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La alimentación es la base de una buena salud y cada vez son más quienes están concienciados de la importancia de cuidar lo que comen y cuándo lo hacen. La dieta debe ser lo más equilibrada posible para que a nuestro cuerpo no le falten nutrientes, vitaminas ni minerales y pueda funcionar de forma óptima. Para ello, en nuestros platos no deben faltar proteínas, hidratos de carbono y grasas saludables y se debe mantener una buena ingesta de legumbres, cereales, frutos secos, fruta y verdura, que mucha gente tiende a dejar más de lado a la hora de cocinar.
No osbtante, a veces resulta complicado poder tener nuestra analítica en regla y siempre termina saliendo que algún que otro nivel lo tenemos descompensado o que nos faltan vitaminas. De ahí que sean cada vez más quienes opten por complementar su alimentación con suplementos o vitaminas, para tratar de que el cuerpo esté lo mejor posible. El boom de la suplementación ha llegado fuerte a las redes sociales, donde abundan los post explicando los beneficios de tomar un extra de colágeno, magnesio o vitamina D, entre otros.
Lo mejor siempre es acudir a un profesional que nos oriente sobre si realmente necesitamos o no algún suplemento y cuál puede ser el mejor en función de tu caso personal. No obstante, es bueno informarse sobre datos nutricionales que nos puedan dar un empujón en nuestro día a día, como por ejemplo qué es y para qué sirve la vitamina K.
La vitamina K «tiene dos versiones, K1 y K2, y está escondida en alimentos tan deliciosos como las verduras de hoja y algunos aceites vegetales», explican desde la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU).
Se trata de una vitamina clave para que el cuerpo «funcione como un reloj» y también es como conocida como «vitamina de la coagulación». La OCU detalla que es «una superheroína silenciosa que cuida de la coagulación de tu sangre y también de tus huesos» y es tan importante como la C o la D, aunque se hable menos de ella.
Se trata de una vitamina liposoluble, es decir, que se disuelve en grasas y se almacena en el hígado y los tejidos adiposos. Es imprescindible para la coagulación de la sangre y la fijación del calcio en los huesos, además de para prevenir la calcificación de las arterias. La K1 la podemos adquirir de alimentos de origen vegetal, mientras que la K2 está producida por bacterias de nuestra microbiota del intestino y también está presente en algunos alimentos de origen animal y fermentados.
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