Hosteleros de El Palmar activan sus bombas de agua ante posibles reventones
Restaurantes y vecinos de la pedanía de Valencia lamentan la tardanza del Ayuntamiento en solventar los fallos en la tubería
Marta Beltrán
Valencia
Viernes, 18 de julio 2025, 00:19
Bajo un sol abrasador de verano, las calles de El Palmar se ven repletas de marcas verde fosforito que solo pueden significar una cosa: ... la pedanía se prepara para su primera operación en canal. En la sombra, sus vecinos se refugian del calor y cruzan los dedos para que otro reventón, que podría ocurrir en cualquier momento, les fastidie el fin de semana.
LAS PROVINCIAS visita esta zona de la Albufera para comprobar, de primera mano, cómo se sienten los vecinos tras haber ganado una guerra que no parecía tener fin. Han tenido que pasar más de 16 años para que los habitantes de esta pedanía consigan ser escuchados. «Es todo una incógnita y vivimos con una inquietud constante», admite Sigifredo, vecino de toda la vida. La gente tiene miedo y «necesita que se arregle ya el problema de canalización».
En lo que llevamos de mes, ya ha habido cuatro reventones de tubería en El Palmar, pero esto no es algo nuevo para sus habitantes. «Llevamos décadas con este rollo y siempre pasa lo mismo: hacen un parche y se van», explica Sigifredo, cansado. Y es que durante todos estos años la solución del Ayuntamiento siempre ha sido arreglar cada fuga de forma puntual, en vez de sustituir la canalización por completo para evitar más reventones.
Pero, por fin, el próximo lunes empezarán las obras para la sustitución del sistema de tuberías de la pedanía y los residentes, lejos de estar molestos, apoyan por completo esta decisión, porque están cansados de tener que vivir a la espera de un nuevo reventón.
«Está claro que la actuación en la canalización afectará a las terrazas y al negocio, pero es necesario», dice José Antonio Torrent, dueño del restaurante Mornell. Como él, los demás restaurantes de la zona también se muestran a favor de las obras, a pesar de las posibles molestias que puedan ocasionar por ruido o por calles cortadas. ☺
En cuanto a los cortes de agua, las anteriores veces que han acudido a arreglar las fugas «han ido lo más rápido posible, e intentan no molestar mucho», asegura Daniel Gayán, propietario del restaurante Albufera. Sin embargo, es inevitable sentir algo de impotencia por lo mucho que han tardado en darles una solución. «No deberíamos quedarnos sin agua cada dos por tres, por eso son necesarias las obras», aclara Sigifredo.
Durante la última racha de reventones de este mes, la mayoría de restaurantes se han 'salvado' de quedarse sin agua porque todos han ocurrido por la noche cuando ya habían cerrado. No obstante, muchos de estos establecimientos disponen de depósitos de agua que les pueden sacar de un apuro si se da el caso de una falta de suministro en horas de servicio. «Soportaremos las incomodidades que tengamos que soportar, porque si lo van a arreglar, será bueno para todos», comentan.
«Está claro que la actuación en la canalización afectará a las terrazas y al negocio, pero es necesario», dice José Antonio Torrent, dueño del restaurante Mornell. Como él, los demás restaurantes de la zona también se muestran a favor de las obras, a pesar de las posibles molestias que puedan ocasionar por ruido o por calles cortadas. ☺
El Palmar se siente olvidado y recuerda al Ayuntamiento que también forma parte de Valencia
Pero aunque ya han conseguido lo que querían, su batalla aún no ha terminado. «No sabemos si habrá reventones este fin de semana, pero seguramente sí», agrega José Antonio. La incertidumbre tendrá que durar tres días más en los que ningún vecino podrá evitar preguntarse cuándo y dónde ocurrirá el siguiente estallido.
Hasta el próximo lunes, sus pensamientos estarán invadidos no solo por esa inseguridad que les persigue, sino también por un fuerte sentimiento de abandono y una gran pregunta: ¿si esto hubiera ocurrido en la ciudad, también habrían tardado décadas en arreglarlo? «Somos Valencia y estamos a 25 kilómetros pero parece que estemos a 2.500», lamenta Sigifredo: «Nos llega todo tarde y mal, no nos parece correcto». Así, la lucha de El Palmar por una canalización digna va más allá del simple bienestar de sus habitantes. Además, es una forma de hacer ver al Ayuntamiento y a la ciudadanía que las pedanías también existen.
«No puedo dormir porque tengo miedo de que me vuelva a entrar agua»
El pasado jueves, Juli Soler, nacida y criada en El Palmar, presenció con sus propios ojos la explosión de una tubería que formaba parte de la canalización de la entrada de su casa. En unos pocos segundos, la que antes fue el hogar de su abuela se vio invadida por un invitado sorpresa: el agua de las cañerías. «Estaba tan tranquila y de repente, ¡boom! explotó», relata.
«Nada más me vieron, los vecinos entraron a ayudarme», explica, orgullosa. Unos dirigían el agua con recogedores, otros con escobas e incluso trajeron bandejas de horno para ponerlas en la puerta y que no pasara el agua. «Filtraba hasta por los ladrillos, parecía un grifo», describe.
Pero mientras todos la ayudaban, Juli no pudo evitar sentir una especie de 'dejà vu': esto ya le había ocurrido antes. «Hace unos 16 años ya me reventó por el mismo sitio y vinieron y lo reparé. Eso es lo que no me cuadra a mí, si ya estaba arreglado ¿por qué revienta otra vez?». Una pregunta para la que nadie tiene una respuesta definitiva. El Ayuntamiento insiste en que los reventones se deben a la ola de calor, pero ni Juli ni los vecinos de El Palmar encuentran lógica en esta explicación.
«Esa canalización la hicieron, por lo menos, en la década 60, eso estará deshecho totalmente», cuenta Juli, que lleva casi toda su vida soportando los fallos en las tuberías. Además, ella recuerda perfectamente que la calle Vicente Baldoví, donde ocurrieron los primeros reventones del mes, «fue la primera que canalizaron», lo que quiere decir que tiene las tuberías más viejas.
«A la mañana siguiente del reventón, tenía la casa otra vez llena de agua», relata la mujer, aún asustada por lo que le ha pasado. «Subí todos los muebles y todavía no los he bajado porque tengo miedo de que me vuelva a pasar, no puedo ni dormir».
Una preocupación que acecha a cada vecino de esta pedanía, donde vivir con el miedo constante a un nuevo reventón se ha vuelto parte de la rutina diaria. Mientras esperan una solución real y duradera, los habitantes de El Palmar siguen pendientes del más mínimo ruido, temiendo que sea el anuncio de otra explosión.
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