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La viuda de Patraix llora ante el juez y se niega a declarar en un careo con su amante

Salva permaneció en todo momento con la cabeza agachada mientras que ella dejó escapar alguna lágrima

Javier Martínez

Valencia

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Viernes, 16 de febrero 2018

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Apenas se miraron y no se dirigieron la palabra. La viuda de Patraix y su amante se negaron a declarar en un careo que estaba previsto para ayer por la mañana en el juzgado que instruye la causa del asesinato del ingeniero Antonio Navarro. La pareja encarcelada por el crimen, Maje M. C. y Salva R. L., de 27 y 47 años de edad, respectivamente, apenas se cruzaron miradas durante los cerca de 50 minutos que permanecieron en la sala mientras el secretario judicial les leía sus contradictorias declaraciones.

Los dos presuntos asesinos se acogieron a su derecho a no declarar, siguiendo la estrategia marcada por sus abogados, y firmaron posteriormente la diligencia de investigación solicitada por el fiscal. Salva estuvo cabizbajo casi todo el tiempo, y Maje mantuvo la mirada al funcionario en algunos momentos cuando este le hablaba ante la presencia del juez, los abogados, el fiscal y cinco policías nacionales.

Con la cabeza un poco más alta que su amante, la viuda realizó un movimiento con sus manos esposadas para secar, al parecer, una lágrima en su mejilla en un momento de la lectura de sus declaraciones. El gesto de tristeza no pasó desapercibido para la comisión judicial, aunque el secretario continuó recordando a la pareja sus contradicciones. El abogado Javier Boix, que ejerce la defensa de Maje, no acudió a la diligencia de investigación, mientras que el ministerio público y los abogados de la acusación particular aprovecharon para esgrimir algunos argumentos que atribuyen una presunta responsabilidad criminal a la pareja encarcelada.

La viuda y su amante fueron trasladados a primera hora de la mañana desde la cárcel a la Ciudad de la Justicia de Valencia después de que el fiscal solicitara un careo entre ellos por las presuntas contradicciones, entre otros motivos, en las que incurrieron durante sus declaraciones ante la policía y el juzgado. Como ya informó LAS PROVINCIAS, Maje confesó ante la policía que participó en la planificación del crimen, aunque luego precisó que creía que Salvador no era capaz de matar a Antonio, sino que le daría un susto.

Dos días después, la joven aseveró al juez que no participó en el asesinato ni lo planificó, y matizó también que había reconocido su implicación en los hechos criminales, porque no había entendido la pregunta que le hizo la inspectora del Grupo de Homicidios de la Policía Nacional.

También declararon en el juzgado dos vecinos que aparcan sus vehículos en el mismo garaje donde Salva asesinó a Antonio. El abogado de la viuda propuso la toma de declaración a estos testigos, cuyas plazas se encuentran en la misma planta, para desmontar la suposición de que Maje le dijo a su marido que trabajaba la noche antes del crimen para que la víctima aparcara el coche en el garaje. Según esta hipótesis policial, ella sabía que su amante iba a cometer el asesinato cuando Antonio cogiera el vehículo sobre las siete de la mañana.

La viuda recibió esta semana un revés judicial después de que la Audiencia de Valencia decidiera mantenerla en prisión preventiva al considerar que no existen dudas respecto a la presunta participación de la joven en el asesinato. El tribunal también tuvo en cuenta el riesgo de fuga y enumeró hasta seis pruebas de carácter indiciario que incriminan a Maje.

La primera prueba son las declaraciones de Salva, el asesino confeso, que inculpó a la viuda en su primera declaración ante la policía. Las comunicaciones mantenidas entre ambos, tanto las cartas manuscritas que ella dirigía a su amante, como las escuchas telefónicas, evidencian la relación entre ellos y la manipulación a la que era sometido Salva por ella.

La Audiencia de Valencia también valoró la ausencia de la viuda el día del crimen, «proporcionando la ocasión del delito y una coartada para ella», pasando la noche con otro amante tras decirle a la víctima que tenía que trabajar en el hospital. Otra de las pruebas indiciarias es que Maje es «la beneficiaria de la desaparición del marido, según se desprende las conversaciones de ambos, bien por causas personales o económicas».

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