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HABLAR

Pura vida ·

Ramón Palomar

Valencia

Miércoles, 22 de mayo 2019, 07:42

El momento de agujero negro en la subcultura de las intimidades domésticas entre las parejas provoca el irreversible big bang cuando uno le suelta al otro, así como quien no quiere la cosa pero con cierta condescendencia mosqueante, ese disparo entre las cejas del «tenemos que hablar...». ¿Tenemos que hablar? No cariño, no, prefiero no hablar porque si me dices eso de tenemos que hablar es que quieres romper y, peor todavía, deslizas que has conocido a otra persona en la cafetería, en la oficina, en el gimnasio o en la cola del supermercado. Hablar... ¿Hablar de qué?

Estrecharon sus manos empleando cómplice brevedad y, parece ser, susurraron: «Tenemos que hablar» mirándose a los ojitos. Maldita excepción que rompe la regla, Junqueras y Sánchez, allá en el Congreso, quedaron en hablar de lo suyo, o sea de lo nuestro, es decir de ese probable indulto que asoma su hocico por el horizonte. Pretenden hablar de verdad. Así como otros utilizan ese eufemismo para romper amarras y emprender nuevas aventuras estos dos políticos adoptan el camino contrario que les conducirá hacia un acuerdo beneficioso para ambas sensibilidades. Ese fue el trance de verdadero interés ayer en un hemiciclo reunido bajo la estrambóticas maneras de jurar o prometer. Juro por el sagrado rosario de mi madre, prometo por los afilados juanetes de mi padre... Alardes de infantilismo que nos inspiran escasa confianza y confirman la banalidad de estos tiempos de envoltorios que maquillan las imágenes que los promocionarán durante los telediarios. Les encanta montar el numerito aunque fue Albert Rivera el que les robó la cartera gracias a su parlamento final muy a lo Kevin Costner en 'JFK'. Tenemos que hablar. Ya te digo. Mejor que trabajen desde la seriedad y el silencio pues la recesión amenaza a la vuelta de la esquina.

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