À Punt paralizó la adjudicación de varios lotes de un concurso después de detectar que varias empresas habían pactado precios para repartirse algunos de los contratos. Entre ellas, las productoras del hermano del presidente de la Generalitat, Ximo Puig. Es feo que la familia se meta en trapicheos al margen de la ley cuando sabes que el asunto puede salpicar al máximo representante de la Comunitat. De ese hilo se tiró y se descubrió que los hermanos Adell Bover, los socios de Francis Puig, también estaban en ese ajo. À Punt localizó el presunto amaño, dio parte al órgano competente a nivel nacional para que estudiara el caso y este lo remitió a la conselleria de Economía para que resolviera. En los próximos meses se conocerá la sanción si se esta se da. En el reparto indiscriminado de las subvenciones públicas está una de las grandes patatas calientes de este Botánico. Millones de euros que se escapan de las manos. La realidad es que la administración no tiene personal suficiente para fiscalizar que cada euro ha ido a parar al destino previsto. Un ejemplo es el de la Sindicatura de Comptes, que tiene que seleccionar de entre los miles de contratos un número muy reducido para analizar. Una muestra diminuta en la que siempre se halla alguna irregularidad. Sorprende que el Parlamento valenciano, con el rodillo de las mayorías de connivencia, votara en contra de la creación de una comisión de investigación de las ayudas públicas recibidas por Francis Puig y sus socios. De hecho, chirría el hecho de que la conselleria de Educación abra una investigación y exija a los hermanos Adell Bover que devuelvan 200.000 euros y en la Cámara regional el tripartito botánico opte por los pelillos a la mar. La nueva política no nos vendió estas cosas. Ni estas ni las de Oltra, ya me entienden. Al final, poner en marcha el ventilador es el peor síntoma de un parlamentarismo que ha perdido quilates con el paso del tiempo. Si Francis Puig, en este caso, ha recibido más de 300.000 euros en subvenciones pues se cuenta, se investiga y se justifica. Y si los Adell Bover, al grito de «con Ximo nos vamos a forrar», se suben al carro, pues se cuenta y también se investiga y se justifica. La vía más fácil es la de apagar la luz no sea que salga algo. La estrategia es la de dejar hacer a los tribunales porque siempre hay que respetar la presunción de inocencia. Es decir, hay que hacer lo contrario a lo que la entonces oposición y hoy Consell pregonaba a voz en grito y con camisetas en la tribuna de Les Corts. La veda la abrió Oltra, con aquella camiseta de «wanted» de Camps sin esperar a que se sustanciara el proceso judicial. Eran otros tiempos y otros objetivos. La realidad es que se han repartido subvenciones con las manos llenas a amigos, afines y simpatizantes. Para llenar el buche y que suene el bolsillo. Mucho dinero y pocas facturas. Todos nos quedaríamos más tranquilos si se pasara el rastrillo.