
Secciones
Servicios
Destacamos
Europa Press
Lunes, 21 de abril 2025, 20:32
El camarlengo de la Santa Iglesia Romana, el cardenal Kevin Joseph Farrell, ha tomado el mando del Vaticano desde este lunes 21 de abril, tras el fallecimiento del Papa Francisco. Sus funciones han comenzado a las 20:00 horas, con el rito de certificación de la muerte y la colocación del cuerpo del Papa Francisco en el ataúd, según lo previsto por el Ordo Exsequiarum Romani Pontificis.
En el rito participan el decano del Colegio Cardenalicio, los familiares del Pontífice, y el director y subdirector de la Dirección de Sanidad e Higiene del Estado de la Ciudad del Vaticano. Después del mismo, Francisco será depositado en el ataúd con una túnica blanca, según informa el portal oficial del Vaticano 'Vatican News'.
El Papa Francisco simplificó el pasado mes de noviembre el ritual de los funerales pontificios eliminando, entre otras, la tradición de los tres ataúdes, el catafalco, el báculo papal o los tratamientos más allá de obispo y Papa. Por deseo propio, Francisco no será enterrado en la Basílica de San Pedro como muchos de sus predecesores, sino en Santa María la Mayor de Roma. Durante su vida eligió como tumba una habitación lateral de la Basílica de Santa María, en la que, según contó Francisco en una entrevista, anteriormente se habían guardado candeleros.
A la muerte del Pontífice, todos los jefes de los dicasterios de la Curia Romana, tanto el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, como los cardenales prefectos y los presidentes arzobispos, así como los miembros de los mismos dicasterios, cesan en el ejercicio de sus cargos, excepto el camarlengo y el penitenciario mayor, que siguen ocupándose de los asuntos ordinarios, sometiendo al Colegio de los Cardenales todo lo que debiera ser referido al Pontífice.
Francisco eliminó la llamada 'Cámara Apostólica' un colegio de eclesiásticos que asistía al cardenal camarlengo durante la gestión de la Sede Vacante.
En cuanto a las funciones del camarlengo, tal y como dicta la Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis promulgada por Juan Pablo II, y actualizada según las modificaciones introducidas por Benedicto XVI, «apenas recibida la noticia de la muerte del Pontífice, el camarlengo de la Santa Iglesia Romana debe comprobar oficialmente la muerte del Pontífice en presencia del Maestro de las Celebraciones Litúrgicas Pontificias, de los Prelados Clérigos y del Secretario y Canciller de la Cámara Apostólica, el cual deberá extender el documento o acta auténtica de muerte».
El camarlengo debe además sellar el estudio y la habitación del Pontífice, disponiendo que el personal que vive habitualmente en el apartamento privado pueda seguir en él hasta después de la sepultura del Papa, momento en que todo el apartamento pontificio será sellado.
Entre otras funciones, también deberá tomar posesión del Palacio Apostólico Vaticano, y personalmente o por medio de un delegado suyo, de los Palacios de Letrán y de Castel Gandolfo, ejerciendo su custodia y gobierno; establecer todo lo que concierne a la sepultura del Pontífice; y cuidar, con el consentimiento del Colegio de los Cardenales, «todo lo que las circunstancias aconsejen para la defensa de los derechos de la Sede Apostólica y para una recta administración de la misma».
Igualmente, es competencia del camarlengo, durante la Sede Vacante, cuidar y administrar los bienes y los derechos temporales de la Santa Sede, con la ayuda de los tres cardenales asistentes, «previo el voto del Colegio de los Cardenales, una vez para las cuestiones menos importantes, y cada vez para aquéllas más graves».
Además, el documento precisa que durante la Sede Vacante, el Colegio de Cardenales administrará solo los asuntos ordinarios y urgentes, sin poder modificar leyes papales ni tomar decisiones reservadas al Papa. «Mientras está vacante la Sede Apostólica, el Colegio de los Cardenales no tiene ninguna potestad o jurisdicción sobre las cuestiones que corresponden al Sumo Pontífice en vida o en el ejercicio de las funciones de su misión; todas estas cuestiones deben quedar reservadas exclusivamente al futuro Pontífice», se lee en la constitución apostólica.
Además, añade que «el gobierno de la Iglesia queda confiado al Colegio de los Cardenales solamente para el despacho de los asuntos ordinarios o de los inaplazables y para la preparación de todo lo necesario para la elección del nuevo Pontífice».
Tras la muerte del Papa, el decano del Colegio Cardenalicio convoca a todos los cardenales de la Iglesia universal a Roma para asistir a los funerales del Papa y discutir el perfil de su sucesor.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Destacados
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.