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El joven condenado por asesinar a su madre a cuchilladas en un camping de Navalón. LP

Condenado a 23 años de prisión por matar a cuchilladas a su madre en Navalón

Se le considera autor de un delito asesinato con alevosía y ensañamiento, y la atenuante de confesión

Ignacio Cabanes

Valencia

Viernes, 11 de julio 2025, 13:48

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Su madre se encontraba tumbada en el sofá distraída con el teléfono móvil en la cabaña del camping de Navalón en el que residían. Hacía poco que habían discutido pero la mujer, de 54 años, estaba confiada al dar por zanjada la discusión con su hijo por la multa que ella le estaba pagando. En esta situación de confianza y sin darle posibilidad alguna de defensa, Marcos E. C. se acercó a su madre «como un tigre cuando ataca, que no avisa», como el propio acusado reconoció durante la instrucción. «Es como cuando vas a cazar, que te acercas sigilosamente sin que te vea», les confesó el asesino a su padre y su hermano después de asesinar a su madre de 22 cuchilladas en abril de 2023.

La Audiencia Provincial de Valencia lo ha condenado ahora a una pena de 23 años de prisión por un delito de asesinato con la agravante de parentesco y la atenuante de confesión, tras el veredicto de culpabilidad del jurado popular, que declaró probado tanto la alevosía -el ataque fue sorpresivo y sin posibilidades de defensa- como el ensañamiento moral que supone para una madre ver cómo su propio hijo seguía acuchillándola pese a sus suplicas.

El crimen se produjo la noche del día 16 de abril de 2023 en una cabaña de madera de un camping de Navalón donde residía el ahora condenado y su madre. La mujer, que acababa de llegar de fiesta y se encontraba en estado de intoxicación etílica, le recriminó a su hijo la pena de multa, impuesta a este, que ella tenía que estar pagando.

Tras finalizar la discusión, y estando la víctima en el salón, tumbada boca arriba en el sofá, el ahora condenado cogió de la cocina un cuchillo de cocina de 30,5 cm de longitud y 20 cm de hoja y se dirigió sigiloso hacia su madre, al tiempo que decía en voz baja «la mato, la mato».

Así, guiado por el ánimo de acabar con la vida de su madre, procedió a asestarle tres puñaladas en el tórax. La víctima intentó defenderse sin éxito, colocando los brazos delante de forma que el acusado le causó varias heridas defensivas. La mujer trató de incorporarse del sofá, pero su hijo siguió asestándole hasta catorce puñaladas más en la parte posterior del tórax, para asegurarse su muerte.

Además de probarse que el ataque fue sorpresivo, anulando las posibilidades de defensa de su víctima, que estaba distraída en el sofá, el jurado también consideró probado que al acusado actuó «con la finalidad de aumentar deliberada e inhumanamente el sufrimiento de su madre, causándole padecimientos innecesarios para conseguir su muerte».

«Acabo de asesinar a mi puta madre»

Estando la mujer agonizando en el suelo, y siendo el acusado consciente de la gravedad de las heridas que le había causado a la misma y del hecho de que iba a morir, el joven llamó al teléfono de Emergencias 112: «Acabo de asesinar a mi puta madre; le he dado un montón de puñaladas; quiero que venga la Policía a arrestarme a mí y una puta ambulancia por si no se ha muerto todavía».

Acto seguido el acusado llamó con el teléfono de su madre a su hermano, diciéndole «la he liado; he matado a la mamá; está en el suelo muerta y no se mueve; le he pegado seis puñaladas», contestándole su hermano que si era broma lo que estaba diciendo y añadiendo que ahora iba para allí, al residir en otro municipio, contestando el acusado «para qué; ya he llamado a la Policía y la ambulancia viene de camino».

Era consciente de sus actos

La defensa del acusado planteaba una eximente incompleta de alteración psíquica, pero el jurado declaró probado que en el momento de los hechos el acusado tenía conservadas sus facultades intelectivas y volitivas, en base al informe de imputabilidad de los psiquiatras forenses del Instituto de Medicina Legal de Valencia. Aunque había antecedentes de episodios psicóticos previos asociados al consumo de cannabis, el propio acusado reconoció que llevaba un año sin consumir drogas, y también se descartó un posible brote de esquizofrenia.

Así, los forenses concluyeron que el joven no estaba bajo los efectos del consumo de ninguna sustancia cuando cometió el crimen, que «sabía lo que estaba bien y lo que estaba mal», y que en el momento de los hechos el acusado era consciente de lo que hacía y de sus consecuencias.

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