La fecha del 11-S de este año de gracia, y en lo taurino de sequía y pesar para la afición valenciana, quedará marcada por ... el resultado artístico de dos hechos que, por su oportunidad, pueden convertirse en relevantes para la actual situación de la tauromaquia. De una parte, la anunciada reaparición de Alejandro Talavante en el coso francés de Arles; después de una larga vigilia, era esperado con una mezcla de interés y escepticismo. Al finalizar el festejo, y comprobado que se lidió un lote abierto de encastes, Garcigrande, Adolfo Martín y Cuvillo, de juego exigente y de irreprochable presentación, el lance adquiría tintes de acontecimiento. Así que dudas fuera. Ha reaparecido un torero que vuelve a ilusionar a la afición más exigente, y lo ha hecho dándole cancha a Roca Rey, quien en estos momentos luce, por méritos propios, marchamo de primera figura como también quedó reflejado en el coliseo arlesiano. Si lo sucedido en la cada vez más taurina Francia, venía a decirnos que a los anti taurinos, a los malos políticos y a los peores empresarios, se les puede ganar el pulso con imaginación y mucha afición, desde Valladolid, nos llegaba otro mensaje de esperanza. Un joven, casi desconocido para el gran público, Tomás Rufo, tomaba la alternativa y ponía en alerta al planeta toros. Y lo hacía teniendo como padrino al intratable Juli, y al no menos orgulloso, y gran artista, Manzanares. Valor, porte y ambición son las cartas que exhibió el toricantano ante un lote bien presentado y de distinto juego de Garcigrande. Si es gallo de pelea, que todo apunta a que sí lo es, bienvenido sea. Y hay mucho más. Que las figuras no ceden y, entre ellas, Morante de la Puebla sigue sumando éxitos en su particular cruzada buscando la recuperación de encastes olvidados. Su éxito en Salamanca ante los galaches, le siguen dando la razón. Y un dato muy a tener en cuenta: La asistencia de público aumenta a buen ritmo. Amigos, la fiesta sigue.
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