Niños a 40 kilómetros de sus colegios

valencia. De Segorbe a Nules y Castellón, en pleno último trimestre escolar, alejándolos de sus profesores, de sus amigos, de su ambiente educativo y en muchos casos con chavales con un perfil psicológico inestable y muy reacios a los cambios sorpresivos. «¿Alguien ha tenido aquí en cuenta el interés del menor, que es lo que debe primar por encima de todo?», se pregunta David Pérez, uno de los educadores del centro de menores de Segorbe indignado con la medida adoptada por la Conselleria de Igualdad y Políticas Inclusivas.

La queja de los técnicos radica en el hecho de que los 18 menores trasladados han sido llevados a cuatro nuevos centros de Nules y Castellón, «pero siguen asistiendo al colegio aquí (en Segorbe), así como sus médicos de cabecera están aquí», destaca el educador. Y tienen que seguir asistiendo lo que queda de curso a los mismos centros educativos y ambulatorios, situados hasta a 42 kilómetros de distancia en el caso de Nules. Los especialistas también lamentan que el desplazamiento significa una «ruptura de vínculos» de sus amigos, profesores y conocidos. Fuentes de la Fiscalía de Menores también criticaron que estas medidas se hagan con «cierta precipitación» y acaben suponiendo un «alejamiento de recursos formativos» para chavales que deben tener por encima de todo un entorno educativo y pedagógico.

Diez días después de la salida de los niños del centro, las Hermanas Terciarias Capuchinas emitieron ayer un nuevo comunicado para mostrar su intención: «Nuestro único objetivo es conseguir que los niños vuelvan. Fue desgarrador verlos salir del centro con total precipitación y dolor».

«No queremos una guerra»

Las religiosas niegan querer un debate con la conselleria. «No vamos a entrar en ninguna guerra mediática ni política. Hemos querido expresar la verdad», sostienen. Recuerdan cómo abrieron las puertas del centro «para que se pueda comprobar el estado de nuestras instalaciones» y argumentan que de haber existido malos tratos, cualquier profesional lo hubiera detectado.

«Vivimos en un sistema que ha costado muchos años construir, nuestro trabajo está conectado con una red de profesionales de instituciones públicas: fiscales, maestros, pediatras. Ellos conocen el centro y nuestra práctica educativa. Ellos son extraordinarios profesionales y nunca hubieran consentido un trato inadecuado de los niños que protegemos y cuidamos entre todos. Esta es la verdad», afirman. Y lanzan un último mensaje: «Queremos seguir atendiendo a los niños y mostrar la verdad, avalada por más de 100 años de experiencia».