Las siete vidas de Ruth Merino
La consellera de Hacienda sigue al frente del departamento a pesar de las quinielas que de nuevo la situaban fuera del Gobierno valenciano en una remodelación muy rebajada ante la crisis generada por la salida de Mazón
Burguera
Jueves, 6 de noviembre 2025, 00:16
Ruth Merino va camino de batir el récord de Serafín Castellano, en su momento reconocido por su capacidad para desmentir la rumorología que le ... dejaba fuera de los Gobiernos valencianos del PP. Castellano fue saltando de uno a otro Consell durante 15 años. Tras la nueva remodelación del actual Ejecutivo autonómico, la primera consellera de Hacienda de la historia de la Generalitat puede añadir una muesca al revólver de política. Ha vuelto a salvar un 'match ball'. De relativamente breve carrera política, Merino ha demostrado una enorme pericia a la hora de esquivar balas que parecían llevar su nombre sin perder el gesto cordial. Una escurridiza sonrisa en mitad de la deprededora vida política valenciana, tal y como ha vuelto a demostrar ahora.
La remodelación del Consell estaba diseñada para ser de mucha más entidad de lo que finalmente ha sucedido, limitada a la salida del teniente general Gan Pampols y su sustitución por Vicente Martínez Mus, que amplía competencias. Ni una cara nueva ni un adiós de nadie que no quisiera irse. En las quinielas de las semanas previas aparecían cambios en tres o cuatro consellerias. Pero no. Tras la crisis, nueva vida de Merino, y ya van unas cuantas.
Ruth María Merino Peña comenzó a brillar en el firmamento de la política valenciana en 2019 de la mano de Toni Cantó. En Ciudadanos, partido en el que ya demostró virtudes de superviviente nata para saber situarse y oler el peligro. Saltó de portavoz adjunta en Les Corts a síndica de Cs cuando Cantó dio la espantada. El ascenso fue peleado. Muy peleado. Dejó heridas internas.
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Eran varios los miembros del grupo parlamentario que se consideraron merecedores de la sindicatura que dejaba Cantó, en el mes fallero de marzo de 2021. A pesar de un trato personal muy cordial que ha mantenido como consellera, entre los diputados de Cs había varios que advertían repetidamente a la prensa de sus ausencias en fechas señaladas de debates de síndicos o un 9 d'Octubre que coincidió con un viaje familiar. Tanto le tenían cogida la matrícula a Merino sus propios compañeros que cuando el partido comenzó a desintegrarse definitivamente, la síndica se sintió completamente desplazada. Durante los últimos meses de 2022, Cs cayó en picado su portavoz admitió en público su desconocimiento de lo que ocurría en el partido. Y en enero de 2023, anunció su salida de Ciudadanos. Saltó de ese barco en el momento justo, una formación que en las elecciones celebradas cinco meses más tarde quedó muy lejos de lograr los votos necesarios para tener representación parlamentaria. Se libró de la debacle con tiempo para reincorporarse un breve tiempo a su trabajo en Hacienda. Y no solo a la Agencia Tributaria.
El 2 de febrero de ese año, no habían pasado ni tres semanas de su comparecencia en Les Corts para decir adiós como síndica, Carlos Mazón la presentó en la sede del PPCV de Valencia como fichaje para su equipo económico. Incorporación rutilante pero no sorprendente. El trasvase era un rumor a voces entre los diputados críticos de Ciudadanos ya en julio de 2022, medio año antes: «¿En serio que la va a fichar el PP?», preguntaban por Whatsapp desde uno de los escaños de Cs. Pues sí, la ficho. Y no para cualquier cosa.
Tras la victoria del PP en las elecciones de mayo de 2023, Carlos Mazón la nombró consellera, pero no una cualquiera. Se convirtió en la primera mujer consellera de Hacienda... y de Administración Pública... y portavoz del Consell. No pocos miembros del PP admitieorn en privado su asombro y un evidente recelo. Una antigua portavoz de Cs, que le había dado para el pelo a los populares en Les Corts a cuenta de la corrupción, se convertía en una de las caras más destacadas del nuevo Gobierno valenciano. Merino no cambió su talante. Tan cordial que, en las ruedas de prensa posteriores a los plenos del Consell, en Presidencia echaban de menos algo más de «filo», de mala intención frente al Gobierno central.
Un año después llegó su primera revalida. Vox abandonó el Consell el verano de 2024. Ahí se produjo una remodelación en la que ya hubo runrún sobre si mantendría todas sus competencias. Continuó. Sin embargo, la dana propició que en diciembre de ese mismo año se produjese una nueva remodelación. Entonces, sí. Dejó de ser portavoz, sustituida por Susana Camarero, y las competencias de Administración Pública recalaron en la nueva consellera de Justicia, Nuria Martínez. Dejaron el Consell Pradas y Montes, y en algún momento el nombre de Merino sonó para convertir el duo en terna. Pero tampoco.
Una nueva reestructuración del Ejecutivo estaba prevista para el actual otoño. Y de nuevo en verano comenzó a sonar el nombre de Merino como posible candidata a dejar el Consell. Se le preguntó incluso a la propia consellera en alguna entrevista por esos cambios. En septiembre, el propio Mazón anunció que tal día como este miércoles pondría realizaría una reformulación del Gobierno valenciano aprovechando la salida voluntaria de Gan Pampols. Sonó Merino, igual que sonó el nombre de Barrachina, pero no para dejar el Consell, sino para convertirse en portavoz. La consellera de Hacienda activó a su equipo y su agenda se densificó.
Pero no. Ni una cosa ni la otra, ni ascensos ni descensos en el Gobierno valenciano. El brutal desgaste de Mazón durante las últimas semanas convirtió la continuidad del president en insostenible, y la renovación del Gobierno perdió todo el sentido. Y Merino demostró que si los gatos siempre caen de pie, ella conoce el secreto para no caer, habilidad de funambulista, y de superviviente.
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