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Un joven se refresca debido a las altas temperaturas de este domingo en la ciudad.

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Un joven se refresca debido a las altas temperaturas de este domingo en la ciudad. Irene Marsilla

Valencia combate el día más caluroso del año: fuentes como piscinas y el antiguo cauce como playa improvisada

Los chorros de agua del Parque Central, objeto del deseo de quienes carecen de aire acondicionado en casa, que también optan por otros remedios: búsqueda obsesiva de la sombra... o un rato en el cine

Jorge Alacid

Valencia

Domingo, 20 de julio 2025

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Andrea es una valenciana nacida en Bolivia («En Santa Cruz», precisa con una sonrisa) que ya sabe que los chorros de agua que refrescan un rincón del Parque Central son un alivio para días de calor sofocante como el de este domingo... pero también una fuente de peligro. El año pasado, unos bañistas, que como se dispone a hacer ella con su pequeña hija Adriana, disfrutaban de un improvisado chapuzón sufrieron complicaciones de salud porque una infección se cebó con ellos. Un contratiempo que ella asume con aire resignado: «Es que el calor es insoportable». Lo comenta mientras asegura que ha prohibido a su hija que beba agua: «Le he dicho que sólo se puede refrescar». Unos metros más allá, otro valenciano nacido fuera de las cruces, concretamente en Londres, contempla esta escena y otras parecidas que se reparten en el espacio más fresco del parque. Se llama Bradley, nació en el barrio de Hackney de la capital británica, y es uno más de entre quienes viven por los alrededores (la vecina Ruzafa, en su caso) que agobiados por las altas temperaturas, y carente de aire acondicionado en casa, ha acompañado a darse un chapuzón a unos familiares que están de visita. «En Londres, más frío», chapurrea en español.

Estas imágenes se repiten durante todo el domingo por Valencia. Una Valencia más bien vacía. Quienes transitan por sus calles, esos valientes que desafían al pico máximo de calor, disponen de varias opciones. Darse prisa para refugiarse para irse al cine (como ocurre con Lourdes, Ana y Paloma, que reconocen que optan por esta solución más por darse un respiro que por disfrutar de esta película o aquella), buscar de manera obsesiva las zonas de sombra o convertir como los usuarios del Parque Central sus fuentes en piscinas de ocasión. O esa especie de miniplayas que brotan también en otros rincones de la ciudad, como el jardín del Turia.

Un paseo a primera hora de la tarde por el antiguo cauce sirve para confirmar que entre sus asiduos proliferan fans de todas esas opciones. Los temerarios que se ejercitan (fútbol, calistenia o hasta bádminton, con los inevitables corredores), los perezosos que deambulan de árbol en árbol para resguardarse del sol y hasta se instalan sus hamacas, los que apuran la sobremesa en plan picnic sobre la hierba o se acomodan en las sillas traídas de casa para soportar de mejor humor el combate contra el calor. Y de nuevo se repite la misma pauta: hay quien no cuenta con la manera de refrigerarse en casa y hay quien, disponiendo de ese aparato electrodoméstico, prefiere apagarlo y no tener que lidiar contra otro enemigo igual de temible: la factura. Así que se bajan al río, despliegan manteles y toallas, ven corretear a los más pequeños de la prole y se admiran de quienes, en efecto, convierten el antiguo río en una sucursal de la Malvarrosa: bikinis, bañadores y hasta baños en el estanque que se ubica bajo el puente de las Glorias.

En ese tramo es más evidente esta bochornosa tarde de verano la presencia de improvisados bañistas, para pasmo desde luego de los menos osados. Una pareja de jovencitos, amparados del sol bajo el puente, comenta entre risas la presencia de otros milenials más aguerridos, que no dudan en bañarse en esta fuente que este domingo merece un nuevo uso. Entre ellos, un trío de adolescentes multinacional. Un jovencito estonio («Pero vivo en Valencia, ¿eh?», avisa), que, acompañado de dos amigos canadienses, convierte las bermudas en bañador y sale del agua como quien se acaba de bañar en La Patacona, pero sin arena ni salitre. «Uf»: la expresión común del trío es coincidente con la expresada por quienes presencian la escena. Ese uf sinónimo de calor achicharrante, el que domina también a otros paseantes del jardín del Turia que hacia Campanar o en el entorno de la Ciudad de las Artes, se decanta por combatir los calores según el mismo procedimiento: despojarse de la ropa que estorba y darse un chapuzón allí donde encuentre una fuente o un estanque. Menos suerte tuvieron por el contrario quienes esperaban encontrar compasión por el centro de la ciudad y encaminaron sus pasos hacia la plaza de la Reina, en demanda de sus aspersores. Error. No funcionaban. Estaban averiados, pendiente el Ayuntamiento de dar con una solución que tardaría en llegar.

Achicharrante es por cierto un adjetivo que según la RAE deriva del verbo achicharrar' y significa abrasador o extremadamente caluroso. El Diccionario de la Real Academia Española define «achicharrar» como quemar algo o a alguien intensamente o por completo, ya sea de forma intencionada o por la acción del calor. El efecto que se cobra sobre los valencianos el sol de este penúltimo domingo de julio. La voz nacida de otra palabra: chicharra. El bicho que no deja de cantar por todo el jardín del Turia: el único animal feliz en esta achicharrante tarde de verano.

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