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La mitad de las visitas a Urgencias en Valencia se podrían atender en ambulatorios

La mitad de las visitas a Urgencias en Valencia se podrían atender en ambulatorios

El registro de las asistencias urgentes prestadas en los centros sanitarios descubre que el 50% son casos que podrían resolverse en atención primaria

Laura Garcés

Domingo, 22 de enero 2017, 21:53

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La ola de frío que azota a la Comunitat Valenciana ha traído consigo consecuencias para los servicios sanitarios públicos. De la mano del descenso de temperaturas y los demás fenómenos meteorológicos se ha acelerado la expansión del virus de la gripe al tiempo que han incrementado las complicaciones respiratorias en muchos ciudadanos, sobre todo entre los de edad avanzada aquejados de varias patologías de base. Y con ello las unidades de Urgencias de los hospitales valencianos han visto incrementada la afluencia de pacientes, una tendencia que si bien se caracteriza por sus picos de máximos y mínimos, viaja acompañada de una experiencia ascendente que se viene consolidando desde años atrás.

En el último lustro, el flujo de ciudadanos que buscan atención médica en Urgencias no ha dejado de escalar puestos. Desde 2012 y hasta 2016, ejercicio tras ejercicio, los registros han avanzado por la senda del ascenso.

En el primer año de referencia los pacientes anotados fueron 2,048.429 y en 2013 ya pasaron a 2,082.005. Pero no dejó de subir la cifra. Un año después, 2,144.134 ciudadanos atravesaron las puertas de Urgencias de algún centro sanitario. En 2015, de nuevo se registró un aumento dejando el total en 2,215.047. El año pasado ya fueron 2,324.396 los enfermos que reclamaron atención urgente, según los datos que facilita la Conselleria de Sanidad.

Varias razones explican el aumento constante de los últimos años. Rafael Sotoca, director general de Asistencia Sanitaria de la Conselleria de Sanidad, especifica que, además del envejecimiento de la población, que a su vez trae consigo la tendencia al alza de la enfermedad crónica, hay dos motivos más. Por un lado «el fenómeno de la construcción de más hospitales en los últimos años», circunstancia que comporta la existencia de más unidades de Urgencias hospitalarias y, por tanto, la ampliación de posibilidades de acudir a las mismas.

La segunda razón que cita Sotoca responde al «fenómeno turístico» que caracteriza a la Comunitat y del que se deriva un buen número de atenciones de personas de paso en tierras valencianas.

Pero se da la circunstancia de que mientras la cifra de urgencias registradas sube, otro valor que a primera vista cualquiera pensaría que seguiría el mismo camino no lo hace; lleva la dirección contraria. Los ingresos que se derivan del paso por Urgencias caminaron cuesta abajo en el mismo periodo (2012-2016).

Caen los ingresos

La caída de las hospitalizaciones se mantuvo constante ejercicio tras ejercicio. En 2012 sólo requirieron pernoctar en el hospital el 12,99% de los pacientes atendidos. En 2013 el porcentaje cayó al 12,83% y un año después se situó en el escalón del 12,65%. En 2015 se descubrió que los pacientes que quedaron hospitalizados fueron el 12,53% de los registrados y el año pasado la curva describió otra caída para situarse en el 12,09%.

La observación del comportamiento de ambos factores -urgencias registradas e ingresos- abre varios interrogantes. ¿Todos los casos que acuden a estas unidades responden al mismo grado de urgencia? ¿Hay situaciones que podrían resolverse en otras instancias de la atención sanitaria?

La búsqueda de respuesta a estas cuestiones conduce hasta las tablas que describen la clasificación de pacientes conforme a los niveles de triaje -indicadores que determinan el grado de la urgencia- y la relación de estos con el número de enfermos que finalmente se encuadran en cada grado. Los datos facilitados por la Conselleria de Sanidad muestran un revelador retrato.

Patología banal

Descubren que cerca de la mitad -48,53 %- de los ciudadanos que acudieron a Urgencias en 2016 quedaron clasificados en el apartado cuarto, «estándar», que implica «patología banal» y como señalan desde Sanidad responden a cuadros médicos que se «podrían atender en los servicios de primaria».

Sotoca puntualiza que los pacientes cuando «eligen dónde acuden lo hacen inteligentemente, se dirigen al servicio que consideran que les atenderá mejor», pero hace hincapié en que muchos casos se pueden resolver en los ambulatorios «con mayor rapidez e incluso mayor acierto porque el médico del centro de salud conoce mejor la historia del paciente».

Además, recuerda que si se trata de enfermos que cruzan la puerta de Urgencias hospitalarias derivados por el médico de cabecera, ya lo hacen con una valoración previa que agilizará su paso por el centro sanitario, donde las esperas pueden resultar más prolongadas en función de la clasificación de su caso.

El hecho de que casi el 50% de los pacientes respondan a situaciones de «patología banal» llama la atención no sólo por ser en sí mismo un resultado elevado, sino porque se aleja mucho de los registros de los grados de mayor urgencia.

Los datos sacan a la luz que en la escala de triaje encabezan la condición de urgente y, por tanto lo primero que se atiende, los enfermos que requieren asistencia «inmediata», que son los pacientes críticos. Este apartado en 2016 representó el 0,26% de las atenciones. En los años precedentes los porcentajes fueron similares: 0,27% en 2015; 0,31% en 2014; 0,34% en 2013 y 0,29% en 2012.

El segundo grado en la clasificación recibe la consideración de «muy urgente» y engloba los casos agudos inestables. Aquí el porcentaje de pacientes registrados el año pasado fue del 5,80% de los que entraron en Urgencias. En los ejercicios precedentes los resultados más elevados fueron el de 2014, con un 6,20% y el de 2013 con un 6%. Muy cerca se quedó 2015, con un 5,97% y el más bajo fue el de 2012, con un 5,26%.

El tercer nivel se reserva a la «atención urgente», que se refiere a enfermos agudos estables y que el año pasado representaron el 27,21% de las atenciones urgentes en hospitales, tasa similar a la de los años precedentes que anotaron la máxima afluencia en 2015, con un 27,68%. Un año antes fue del 27,33%, mientras que en 2013 se quedó en el 26,92% y en 2012 en un 25,86%.

Después ya sigue el mencionado apartado cuarto para la patología banal. La clasificación se cierra con los casos no urgentes, que el año pasado representaron el 2,46%, y el apartado que se denomina «vacío», donde se contabilizan, entre otras, las atenciones de ginecología -los partos- cuyo cómputo se rige por otros parámetros.

Una situación marcada por un aumento «significativo», según Sotoca, de la afluencia de pacientes a Urgencias durante los últimos años, la constatación de la tendencia decreciente de los ingresos tras pasar por estas unidades y el hecho de que casi la mitad de las atenciones respondan a «patología banal» pone sobre la mesa otro interrogante: ¿Qué retos plantea la situación a los gestores de la sanidad pública?

Las explicaciones de Rafael Sotoca ofrecen respuesta a esta pregunta: «El reto más importante es la cronicidad», una realidad creciente de la mano del envejecimiento de la población, que lleva a proponer que «el camino a seguir es ser capaces de detectar los problemas que pueden sufrir esos pacientes» de manera que sus descompensaciones queden resueltas antes de tener que acudir al hospital. Las herramientas para avanzar por ese camino son, a juicio de Sotoca, «la atención primaria y la domiciliaria».

Plantea también que mientras en los años 80 y 90 la sociedad era joven y, por tanto, con alta presencia de personas en activo, eran tiempo para concebir hospitales destinados a pacientes agudos. Pero la realidad social ha cambiado. «Ahora y el futuro requieren otro modelo de atención», concluye Sotoca, quien vuelve a hablar de atención domiciliaria y centros para responder a las necesidades de los enfermos crónicos.

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