El Santo Cáliz, símbolo de paz y concordia
Con motivo del Año Jubilar, el autor repasa la historia de la reliquia desde la última cena hasta su llegada a la Catedral de Valencia
PASCUAL CASAÑ MUNOZ
Lunes, 2 de noviembre 2020, 07:48
Valencia es el escenario, desde el pasado 29 de octubre y hasta el 28 de octubre de 2021, del segundo Año Jubilar del Santo Cáliz, privilegio que solo lo poseen siete ciudades en el mundo y puede convertirse en una de las capitales mundiales de la cultura y el turismo.
El Cáliz o Grial de Valencia es el vaso que las tradiciones aragonesa y valenciana identifican con la copa que Jesús utilizó en la última cena. El Grial que se muestra en la Catedral consta de tres piezas: la taza o copa de piedra ágata cornalina, finamente torneada, de 7 cm. de altura y 9'5 cm. de diámetro. Es la copa de bendición que utilizaría Jesús. El catedrático Antonio Beltrán, en un estudio llevado a cabo en 1960, le atribuye un origen oriental, como «copa alejandrina» y la data en el siglo I antes de nuestra era. Según ese estudio, el resto del Cáliz fue montado en la Edad Media incorporando un pie con asas de oro realizado por un orfebre cristiano medieval y una base con un cuenco de piedra invertido ejecutado en Egipto o en la Córdoba Califal.
Según la tradición, la reliquia fue llevada a Roma por san Pedro y permaneció allí hasta el pontificado de Sixto II. A raíz de las persecuciones hacia los cristianos, el Papa puso la protección del Grial en manos del joven diácono san Lorenzo, natural de Huesca, quien la hizo llegar a su tierra natal en el año 258.
Desde su traslado a nuestra Península, el Grial estuvo custodiado en diversos lugares de los pirineos aragoneses: la Iglesia de San Pedro el Viejo de Huesca, la Cueva de Yebra, San Pedro de Siresa, San Adrián de Sásabe, Bailo, San Pedro de Jaca y el monasterio de San Juan de la Peña, en este último estuvo hasta 1399. El rey Martín I el Humano lo trasladó al palacio de la Aljafería de Zaragoza, quedando allí desde 1399 hasta 1410, momento en el que se llevó la reliquia a Barcelona con motivo del traslado de su gobierno a esta ciudad.
Su sucesor, Alfonso V el Magnánimo, el 6 de 1432, depositó el Santo Grial en la ciudad de Valencia, en la Capilla del Palacio Real, según se recoge en el documento oficial reg. 9206 del Archivo del Reino de Valencia.
En 1437, Alfonso V precisó dinero para sufragar sus guerras italianas y lo depositó en la Catedral de Valencia, como aval por el préstamo de 40.000 ducados de oro. Como esta cantidad nunca le fue devuelta, el Grial pasó a ser propiedad de la Catedral, donde ha permanecido hasta la actualidad, con excepción de algunos periodos durante las guerras contra Napoleón, que se trasladó a Mallorca e Ibiza, y durante la Guerra Civil, que estuvo escondido en Carlet.
Las menciones al Cáliz de la Última Cena aparecen en el primer canon romano de la santa misa desde el siglo II, y muy posteriormente hacia 1135, en un documento de Ramiro II el Monje. A partir de la entrega del Cáliz a Martín I el Humano por parte de los monjes del monasterio de San Juan de la Peña, en 1399, existe una amplia documentación sobre el mismo.
No se puede afirmar al cien por cien que este Cáliz fuera el utilizado por Jesús. Pero las evidencias científicas nos vienen a decir que, de todos los supuestos griales existentes, el que posee mayores visos de autenticidad es el que se encuentra en la Catedral de Valencia. «Nunca se podrá saber si este Cáliz estuvo en las manos de Jesús pero sí tiene todas las características para que fuera así», afirma el catedrático de Diseño de la Universitat Politécnica de Valencia Gabriel Songel, en su libro titulado 'El Cáliz revelado'. Ninguna investigación ha rebatido hasta el día de hoy el hecho de que la copa superior pudo estar en la Última Cena de Jesús.
El Cáliz es como símbolo de paz entre los pueblos. La modernidad ha secularizado en parte la Copa en el sentido de hacer que la imagen del Grial, además de participar en eventos religiosos lo haga también en la sociedad en general.
En este sentido, el Centro UNESCO Valencia-Mediterráneo ha venido trabajando desde hace años en la idea de que el Cáliz de Valencia, que contiene elementos de diferentes culturas del Mediterráneo, debe considerarse no solo desde el punto de vista de su valor histórico, religioso y turístico, sino también como un símbolo de concordia y paz entre los pueblos.