El retraso de media hora de la poalà desluce un Corpus multitudinario
La 'festa grossa' sigue siendo desconocida para turistas y vecinos de Valencia que no saben qué son las rocas o la Moma
LOLA SORIANO
Lunes, 23 de junio 2014, 00:00
A pesar de que el calor de ayer hacia apetecible dejarse caer por la playa, el Corpus llenó ayer de vida las calles de Ciutat Vella. La coincidencia con la celebración de las hogueras de San Juan restó algo de presencia del mundo fallero, puesto que no todos los años ocurre que Julio Monterrubio gane en infantil, y Pere Baenas, en hogueras grandes. Pero el hueco que dejaron los falleros, lo completaron turistas nacionales y extranjeros.
Este año para resumir la celebración de la cabalgata del convite que anuncia la procesión del Corpus habría que empezar por el final del recorrido, puesto que se produjo un retraso de media hora en el último tramo, exactamente 35 minutos.
Si bien en la plaza de la Virgen las danzas y la representación de la victoria de la Moma sobre los siete pecados capitales se desarrolló a buen ritmo y entre los aplausos del público, el problema vino en la poalà.
Hasta ahora, era costumbre dejar pasar sólo unos minutos entre el acceso de los heraldos y la Real Senyera a la calle Cabillers y la aparición del grupo de la degolla, con el fin de que los vecinos que lanzan agua a este grupo de personajes no acabaran mojando al símbolo valenciano. Pero si antes sólo se esperaba a que la Real Senyera doblara de Cabillers a Avellanas, ayer el parón fue de 35 minutos. «El funcionario que había en la entrada de Cabillers decía que tenía la orden de no dejarnos pasar durante un tiempo y hemos estado más de media hora», decían miembros de la degolla.
Durante ese tiempo, este grupo hizo una sentada de protesta e incluso hubo enfrentamientos entre ellos y con el funcionario. Finalmente, de los 43 componentes, más de la mitad decidió dar media vuelta y marcharse. Menos de una veintena retomó el acto popular de la poalà, después de que el concejal de Seguridad Ciudadana, Miquel Domínguez, acudiera a mediar.
El problema se debió a una falta de comunicación entre los participantes. Había orden del ayuntamiento de espaciar el paso, pero lo acordado en una reunión no llegó a todos. El concejal de Fiestas, Francisco Lledó, detalló que acordó en una reunión con Amics del Corpus «dejar pasar y desalojar primero a los que van por delante de la fiesta, para que luego pasara la degolla». Según explicó a la perfección Lledó, «el año pasado estos personajes entraron corriendo por Cabillers, y todavía había gente de las danzas y personas mayores y se quejaron de conatos de situaciones de pánico. Incluso se mojó a gente que iba con traje y corbata y no sabían nada de la poalà. Por eso tomamos esa decisión, con acuerdo de Amics del Corpus, y se les dijo que avisaran a la degolla».
La Virgen, sin burrita
El año pasado incluso la burrita que llevaba al personaje de la Virgen se asustó del tumulto, dio una espantada, y causó algún pisotón a una mujer. Por eso, este año se tomó la doble medida de que San José y la Virgen fueran sin burrita y que se distanciara el paso de la degolla.
Desde Amics del Corpus, Toni Rosell, indicó ayer «que sí sabíamos que había que esperar un poco, pero otra cosa es esperar media hora, porque la calle ya estaba despejada y sólo estaba la gente que quería mojarse. Haremos un informe».
Por otro lado, Lledó indicó que este año se habían vallado más tramos del recorrido, como en Miguelete, «y la gente nos ha felicitado porque se veían mejor las danzas».
Una vez retomada la cabalgata, fueron más de un centenar de personas las que esperaron el lanzamiento de agua, como los niños Joana Quiles, Miquel Ruiz y Alexandre Gil, del colegio Pare Catalá de Benimaclet, que acudieron preparados con bañador y chanclas. O Inés y Martina Gómez de Barreda, que asistieron con botas de agua. Otra joven, Mireia Bazaga, se equipó con gafas de bucear, tubo y un flotador de un delfín. Ana Caurín y Vicky Sanchis, vecinas de Madrid, se acercaron por causalidad. «No sabíamos que esto era tradicional en el Corpus, pero hemos oído unos gritos, y nos hemos sumado a la fiesta».
Entre los asistentes, había muchos valencianos, como Pilar García, que decían desconocían el significado de la Moma o de las rocas, «y no estaría mal que nos informaran conforme van pasando», opinó.
Otra valenciana, en cambio, explicó que nunca se pierde el Corpus. «A mis nietos, Pablo y Javier Martí, de pequeños, les daba miedo la degolla. Ahora es lo que más les gusta y el concierto del sábado fue precioso», indicó Rosario Mezquita.
Esta mujer incluso animó a dos estudiantes, Maica Pérez y Rubén Gregori, a que la conocieran. «Llevamos seis años viviendo en Valencia y no habíamos visto el Corpus. Somos estudiantes de Historia del Arte y nos han encantado las rocas».
En la solemne misa de la mañana, el arzobispo Carlos Osorio, antes de su marcha a Roma para visitar al Papa, hizo un llamamiento para «contemplar, vivir y anunciar» a Jesucristo. «Ese será el objetivo estos tres años. Tenemos que comer y beber de la sangre de Cristo para tener vida». Y añadió que los cristianos «tendemos a discutir sobre cuestiones que nos parecen importantes, pero si no nos encontramos con Jesús, las resolvemos siempre mal».