«El asesino de mi madre no debía estar en un hospital, sino en la cárcel»
La hija de Inmaculada Mérida, la víctima mortal del incendio provocado por un maltratador en Psiquiatría de la Fe, exige justicia por el homicidio
Inmaculada Mérida, de 54 años, se encontraba en la cama de su habitación de la 7ª planta de la torre D, en la Unidad de ... Psiquiatría de La Fe, medio adormecida por la medicación de la tarde, que ya le habían suministrado, cuando se vio sorprendida por el incendio provocado de forma intencionada por Héctor G. M., un maltratador interno en esta misma unidad como un paciente más. «El asesino de mi madre no debía estar en un hospital, sino en la cárcel», asevera tajante Maica, hija de la víctima mortal de este homicidio doloso, quien exige justicia por su crimen.
«Ese personaje, por llamarlo de alguna forma, no estaba en condiciones de estar en un hospital. Entiendo que hay pacientes que puedan causar acciones un poco violentas, pero una cosa es eso y otra ya es que te hayas escapado, que tengas antecedentes penales por violencia contra tu pareja e incluso riesgo extremo, ... Tendría que haber estado en la cárcel o aislado totalmente, además había tenido también problemas con otros pacientes», remarca la joven.
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Maica siente «rabia y frustración» porque no sabía que su madre estaba ingresada de nuevo en Psiquiatría. Su abuela y su tío, con los que convivía la mujer, con un trastorno bipolar y esquizofrenia diagnosticada desde 2011, se lo habían ocultado para no preocuparla. De hecho, la tarde del pasado 23 de junio, cuando se desató el pánico en el Hospital La Fe –con una fallecida, ocho intoxicados y dos internos fugados–, la joven era totalmente ajena a la tragedia. Reconoce que ni siquiera vio las noticias ese día. Fue a la mañana siguiente, cuando se encontraba trabajando en la gestoría junto a unas compañeras cuando recibió la llamada de su abuela y le dio un ataque de ansiedad.
«Han fallado todos los protocolos de seguridad, el centro tiene que asumir su responsabilidad por no haberla protegido»
«Mi madre era un cielo de persona a pesar de su enfermedad, siempre miraba por los demás y lo daba todo, cuando estaba bien trataba de animarte», recuerda Maica, quien convivió hasta los 20 años con ella, sus tíos y su abuela, pero ahora seguía manteniendo un contacto regular con ella. «Siempre que la llamaba terminaba diciéndole: 'Mami, te quiero mucho'», rememora con dolor en el corazón.
«Cuando supe lo que había pasado me sentí mala hija, tenía que haber ido a verla», aunque admite que las últimas veces que la vio, su madre se ponía a llorar de tristeza por su situación. «Ella quería estar bien y no paraba de repetir lo siento», explica sobre los episodios violentos y brotes que tuvo que presenciar muchas veces, en los que su madre, tras ser consciente se mostraba arrepentida. «No quiero hacer daño a nadie», les decía.
Es más, fue la propia Inmaculada quien tres semanas antes de su muerte pidió que la ingresaran de forma voluntaria porque sentía que llevaba un tiempo con ataques de agresividad. Así, la ingresaron en la unidad Psiquiátrica del Hospital Clínico. «Allí no les dejaban salir, estaban más vigilados, estaban más atentos a ella, con revisiones permanentes», afirma su hija, ya que la habían ingresado en anteriores ocasiones.
No obstante, tras permanecer unas dos semanas, el viernes anterior al incendio intencionado la trasladaron del Hospital Clínico a Psiquiatría de La Fe por unas obras. La misma tarde de la tragedia su hermano iba a ir a visitarla por primera vez en este nuevo hospital, pero se equivocó y se marchó al antiguo enclave de la vieja Fe. Estando allí recibió una llamada: «Se ha producido un incendio en la Fe y tu hermana estaba ahí ingresada. Es la única que no ha podido sobrevivir».
Falta de vigilancia
La familia de Inmaculada va a pedir responsabilidades no solo al autor del incendio sino al centro hospitalario por no haber evitado que esta persona accediera a un mechero y prendiera fuego a un colchón, provocando una densa humareda tóxica que fue lo que acabó con la vida de Inma. «Tanto simulacro de incendio y aquí han fallado todos los protocolos de seguridad, el centro tiene que asumir su responsabilidad por no haberla protegido», insiste Maica.
Otro aspecto que le ha dolido a la hija de la fallecida es que saliera Carlos Mazón diciendo que se habían puesto en contacto con la familia de la fallecida «y que nos habían proporcionado ayuda psicológica». «Eso es mentira, a día de hoy aún sigo esperando esa ayuda». La ayuda que tampoco tuvo a lo largo de su vida Inmaculada, quien iba a recibir el alta en breve dada su mejoría. «Ya caminaba por los pasillos, me dicen que se le veía más animada e incluso sonreía». Pero no le dieron la oportunidad de recuperar esa sonrisa.
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