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El novillero Marcos, en el festejo de ayer. txema rodríguez
Marcos salva la tarde en el descuento

Marcos salva la tarde en el descuento

Los novillos de El Freixo embisten con ritmo aunque Jorge Rico va de menos a más y Toñete pone empeño pero no llega a alcanzar el ajuste Corta una oreja por una buena faena al toro que cierra plaza en la feria de Fallas

JOSÉ LUIS BENLLOCH

VALENCIA.

Miércoles, 14 de marzo 2018, 00:36

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No fue una buena tarde. Era la segunda novillada de feria. Una de esas tardes con la que sueña cualquiera que quiera ser torero. Luego pasó que los sueños, sueños son... Una pena. Estaban los ingredientes, novillos de hierro postinero, novilleros de los que encabezan el escalafón y un público, ya sabemos cómo es Valencia, dispuesto a escuchar y a emocionarse en cuanto saltase media ocasión, pero vaya usted a saber por qué motivo la salsa no acababa de trabarse. Momentos gustosos sí hubo, también destemplanzas innecesarias seguramente propias de la edad, cierta desgana que en este caso no casaba con la edad, novillos nobles y bonancibles, lustrosos y bien criados aunque poco emotivos, ese fue su pecado... así que la realidad fue empujando la tarde hacia una atormentada discreción. Hasta que llegó el sexto, no hay que perder la esperanza, y la salsa comenzó a trabarse, cogió cuerpo, sabor, calor y la respuesta del personal fue inmediata. Los oles surgieron seguidos, la espada viajó contundente, y por fin el presidente tuvo motivo para flamear el pañuelo. Los autores fueron el llamado Marcos y Travieso, novillero de hondas raíces taurinas y un utrero precioso, negro como las moras, del hierro de El Freixo, lo que equivale a decir de El Juli, de padre de Garcigrande y madre de Daniel Ruiz, que embistió con ritmo y a más. Ambos juntos lograron desarrugar el entrecejo y el personal se fue conformado de la plaza. Sólo la estocada ya valió la pena.

Sucedió en una tarde de espléndida temperatura, en la que por fin Eolo dio un respiro a los lidiadores. Nos lo merecíamos todos. Los novillos de Juli, sobrados de romana, de justo y correcto armamento, sacaron más nobleza que fuerzas, el quinto declaradamente manso y huido, dejó la impresión de que en los tercios adecuados y con una muleta que lo sujetase, hubiese sido toro de éxito pero eso no pasa de ser una especulación. El que quedó como manifiestamente bravo y enclasado fue el tal Travieso que cerró plaza.

Los novilleros apostaron más por la compostura y las buenas maneras que por el arranque y las ansias novilleriles. Torearon bonito por momentos pero nunca dieron opción a que les tuviésemos que disculpar las osadías ni los equívocos. Fue todo correcto, demasiado correcto. Toñete, que manejó la capichuela con gusto, a su primero le hizo faena a más de tal manera que sus mejores momentos llegaron en las tandas postreras sobre la derecha. En su segundo puso empeño pero no alcanzó el ajuste, demasiados toques, demasiada crispación.

Los novillos, sobrados de romana y correcto armamento, sacaron más nobleza que fuerzas La tarde tuvo otro momento de mucho rango en el tercio de banderillas del tercero

Jorge Rico, que se llevó los dos novillos de mayor nobleza, fue de más a menos. Los primeros compases a su primero, todo un primor, marcaron la cima y a partir de ahí se deslizó a otros niveles más corrientes y en su segundo nunca alcanzó a sujetarle su huidiza nobleza.

Marcos tuvo un primer oponente noble y renuente, de mucha clase y poca fuerza, al que sacó naturales limpios y bien trazados que no llegaron a redondear faena. Y a su segundo, el toro de la rehabilitación, lo toreó con ligazón, muy suficiente, fácil, con los tiempos justos y sobre todo lo mató con contundencia de excelente estocada.

La tarde tuvo otro momento de mucho rango, sucedió en el tercio de banderillas del tercero, magnífica la lidia capotera de Sergio Aguilar, rítmica, justa y pausada, y excelente el banderillear de Miguel Martín y Domingo Valencia, interpretación que se repitió en el sexto, aunque en este caso fue Sergio Aguilar, completísimo como torero, quien dejó un par de premio grande.

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