Que Ronda es «una de las ciudades más antiguas y curiosas de España», como la describió el escritor Rainer María Rilke cuando la visitó a ... principios del siglo pasado, no hay duda; como tampoco la hay de que su obra sobre la ciudad del Tajo, la hizo más universal. Igual que también es cierto que dos siglos atrás, fue el torero Pedro Romero, quien al conseguir que la tauromaquia alcanzara máximo auge, influyera en aumentar esa su «curiosidad» al lograr que el histórico palenque maestrante diera cobijo a los festejos taurinos.
Fue a mediados del siglo XVIII cuando se construyó la plaza de la Real Maestranza de Caballería, hoy distinguida como monumento histórico. Hasta aquí breves pinceladas de la ciudad, del marco y de su historia. Pero lo que nos ocupa en este año de gracia es la celebración del LXX Aniversario del doctorado del maestro Antonio Ordóñez, quien ha sido, tampoco aquí debe haber duda de la huella que dejó, además de un grande de la tauromaquia moderna, santo y seña de la corrida Goyesca. El la creó en 1954 y desde 1957 hasta que se fue en 1998, se preocupó de dotarla de esa vitola de excelencia que él ya alcanzó como singular espada en los ruedos. Su marcada personalidad y recio carácter frente al toro trascendieron más allá de los ruedos atrayendo la mirada, y la admiración, de personajes tan universales como Hemingway o Orson Welles, quienes, como Rilke, también fueron atrapados por el embrujo de la Ronda serrana y monumental. Ahora el responsable de cuidar ese gran legado que el maestro dejó a la ciudad que tanto amó es su nieto Francisco y a fe que lo está haciendo con tino. Para rendir homenaje a la memoria de su afamado abuelo, ha programado doble sesión, matutina y vespertina, para el 4 de septiembre. Corrida rondeña de rejones. Toros de Bohórquez, para L. Hernández, Andrés Romero y Lea Vicens; y toros de Jandilla, para Cayetano, Roca Rey y Pablo Aguado. ¡Ronda y la Goyesca, siempre!
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión