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No te olvides de darle la vuelta al colchón cada seis meses. Y pasar la cabeza a los pies. unsplash

Las grandes decisiones

M. Hortelano

Valencia

Jueves, 25 de noviembre 2021, 12:53

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En esta vida hay dos grandes misterios. De dónde saca sus modelitos Tamara Gorro y en qué se han reconvertido los camiones que vendían colchones de manera ambulante en la España profunda de los 80. «Ha llegado el camión de los colchones. Vendemos colchones de las mejores marcas traídos directamente desde fábrica. Tenemos Flex, Pikolin, Normablock. Le retiramos su viejo colchón de espuma o de lana», decía la megafonía a todo trapo del vehículo. Parece que aún lo escucho si cierro los ojos. Una bendición sobre cuatro ruedas que te borraba de un plumazo uno de los mayores quebraderos de cabeza de hoy en día: elegir el colchón de tu cama. El día que me compré la casa fue todo rodado, reforma de la cocina incluida. Unos muebles de aquí, una mudanza de allá, un tabique abajo y la casa aseada. Pero, ay amiga, ponte a comprar el colchón y me lo cuentas.

Hace poco mi amiga Inés y su marido Pau estuvieron a punto del conflicto matrimonial a cuenta de renovar el catre. Y mientras me lo contaba, me di cuenta de que cambiar el colchón se ha convertido en una odisea en pleno siglo XXI. Cuando yo era pequeña o comprabas el Pikolín o comprabas el Flex, en la tienda de muebles de tu barrio, para sustituir los bloques de espuma en los que dormíamos los niños de los 80. De ahí pasamos a los muelles, pero lo del látex y la viscoelástica era cosa de '2001, una Odisea en el espacio'. Así que cuando en 2015 fui a comprar el de mi casa con mi marido, casi acabamos durmiendo en el suelo durante una temporada. Primero, porque las franquicias han hecho como con casi todo lo que se compra y se vende. Arrasar el sector. Y segundo, porque los fabricantes hacen modelos distintos para cada tienda y compararlos según nombre, característica y, sobre todo, precio, es un imposible. Y si estáis pensado que para eso está google, os diré que no, queridos, que ya acudimos al forocoches de los colchones y sólo encontramos crispación y desconsuelo. Elegir material, tamaño, dureza y demás historias es un suplicio. ¿Cómo voy a saber en qué cama quiero dormir si sólo me puedo tumbar medio minuto en uno que ya está sobado por media humanidad? Para eso, prefería el camión de los colchones, que te ofrecía el de oferta. Menos mal que en una de las iluminaciones divinas de un paseo por la ciudad (ay si paseáramos más, de cuántas cosas nos daríamos cuenta) dimos con una pequeña tienda de colchones en la que su propietario no sólo nos trató con paciencia e interés. Es que no nos quiso meter por los ojos el armatoste más caro. Y siete años después seguimos encantados con la adquisición de una nube de algodón con muelles ensacados, con fibra por un lado y viscoelástica por otro. Para que frioleros y calurosos empaten. Ahora, por suerte, las empresas de colchones han ideado un sistema de prueba por el que te dejan dormir en el que podría ser tuyo durante cien noches y si a la 99 se te clava el material en una cadera o te resulta demasiado blando, vienen y te lo recogen, sin compromiso de compra. Coherencia.

Y es que comprar un colchón es una de las decisiones más difíciles e importantes de nuestra vida en una buena temporada. Pero, me he dado cuenta de que como casi todas las cosas trascendentales para las que tenermos que hacer un buen desembolso, la movida es casi un acto de fe. Pensad si no en cómo compramos una casa, un coche, un sofá o un colchón. Pastizales en todo caso y con poca capacidad de prueba durante un tiempo antes de soltar la panoja. Porque, cuando uno se hipoteca, a no ser que sea un alquiler con opción a compra, nunca ha podido probar antes si la casa es ruidosa, si los vecinos son festeros, si los tabiques son de papel, si el piso es caluroso, una nevera, si se aparca fácil o si tiene una falla debajo de las que celebran cada santo del santoral con una verbena con discomóvil. Por eso, si quieres comprar en Valencia, marzo es un buen mes para visitar casas, porque las Fallas y sus carpas ya están montadas. Tres cuartos de lo mismo con un coche. Que si diésel, que si gasolina, que si eléctrico o híbrido. Tres o cinco puertas, con no sé qué configuración de asientos. Total, para luego comprarlo y darte cuenta de que no te cabe en la pírrica plaza de garaje que te tocó entre dos columnas o que consume tanto que te has tenido ya que aprender la ruta de las gasolineras low cost. Con el sofá, tres cuartos de lo mismo. Los que son bonitos, nunca suelen ser cómodos, y si quieres plantar en medio del salón ese tan cómodo con chaise longue, mejor que renuncies a cualquier otro mueble, porque los pisos están hechas para pasar poco tiempo en ellos y el confort está sobrevalorado. La casa, tres cuartos de lo mismo. El día que te hipotecas, firmas el contrato más grande de tu vida sin haber pasado en la casa ni una noche. Sin haberla vivido. Como firmar los papeles de boda con un desconocido.

Las grandes decisiones siempre se toman sin pensar demasiado y casi siempre salen bien. Al resto le damos más vueltas que la centrifugadora cuando lo que hay dentro de la lavadora es lana. Por eso, hay que vivir más y pensar menos. Detenerse sólo en aquello que nos prometa momentos de abrigo. En esas ando yo, con un café con leche calentito en las manos, disfrutando de todo lo que me costó elegir y comprar este colchón. Pero qué bien duermo ahora cada noche. Es lo que tienen las grandes decisiones bien tomadas.

Culturismo

Alacridad

Según la RAE, alegría y presteza del ánimo para hacer algo. Según la cuenta de @EtimosDirectos, de la que tanto se aprende, viene del latín «alacritas», que significa «alegría o entusiasmo». «Alacritas» en latín deriva del adjetivo «alacer», de cuya variante «alicer» evolucionó el castellano alegre. Alacridad y Alegría son, pues, sinónimos etimológicos.

Pantallazos

Esta semana estoy muy ocupada descansando, así que las recomendaciones son todas de manta y sofá.

Castañas:Si te apetece asar castañas en casa pero le tienes miedo a la factura de la luz que te puede dejar la media horita de horno...te traigo la solucicón. Hazles un corte con un cuchillo, ponelas de 12 en 12 en un plato y ponles la tapa del microondas. Programa 2,5 minutos a máxima potencia y pélalas en cuanto pase ese tiempo. por favor, recuerda partirlas con un cuchillo o te puedes llevar una desagradable sorpresa en el microondas.

-Acción de Gracias: El jueves que viene también se celebra en Estados Unidos el tradicional Día de Acción de Gracias. Lo que más me interesa de esta fiesta, como de casi todas, es la comida que se zampan los americanos y que yo algunos años he preparado, como buena ama de casa. Pavo relleno, salsa de arándanos, purés de distintos tipos y tarta de calabaza. Una de las cosas que me alucinan es la ceremonia de indulto del pavo que lleva a cabo cada año el presidente de turno. Esta vez será el primer indulto de Joe Biden. El pavo ganador se salva del horno y se gana una buena vida en los jardines de Mount Vernon, la mansión donde vivió el primer presidente de EE.UU, George Washington. Una historia que me fascina. Atentos, porque el miércoles se dará a concoer al pavo ganador.

-Valencianos para el siglo XXI: La redacción de LAS PROVINCIAS se viste de gala esta semana que viene. El jueves nos iremos de cena para celebrar la entrega de los premios que cada año damos a un grupo de personas que han sido referentes el año anterior y a los que elegimos en una votación los redactores del periódico. Este año lo recogerán los familiares de víctimas del terrorismo, la Fundación Conexus, Luis Enjuanes, Paula Bonet y a José Luis Gayà y Carlos Soler.

Gat-checking: periodismo de gatos

Aunque la cama sea enorme, yo duermo en una esquinita

Ah, y recuerda una cosa. Esta carta sólo llega por correo, no la encontrarás en ningún sitio más. Comparte si quieres algo de esta newsletter en tus redes (si aún no te las has cerrado) y etiquétame o usa el hashtag #capturadepantalla para ayudarme a llegar también a tus amigos. Compartir es vivir. Y si eres nuevo aquí y quieres leer algunas de las últimas cartas de amor a las tonterías, puedes leerlas aquí abajo. Te dejo las cuatro anteriores.

20. No conozco a mis vecinos

21. Librito de lomo

22. Olor a pollo asado

23. Vivir bien

Esta semana no hay deberes, que si descanso yo, descansáis vosotros. Pero como me encanta que me contéis vuestras cosas, te leo en marta.hortelano@lasprovincias.es

Prometo no contar nada. O sí.

Como cortesía, y por haber llegado hasta el final, te dejo tres enlaces de cosas que sí o sí debes saber y que sí o sí no sabes.

Marta

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