Un nuevo concepto de la seguridad
El año empieza con despliegues policiales inéditos en las principales ciudades de la provincia, donde el reparto de juguetes por parte de los Reyes Magos nunca había estado acompañado de tantos controles
José C. Martínez
Domingo, 8 de enero 2017, 08:54
Un nuevo concepto de la seguridad se abre paso con fuerza imparable en el recién estrenado 2017, un cambio que, sin duda, ha llegado para quedarse. La gran obsesión de los cuerpos policiales del Estado, y también de los ayuntamientos, radica ahora mismo en los actos que implican grandes concentraciones ciudadanas. Es el caso de las cabalgatas de Reyes, que este año se han caracterizado por ir acompañadas de los mayores dispositivos de vigilancia que se recuerdan. En la provincia, coincidiendo con este tipo de celebraciones, Elche y Alicante sobresalen como los municipios que más se han volcado en la tarea de mantener bajo estricto control los espacios públicos.
Si la localidad ilicitana desplegó un dispositivo compuesto por más del doble de agentes que un año antes, la capital provincial, además de movilizar a dos centenares de policias, innovó con la utilización, a modo de barreras, de vehículos del cuerpo de Bomberos para bloquear el paso en cruces estratégicos del casco urbano. Son las consecuencias que pagamos por la última oleada de atentados yihadistas internacionales, en los que de las bombas se ha pasado a utilizar camiones como auténticos misiles para provocar masacres. Por no hablar de las matanzas obra de hombres armados que disparan a diestro y siniestro en discotecas de moda, como recientemente ocurrió en Estambul y antes en París.
El horror islamista nos ha regalado un nuevo concepto de la seguridad. Y ha propiciado que el Ministerio del Interior, además de las importantes medidas preventivas que ya venía aplicando (hace muchos meses que estamos en un nivel de alerta 4 sobre 5), haya difundido recomendaciones adicionales, entre las que figura la de introducir nuevos elementos de protección, como bolardos y grandes maceteros que impidan el acceso de vehículos a plazas y paseos públicos.
La provincia, que es uno de los puntos calientes de la lucha contra el radicalismo islamista, tal y como coinciden en señalar todos los informes policiales especializados, se puso rápido manos a la obra para mejorar la vigilancia, sobre todo, en las ciudades más populosas. Las juntas locales de seguridad lideraron este trabajo de coordinación que permitió pasar sin sobresaltos la prueba de Navidad y Nochevieja y, esta misma semana, las cabalgatas de Reyes, una celebración multitudinaria que se extiende por los centros históricos y comerciales.
Los ciudadanos, celosos de su seguridad, como no puede ser de otro modo, se han ido habituando a esta realidad. Sin embargo, la demanda de más control para garantizar su integridad choca frontalmente con prácticas que muestran que aún no se han tomado del todo en serio el asunto de la propia seguridad. Me refiero, por ejemplo, a la constante exhibición que se hace en redes sociales de cada movimiento personal, incluido cuando uno deja su casa vacía porque se va de viaje. También los hay aficionados a colgar fotos de sus billetes de avión o tren en sus perfiles públicos de internet, algo que supone todo un agujero en la seguridad particular de cada cual. Si supieran lo fácil que resulta robar esos datos (a veces hasta aparece el número de tarjeta de crédito) para suplantar identidades y realizar compras fraudulentas, por citar el caso más benévolo, creo que se lo pensarían dos veces.
Al mismo tiempo que el ciudadano se familiariza con las nuevas medidas preventivas que el Ministerio del Interior y los ayuntamientos están introduciendo, es inexcusable que también sea consciente de que ciertas reglas básicas contribuyen a mejorar notablemente la seguridad personal. Para un delincuente de guante blanco, la sustracción de datos personales a través del ciberespacio supone un reto insignificante. En el mejor de los casos, esas identidades o informaciones personales solo servirán para llevar a cabo un robo. En situaciones más graves, podrían caer en manos de radicales y servirles para camuflarse y perpetrar una barbarie. El nuevo concepto de seguridad obliga a que todo el mundo adquiera ciertos automatismos. La prevención es la clave.