El estruendo atronador del pabellón de Nou Moles
Los vecinos denuncian que el ruido de las máquinas de climatización sobrepasan lo permitido y les impide dormir
Rosana Ferrando
Valencia
Viernes, 18 de julio 2025, 12:15
El ruido que genera el complejo polideportivo de Nou Moles, que lleva abierto menos de un año, ha llevado a los ciudadanos del barrio ... a quejarse a la Generalitat, al Ayuntamiento de Valencia y a la policía. Aseguran que las máquinas permanecen encendidas las 24 horas del día y, que por lo tanto, impiden su descanso y afectan a su salud. El gerente del pabellón, Vicente Salvador, asegura que se han hecho las comprobaciones correspondientes a partir de la llegada de las reclamaciones y que los decibelios se encuentran dentro del baremo permitido por la ley.
«La vibración de las máquinas se nota en la calle, pero se siente aún más conforme te vas alejando y dentro de las casas», explica el representante de la finca Virgen de las Injurias nº 2, cuya fachada da al edificio deportivo. Para los vecinos no supone un problema grave que los aparatos estén encendidos por el día ya que el sonido ambiente de la calle Burgos mitiga sus efectos porque está muy transitada. No obstante, por las noches es «atronador» y se cuela por las ventanas a pesar de que el cristal esté preparado para aislar el sonido. En las viviendas más antiguas, que no cuentan con vidrio con cámara de aire para atenuar el ruido, es mucho peor. «Si me despierto por la noche, ya no hay vuelta atrás, es imposible que me vuelva a dormir porque parece que las máquinas estén dentro de mi casa. Y no solo eso, también es horroroso tener que dormir con todo cerrado en verano», explica el representante de los vecinos, que vive en un segundo piso. Además, asegura que cuanto más alto, más se escucha el sonido ya que este viaja hacia arriba.
Las soluciones que proponen implicarían la modificación de una estructura prácticamente nueva ya que el pabellón abrió el pasado 21 de octubre de 2024, fecha en la que ya había quejas por el mismo motivo. Proponen mover las máquinas al techo y que las rejillas no se proyecten hacia los edificios de los alrededores. «No es imposible, en la calle Luis Lamarca, que también linda con el complejo, han conseguido que quiten unas torres que provocaban el mismo problema. Pienso quejarme cada semana hasta que la calle Burgos pueda dormir tranquila», sentencia el vecino.
Varias comunidades de vecinos, como la de la finca Virgen de las Injurias nº 2 con 15 puertas, han llevado a cabo muchos trámites para poner solución al problema: diversas denuncias a la policía que por el momento no han obtenido respuesta, quejas a la Generalitat y al Ayuntamiento, así como reclamaciones en el propio pabellón. Conselleria ha admitido dichas acusaciones pero queda pendiente un informe que acredite que se han tomado medidas al respecto. De ser así, los residentes de las fincas colindantes no han percibido ningún cambio. Otras quejas han prescrito sin haber conseguido ninguna respuesta. «Lo peor es que nos dan la razón pero no llega la solución: los agentes se han asomado a mi balcón y han coincidido en que es insoportable», explica un vecino. Ante la desesperación, un vecino ha tomado la iniciativa para una recogida de firmas a través de la página change.org.
Los responsables de las instalaciones aseguran que la cantidad de sonido y vibración emitida se encuentra dentro de lo establecido por la ley, hasta 55 dB(A) en el horario de apertura diurno. Sin embargo, el medidor de LAS PROVINCIAS ha llegado a marcar 62,8 a las 11. 13 horas de la mañana de este 16 de julio. Vicente Salvador, responsable de la gestión del recinto, ha recibido reclamaciones pero afirma que esta situación no está al alcance de sus competencias, sino que son el Ayuntamiento de Valencia o la Fundación Deportiva Municipal quienes tienen que hacerse cargo del problema.
Las máquinas que generan dicho sonido son deshumectadoras. Su propósito es reducir la cantidad de humedad en relación a las proporciones que haya en el exterior. Sostienen que es inviable apagarlas durante la noche, cuando el polideportivo permanece cerrado, porque son vitales para que al día siguiente el espacio esté en condiciones para los deportistas. Las personas que sufren las consecuencias de la nueva infraestructura piensan que están sacrificando los derechos básicos de las personas, entre ellos el del descaso, en favor de otras necesidades más superfluas.
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