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El auge de la procesionaria

Los últimos informes de Medio Ambiente revelan un incremento en el índice de infestación de pinares durante el año pasado en la Comunitat | El descenso de depredadores eleva la población de las peligrosas orugas urticantes

J. A. MARRAHÍ

Lunes, 22 de abril 2019, 01:12

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La oruga de la procesionaria supone un riesgo para la salud pública al generar urticarias en personas y animales domésticos. Y su presencia en la Comunitat Valenciana va en aumento. Así lo revelan los últimos informes de la Conselleria de Medio Ambiente, que realiza controles periódicos sobre las poblaciones y grado de infestación de este insecto en los pinares de nuestra región.

Según el departamento autonómico, la procesionaria acaba de concluir su ciclo más peligroso: el descenso en ordenada fila de sus nidos en lo alto de los pinos para enterrarse bajo tierra y luego emerger, ya en verano, convertida en polilla.

«El estado fitosanitario de los pinares empeoró en 2018 respecto al año anterior», menciona el último análisis de los técnicos de la conselleria. Los valores mínimos de población se registraron en los años 2012 y 2013. A partir de esos años, «se entró en una fase expansiva que parecía haber finalizado en 2017, sin embargo, tras analizar los resultados obtenidos en 2018 en los que se ha producido un repunte, no está clara la evolución».

La Vall d'Albaida, Los Serranos y el Rincón de Ademuz, entre las comarcas más afectadas

La gráfica que muestra el grado de infestación alcanzó el año pasado el índice más elevado de los últimos tres años. Según los datos de Medio Ambiente, las comarcas más afectadas hoy por los niveles altos de infestación de procesionaria en la provincia de Valencia son el Rincón de Ademuz, Los Serranos y la Vall d'Albaida. Mientras, Castellón presenta gran presencia de la oruga urticante en las comarcas de l'Alcalatén, Alto Palancia, Alt Maestrat, Baix Maestrat y Els Ports. En la provincia de Alicante los niveles son mucho más bajos. En definitiva, «la situación más desfavorable en cuanto a defoliaciones fuertes o muy fuertes se sitúa en las comarcas del interior de Castellón y Valencia», destacan las fuentes.

Carlos García es vocal en funciones de la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental en la Comunitat. Relaciona con un hecho el aumento de las poblaciones de procesionaria: «El ser humano ha desplazado a aves y mamíferos que se alimentan de la oruga». En su opinión, «hay que potenciar la presencia de aves como la golondrina, la abubilla, el tordo, el herrerillo, el carbonero, los murciélagos... Sus poblaciones están bajando en la Comunitat pese a que son de gran ayuda para controlar la procesionaria o los mosquitos».

Deber de los propietarios

García anota otro factor: «Los recortes presupuestarios tras la crisis han hecho que los ayuntamientos hayan disminuido bastante el gasto en tratamientos, con el consiguiente riesgo para la población». Por contra, y como nota positiva, asegura que los consistorios «sí se están poniendo las pilas a la hora de exigir a los propietarios de pinos que dan a zona públicas para que apliquen sus tratamientos».

En este punto también incide la Conselleria de Medio Ambiente: «Gestionamos los montes de utilidad pública, que suponen el 35% del territorio forestal, pero la Ley de Sanidad Forestal establece que corresponde a los titulares de las explotaciones mantener sus masas forestales en buen estado». Por tanto, remarca el departamento autonómico, «son los particulares los responsables de controlar la procesionaria en el 65% del territorio forestal».

Según García, el clima en la región, cada vez más cálido y con sequías prolongadas, también incide en los ciclos de la procesionaria. «Se adelanta su bajada de los pinos», el periodo de mayor riesgo para las personas. «Lo normal sería que se produjera a finales de febrero y, sin embargo, ocurre a finales de enero o primeros días de febrero».

En Enguera, describe el experto, «seguían bajando incluso en marzo». Con el calor, ahonda, «las orugas bajan antes y luego se entierran por temor a posibles cambios de temperatura». Medio Ambiente instaló el año pasado más de 5.000 trampas para hacer frente al auge de la procesionaria.

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