, lo que lógicamente tiene su reflejo en la selectividad. Sin olvidar las consecuencias de la dana en el ámbito académico.
Aprovechando que son muchos los profesores que acompañan a sus alumnos durante la selectividad, LAS PROVINCIAS ha preguntado a docentes de diferentes especialidades qué creen que sucederá. Y el diagnóstico es prácticamente unánime. Eso sí, se recuerda que los cambios afectan a todos, también a nivel estatal, por lo que la bajada que se augura no tiene por qué traducirse en una mayor dificultad para conseguir plaza en la carrera elegida.
«La menor optatividad, al no poder dejar de lado determinados contenidos, hará que acaben bajando las notas de corte, que en los últimos años han sido altísimas», plantea Gracia Granero, docente de un instituto de La Ribera que ha querido estar al lado de sus estudiantes en la prueba de Castellano. «Será positivo, si queremos entender como algo bueno para el sistema que se evite una inflación de los resultados», reflexiona.
El mismo parecer traslada Ana Hernández, compañera de especialidad, aunque en el IES Pla de Nadal de Riba-roja de Túria. «Creo que hay varios factores que pueden modificar esa tendencia al alza. Por un lado los cambios legislativos, pero por otro también la afectación de la dana, con clases perdidas y circunstancias extraordinarias que han marcado el curso», añade la docente, que ejerce en un centro situado en un municipio afectado.
Por su parte, Carmen Carbonell (Lengua Valenciana y Literatura) apuesta más bien por una «estabilización». «El examen ha cambiado en lo que se refiere a competencias y saberes básicos, pero en cierta manera es similar al de otros años, y hemos tratado de trabajar de manera parecida, aunque adaptándonos», explica. «Yo apuesto por una estabilización, algo muy parecido a lo del año pasado», tercia. A su lado, su compañera Ana Pascual (de Lengua Castellana) se decanta más por la minoración, aunque sea ligera. «En nuestra materia los alumnos se enfrentan a determinados autores con más o menos facilidad, y la menor optatividad les puede afectar. Creo que en Castellano bajarán, y si en el resto de materias pasa lo mismo se traducirá en unas notas PAU peores, y por tanto, también en las de acceso a la universidad», reflexiona, antes de incidir en que se trata de una situación que afecta a todos por igual, «por lo que no tiene por qué implicar que lo vayan a tener más complicado que el resto para entrar en su carrera», añade.
Belén Martínez, especialista de Historia de la Filosofía, comparte «la sensación» de que hay una mayor exigencia en las pruebas «que puede repercutir en la nota final», y respecto a su asignatura recuerda que la prueba es más densa que en convocatorias previas al tener que abordar más autores. «En cualquier caso, viendo el examen, creo que los encargados de su diseño lo han tenido en cuenta, porque lo considero asequible», señala.
Tampoco disiente Marcos García, docente de Griego, que recuerda que «venimos de un periodo de mucha optatividad que beneficiaba a la nota, produciendo inflación». Lógicamente, la materia lingüística también verá reducida la posibilidad de seleccionar contenidos.
Por otro lado, se ha pronunciado el coordinador general de la selectividad en la Comunitat, Toni Gil, a preguntas de los medios. Si bien ha reconocido que es complicado hacer una valoración previa, ha aventurado que no se verán diferencias en el porcentaje de aprobados, aunque «sí puede que baje mínimamente, no de manera sustancial», el promedio, pues con la máxima optatividad, «al poder dejar de estudiar una parte venían más preparados», ha concluido.
Por último, si bien no se prevé una mayor competencia entre aspirantes de esta edición en el acceso a la universidad (todos se enfrentan a la mayor exigencia), hay que tener en cuenta que a la preinscripción también pueden concurrir alumnos de años anteriores, teóricamente con más facilidades. La nota de acceso a la universidad, que se compone de la fase obligatoria, el expediente de Bachillerato y los resultados de la parte voluntaria, tiene una validez de tres cursos. Por tanto, pueden pedir plaza utilizando la calificación obtenida en su día aquellos que se enfrentaron a la selectividad en 2023 y 2024.
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