El ritmo criminal de Ozuna desata el perreo en el Bigsound
El puertorriqueño se deja la piel en el escenario junto a las bailarinas ante un público que no dejó de bailar y corear sus canciones más icónicas
La quinta edición del Bigsound Festival se despidió como cabía esperar: con fuego, sudor, reguetón y un mar de manos alzadas siguiendo las órdenes ... de Ozuna, que convirtió el escenario principal de Les Arts en una caldera ardiente donde no cabía un alma más. El llamado 'negrito de ojos claros' llegó dispuesto a poner el broche final con un espectáculo que no escatimó ni en llamas ni en entrega, y desde la primera canción dejó claro que no se guardaría nada para otro día.
'Ahora dice' y 'Criminal' fueron dos de las canciones con las que el cantante arrancó su actuación e hizo bailar a todo un público que sólo estaba para él, puesto que los otros dos escenarios concluyeron su actividad antes. Alex Martini y La Zowi fueron los últimos en actuar antes de dar paso al puertorriqueño.
«¿Ustedes están ready?», preguntó al arrancar su cuarta canción, justo antes de sumergir al público en una historia de amor imposible que hizo vibrar a los más jóvenes (y los no tanto). Pero más allá de los ritmos pegajosos, Ozuna trasladó un mensaje a favor de «tratar bien a la mujer» que le sirvió para para dar paso a otro de sus temas.
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Miles de gargantas cantaron hasta la extenuación. Cuando sonó 'El farsante', la arena se vino abajo. Las notas de la frase «si todavía me amas como antes» retumbaron desde todos los rincones del recinto, elevando la euforia colectiva. Pero el delirio total llegó con 'Te boté', un regalo inesperado que Ozuna hizo al interpretar este éxito compartido con Bad Bunny, Casper Mágico y Nio García. El Bigsound perreó hasta el suelo, bajo una tormenta de luces y fuego, acompañando cada verso como si fuera un rezo compartido.
«¡Manos arriba, hasta los de las luces, vamos!», animaba el artista con un entusiasmo contagioso que saltaba del escenario a cada metro cuadrado del recinto. Y la comunión fue tal que cuando gritó «yo no me quiero ir de aquí, Valencia», la respuesta fue un rugido unánime que pedía más del artista.
La traca final llegó con Taki Taki, ese éxito global que incendió —literalmente— el escenario. Las llamaradas disparadas al ritmo de la percusión crearon un momento de euforia coreado por miles: «Báilame como si fuera la última vez», cantaban todos como si, efectivamente, fuera su último baile.
«Cada vez que vengo me reciben con más amor y más respeto», agradeció Ozuna con la voz entre jadeos y emoción, antes de volver a entonar el estribillo final. La escena se cerró con fuegos artificiales iluminando el cielo sobre la Ciudad de las Artes y las Ciencias, una postal que ya es tradición para este festival urbano que no deja de crecer.
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