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El mapa de las competiciones europeas enfila unas semanas decisivas y lo hace con el ambiente más tenso desde que la FIBA y la Euroliga separaran sus caminos hace 25 años. Con el organismo que preside Motiejunas sin definir si mantendrán una competición de 18 equipos o acometerán una expansión, algo que se puede complicar con la fuga de equipos hacia la BCL, lo único claro es que los 12 propietarios que tienen licencia hasta 2035 activa para jugar, porque el CSKA sigue suspendido, necesitan como mínimo a seis compañeros de viaje para seguir con el formato actual de 18. Realmente son cinco, puesto que el Hapoel Tel Aviv se ha ganado su plaza tras ganar la Eurocup. Siguiendo la hoja de ruta de las últimas temporadas, el Mónaco también debería renovar un año su plaza heredada desde que ganó la Eurocup al quedar por delante de París Basketball con lo que, sin expansión y si se cumple este útimo extemo, son necesarios cuatro equipos más.
Aquí reside uno de los grandes problemas. El Hapoel está dispuesto a pagar mucho dinero (15 millones por tres años más allá del que tienen asegurado) por una licencia para asegurarse como mínimo jugar la competición hasta 2029 y eso ha disparado la cotización de una licencia que la última vez que el Valencia Basket disputó la Euroliga tenía un coste de 500.000 euros, hace dos temporadas, y que la pasada subió hasta 1 millón. Ahora, aunque la negociación con cada club se ha establecido de forma individual y con matices, el precio que está pidiendo la Euroliga para otorgar acuerdos de tres años, tal y como confirmaron varias fuentes conocedoras de la situación a este periódico, es un contrato marco de 6 millones por tres años. Es decir, 2 millones por cada edición de la Euroliga. Una inflación cuya primera consecuencia fue la renuncia del Alba Berlín a la vía de la Euroliga y de la Eurocup y su anuncio de que se marchan a jugar la BCL.
El Valencia Basket, tal y como adelantó este periódico, es otro de los que están haciendo números para tomar una decisión. Algo que nunca se había planteado Juan Roig puesto que la única vez que hubo que decidir, cuando la FIBA ofreció al entonces Pamesa jugar la Suproliga en la temporada 2000-2001, la entidad de la Fonteta no tuvo dudas en seguir en la Copa Saporta (que era la segunda competición que ahora es la Eurocup para no crear conflicto con la Euroliga recién creada). Otros clubes a los que se les ha ofrecido la licencia, con algunos matices en varios de los casos, son París Basketball, Virtus Bologna, Partizan, Estrella Roja y Dubai Basketball. Este último equipo, que de momento disputa tan sólo la Liga Adriática, es otro de los que puede provocar esa inflación del precio de la licencia. Algo que, con el sistema de reparto actual de la Euroliga en cuanto a los ingresos, hace que económicamente sea insostenible pagar ni siquiera el millón de euros que fue la última cotización de esa licencia anual. El Valencia Basket es el mejor ejemplo en un sistema donde los clubes que son propietarios no ven un euro si no quedan clasificados por encima del puesto 14. La entidad taronja, en su última participación, ingresó 230.000 euros de la edición de la Euroliga 23-24 quedando en el puesto 13 de la competición.
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