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Acto celebrado en diciembre pasado en homenaje al personal del Hospital General que se jubiló durante 2016.

Plan renove en el Hospital General

Los fundadores del centro dejan la primera línea de atención al paciente para jubilarse

María Teresa Bolívar

Domingo, 8 de enero 2017, 01:12

Durante los últimos años las jubilaciones de los primeros espadas del Hospital General se han sucedido en cascada. El grupo de facultativos que a finales de los setenta y principios de los ochenta decidieron coger las riendas de la entonces Residencia y autogestionarse (una situación sin precedentes) para convertirla en una institución de referencia en la provincia, se han ido retirando de sus puestos como jefes de servicio y de sección después de décadas al frente de los mismos.

La ilusión y las ganas con que estos médicos afrontaron esos primeros años y que han dado como fruto que el hospital lograra la acreditación de universitario, además de marcar a generaciones de trabajadores que han ido incorporándose al centro, se ha mantenido hasta la actualidad. Así lo afirman la mayoría de ellos, que incluso pidieron prorrogar su vida profesional cuando la Conselleria de Sanidad dio esta oportunidad de retrasar la edad de jubilación a los facultativos más allá de los 65 años, en concreto, hasta los 70.

Entre los años 2010 y 2011, figuraban en esa lista buena parte de los veteranos. A esa prórroga pidieron acogerse en aquellos momentos los jefes de servicio Alberto Martín Hidalgo, de Medicina Interna, que fue director del Hospital en su etapa inicial; Fernando Vargas, de Pediatría; José Luis Martí Viaño, de Anestesiología y Reanimación; Javier Pérez Payá, de Radiología, y Severiano Laborda, de Rehabilitación.

También los jefes de sección Conrado Shum, al frente de Neumonía; Enrique MacKenney, responsable de la Unidad de la Mano; Hilario Hernández, jefe de la Unidad de Cirugía Sin Ingreso (UCSI), y Miguel Ull, máximo responsable de Anatomía Patológica.

En aquel momento aseguraban que era una decisión meditada, basada en su percepción de estar en plenas facultades tanto físicas como psicológicas para seguir ejerciendo, y todos coincidían en que estaban en uno de los mejores momentos de su carrera, entre otras cuestiones por su experiencia. Argumentaban entonces que querían continuar con su actividad médica y seguir involucrados en sus proyectos de investigación.

Ninguno de ellos se encuentra ya en el centro sanitario, tampoco otros médicos que dieron el salto a otros hospitales del país, entre ellos Alfredo Carrato, que dirigió el servicio de Oncología durante décadas. A ellos se han unido otros facultativos de renombre con altos cargos en el Hospital General, como Carlos Sillero, de Digestivo; Eloy Infante, de Otorrinolaringología; Eladio Saura, de Traumatología; Amparo Gómez, de Hematología; o Alfredo Milla, de Ginecología y Obstetricia.

En estos últimos meses se han sumado a esta lista el jefe de servicio de Cardiología, García de Burgos; el intensivista Vicente Arráez y el jefe de Traumatología, Rafael Calpena. Próximamente también lo hará el jefe de la sección de Alergia, Jesús Garde, y el de Neurocirugía, José Miguel Segura.

Punto de inflexión

La marcha de parte de ellos y la incorporación de una «segunda generación» de especialistas al frente de los servicios ha venido a coincidir en unos casos con la creación del segundo hospital en la ciudad, el del Vinalopó, con los cambios que supuso al dividir el área sanitaria en dos departamentos. Y en otros, más reciente, con una nueva etapa de gestión en el General y en la Conselleria de Sanidad que, según fuentes del propio departamento de salud, está suponiendo un punto de inflexión, después de décadas de «estancamiento tanto en proyectos como en recursos» para el centro ilicitano.

El capital humano siempre ha sido uno de los mayores valores del centro sanitario y el que le ha catapultado hacia un reconocimiento incluso internacional en algunas áreas, recuerdan médicos que han estado en la primera línea durante décadas.

De manera que, para muchos de los facultativos consultados, este momento debe aprovecharse para que el Hospital General despegue de la mano de los nuevos jefes de servicio y renueve ilusiones. Así lograría recuperar su posición privilegiada en la provincia, reforzando su liderazgo como referente de la zona sur, a través de la modernización de sus instalaciones y del equipamiento tecnológico.

Una cuestión, esta última, que el actual equipo directivo tiene en sus planes, según ha anunciado. Aunque la asignatura pendiente sigue siendo la reforma integral del edificio principal, el primero que se construyó y se ha ido «parcheando», en opinión de algunos especialistas.

El relevo generacional también se está produciendo entre el colectivo de enfermería del Hospital General, profesionales que iniciaron su andadura en el centro ilicitano cuando este abrió sus puertas hace 39 años y en estos últimos años se han jubilado.

Una de las últimas enfermeras que ha dejado su puesto al haber finalizado su etapa en activo a pie de consulta es Adeline Seguí, del servicio de Pediatría, y un referente durante más de 30 años en la diabetes infantil.

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