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Luis Tosar, en una escena de la película.
CRÍTICA DE CINE

El fin de un imperio colonial

Aquellos tiempos eran otros, de modo que, en esta ocasión, la realidad de la estúpida gesta se relata con acento bastante crítico sobre la necedad del patriotismo, lo absurdo de la guerra de la que el hombre no parece o no quiere escarmentar y el sacrificio de vidas humanas a ultranza

Jaime Crespo

Domingo, 11 de diciembre 2016, 09:52

Estamos ante una superproducción española que nada tiene que envidiar a otras películas extranjeras con las mismas pretensiones de conseguir un espectáculo comercial al tiempo que narra unos hechos verídicos ocurridos en Baler (Filipinas) cuando el Imperio colonial español agonizaba, perdiendo en los últimos años del siglo XIX sus posesiones en Cuba, Puerto Rico y Filipinas.

La defensa a ultranza de una aldea filipina, convirtiendo una iglesia en una fortaleza, bastión que quería conquistar la insurgencia filipina, es el drama histórico donde se adentra este filme nada patriotero, sino, al contrario, nos deja encogidos al observar una muestra más del sin sentido de la cabezonería militar que, sin atender a otras razones, se empecinó en defender una plaza cuando existían indicios de la derrota española en Cuba frente a Estados Unidos y la venta del territorio filipino a los norteamericanos.

Salvador Calvo, un realizador que hasta el presente ha trabajado en televisión, ha contado con un guión eficiente de Alejandro Hernández, adentrándose en una gesta que nada tiene que ver con la cinta que en 1945 rodó Antonio Román. Aquellos tiempos eran otros, de modo que, en esta ocasión, la realidad de la estúpida gesta se relata con acento bastante crítico sobre la necedad del patriotismo, lo absurdo de la guerra de la que el hombre no parece o no quiere escarmentar y el sacrificio de vidas humanas a ultranza, sujetas no solamente a las bajas sufridas durante el año de enfrentamiento, sino también a las enfermedades y signos de demencia que sufrieron estos hombres.

Aunque es indudable que la ficción está presente en gran parte del relato, la obra nos sumerge sin tapujos en los hechos históricos a partir de las memorias escritas por el teniente Martín Cerezo, incorporado por Luis Tosar, responsable de la permanencia en el lugar sin dar su brazo a torcer, necesitando muchas pruebas para rendir su empecinamiento. La estructura del guión es impecable en la reconstrucción de esta absurda heroicidad que lentamente fue consumiendo a unos soldados abandonados por su país.

El realismo de la realización bélica está bien conseguido, la fotografía de Álex Catalán en parajes de Gran Canaria y Guinea (en ocasiones con envidiables tomas aéreas) es espléndida y la interpretación, de la mejor cantera de actores, Luis Tosar, Javier Gutiérrez, Álvaro Cervantes entre otros, de los que disfrutamos actualmente en el cine español, nos hace decir que esta producción esperamos que tenga, por parte del público, evitando prejuicios, una atención merecida.

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