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Maika, con el cartel del número premiado, junto a sus hijos, su marido y más familiares.
«Estábamos al borde del desahucio»

«Estábamos al borde del desahucio»

Emilio, que está en el paro, soñó con el número 36

Esther Brotons

Viernes, 23 de diciembre 2016, 00:33

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Han pasado de la desesperación y el agobio diario a la mayor alegría en solo unos minutos. Una bolita con el número 4536 que Emilio López (56) y su hijo soñaron les ha cambiado la vida. Compró un décimo que se ha transformado en 125.000 euros. Un premio que le permitirá poner fin a un calvario. El, su mujer y sus dos hijos estaban al borde del desahucio.

La administración Plaza de Argel de Alicante, ubicada en el barrio Virgen del Remedio, en la zona norte de la ciudad, vendió este único décimo. Emilio estaba en su piso de alquiler -en un barrio deprimido y con grandes necesidades- y tenía la televisión puesta cuando escuchó que era su número. Al comprobarlo se quedó en shock.

«Nunca juego a nada, ni a la primitiva, pero soñé que iba a acabar en 36, se lo comenté a uno de mis hijos y me dijo que él también y por eso me gasté veinte euros», explicaba ayer a las puertas de la administración de lotería donde se acercó no sin antes llamar por teléfono a su mujer.

Emilio, que trabajaba en gas natural, lleva casi tres años parado. La familia vive en un piso de alquiler y los 125.000 euros «nos van a venir muy bien; la prioridad será mirar una casa». Ahora se dedica a las tareas del hogar porque su esposa es la única que tiene un empleo pero solo de unas horas, por lo que el ingreso que entra al mes es mínimo. Exultante se encontraba su pareja, Maika Quiles (50 años). En el trabajo tenían la radio puesta, escuchó la terminación y se pensaba que le habían tocado 20.000 euros. Su marido fue quien le doy la noticia. «Ha sido una doble alegría porque primero creía que eran 20.000 euros y cuando me lo han dicho....es que estamos muy necesitados; nos encontrábamos al borde del desahucio del alquiler», explicaba Maika a trompicones, mientras recibía las felicitaciones de los vecinos. Trabaja dos horas en una pastelería, no se lo pensó y se marchó corriendo para reencontrarse con la familia. Entre sollozos y gritos de alegría llegó a la administración donde la mantearon y le entregaron el cartel con el número ganador que ya no soltó mientras se recorría comercios de la zona para comunicar a más familiares y amigos su buena fortuna. Todos se alegraban de que por fin «tocase» a una familia del barrio.

«Estábamos fatal, en una situación delicada y lo primero que vamos a hacer es pagar para que no me desahucien, después miraremos para comprar una casa y guardaremos un fondo y mis dos hijos, que están cursando Secundaria, este año tendrán un regalo de Reyes», relataba Maika, para quien ésta va a ser, sin duda, su mejor Navidad.

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