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El condenado por abusos sexuales a menores en una iglesia evangelista de l'Horta. I. Cabanes

El acusado de abusos a menores en una iglesia evangelista de l'Horta acepta seis años de prisión

El hijo de la profeta de la congregación ha pagado 80.000 euros para evitar el juicio y los 40 años a los que se enfrentaba

Ignacio Cabanes

Valencia

Miércoles, 25 de junio 2025, 17:37

De los 40 años de cárcel a los que se enfrentaba inicialmente el único acusado por la trama de abusos sexuales a menores de edad en una iglesia evangelista de l'Horta, el hijo de la profeta solo cumplirá, en el mejor de los casos para las víctimas, seis años de prisión. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia le impone penas que suman trece años de cárcel tras el acuerdo de conformidad alcanzado esta mañana entre las partes, concretamente dos años de cárcel por cada uno de los seis delitos continuados de abuso sexual a niñas y niños de entre cinco y diez años, y tres meses por cada delito de exhibicionismo y mostrar pornografía a menores de edad. Pero al aplicarle el triple de la mayor, solo cumplirá seis años, como ha explicado el tribunal en el juicio.

El pederasta confeso, de 32 años y origen paraguayo, se ha asegurado esta considerable rebaja en las penas a las que se enfrentaba -39 años y medio de cárcel, como adelantó LAS PROVINCIAS- al reconocer los hechos y consignar antes de la celebración del juicio dos pagos, por 40.000 euros cada uno, para indemnizar a sus víctimas. Con ello la Sala ha estimado la atenuante muy cualificada de reparación del daño, de ahí la rebaja de las penas impuestas. Además, se le aplica la regla por la cual de forma efectiva solo cumplirá el triple de la mayor pena impuesta, es decir, seis años de cárcel.

Su defensa, ejercida por el letrado Andrés Zapata, también tratará de que se le suspenda la ejecución de las penas al no ser superiores a los dos años y acreditar el arraigo de su cliente, casado y padre de tres hijos. Respecto a las prácticas que se llevaban a cabo en esta iglesia evangelista de un municipio de l'Horta, que este periódico no revela para preservar el anonimato de las víctimas, como la imposición de manos en una especie de exorcismo a las víctimas por parte de la profeta y madre del condenado, nadie responderá judicialmente por estos hechos.

Como ya explicó este periódico, solo iban a ser enjuiciados los abusos sexuales cometidos por el ahora condenado y contra la madre del acusado no se dirigía finalmente acusación ninguna al no constar acreditado que supiera de las acciones delictivas de su hijo con los menores, ni considerarse delito dichas prácticas en las que recitaba versículos de la biblia mientras les hacía creer a los fieles que «iba a sacarles el demonio» porque las niñas tenían pensamientos o conductas inapropiadas.

La profeta, que acudía al juicio en calidad de testigo, ha preferido no hacer declaraciones tras confesar su hijo los abusos. Por su parte, los familiares de los menores agredidos sexualmente, que iban a relatar ante el tribunal la influencia que ejercía sobre ellos la madre del acusado y sus «extrañas prácticas», se han marchado con una sensación rara, por un lado satisfechos porque el acusado ha reconocido los abusos y las víctimas -algunas de ellas todavía menores- no tendrán que pasar por el mal trago del juicio, pero por otra parte consideran que la pena es muy baja y temen que el pederasta pueda salir de prisión en poco tiempo.

Las penas impuestas por cada delito no superan los dos años cárcel y se le aplica el triple de la mayor, que además su defensa intentará que se le suspenda

Además de las penas de cárcel, la sentencia dictada in voce impone al condenado la prohibición de comunicarse y aproximarse a menos de 400 metros de cada una de las víctimas por un periodo de diez años por cada uno de los seis delitos continuados de abuso sexual a menores. En el caso de algunos de los niños, ya mayores de edad, el alejamiento asciende a los doce años por el delito de exhibicionismo de material pornográfico a menores.

Asimismo, también deberá cumplir diez años de libertad vigilada cuando cumpla las penas de prisión y se le impone la inhabilitación especial para el ejercicio de cualquier profesión o actividad que conlleve contacto regular con menores por diez años por cada delito, es decir 60 años, para que el depredador sexual, que ejercía como director del coro de la iglesia, no vuelva a actuar.

A víctimas de entre cinco y diez años

Según los hechos declarados probados, Diego Roberto M. M. abusó de seis menores de entre cinco y diez años, desde 2009 hasta 2014, aprovechando la influencia que su familia tenía en esta iglesia evangelista de l'Horta. Hay una séptima víctima que también denunció haber sufrido abusos por parte del acusado, pero los hechos relatados por la misma se produjeron en el país natal del procesado, Paraguay, y la Justicia española carece de jurisdicción para poder enjuiciarlos.

Los tocamientos y la exhibición de material pornográfico a los menores, de entre cinco y diez años -en alguno de los casos se prolongó hasta cumplir 15 la víctima- se producían en dos domicilios de sendos municipios de l'Horta.

Los hechos fueron destapados en junio de 2023 por una de las menores tras cumplir la mayoría de edad y por el padre de su hermana, de quien también abusó el acusado cuando la niña tenía siete años. Ambas víctimas sufren como consecuencia de los abusos sexuales prolongados en el tiempo un trastorno de adaptación con ansiedad mixta y estado anímico deprimido, según reflejan los informes forenses, que dieron credibilidad a su relato. El procesado comenzó a abusar de una de sus víctimas siendo todavía él menor de edad, con 16 años y ella solo cinco.

El padre de otra menor denunció también los abusos a su hija desde los siete a los nueve años. Según el testimonio de la víctima, se produjeron una veintena de tocamientos en zonas genitales entre 2025 y 2017. En uno de los episodios, todos ellos en un domicilio de l'Horta, el acusado trató de penetrarla mientras dormía, pero no lo logró al despertarse la menor.

De igual modo también se le condena por los abusos continuados a dos hermanos, niños de ocho y diez años, en otro domicilio distinto. Además les ponía contenido pornográfico, les hacía que se desnudaran y les retaba a jugar a un juego en el que el primero que tuviera una erección perdía.

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