Medusa no quiere ser Tomorrowland
El festival de Cullera recalibra su dispositivo de seguridad tras el incendio en el evento de Bélgica | Más de 50.000 jóvenes disfrutan de la primera jornada de música electrónica en un recinto donde se ha extremado la prevención
Medusa desató definitivamente la fiesta este viernes en ocho escenarios que pretenden rendir tributo a los videojuegos arcade de principio de siglo. O incluso antes. ... De aquellos que se instalaban en los primeros PC o a los que se jugaba introduciendo en la máquina una moneda de cinco duros. Un homenaje al mundo electrónico de ayer en un festival donde la mayor parte de sus miles de asistentes son nuevas generaciones. Y un festival que para nada quiere ser 'el mundo del mañana'. Bueno, mejor dicho lo que no quiere es repetir el susto de Tomorrowland, el prestigioso festival belga de música electrónica que estuvo a punto de cancelarse por un incendio en vísperas de su inicio.
Por eso Medusa ha recalibrado sus medidas de seguridad. En el festival de Cullera ya se lanzaba la pirotecnia desde más lejos del escenario que en Tomorrowland y se usaban materiales ignífugos. El recinto ya estaba plagado de extintores y de ventiladores para refrescar los aparatos electrónicos. «Teníamos nuestro plan de seguridad, por supuesto no hemos empezado de cero después de aquel incendio. Lo que sí hemos hecho es recalibrarlo, volver a tomar medidas y repetir las formaciones en seguridad entre el personal», señalan desde la organización del Medusa. «Aquí hablar de seguridad es como mentar al diablo, se pone todo el mundo tenso», insisten.
El tornado de 2022 que segó la vida de un joven marcó a toda la gente que interviene en el Medusa. «Si te ven dejar un momento un vehículo en una puerta de emergencia, aunque sea en los días previos al festival, te pegan una bronca brutal», afirman. Y a raíz de ver las barbas de Tomorroland cortar, todos tensaron las orejas. Menos los asistentes, claro. Los jóvenes que entre el jueves y el viernes desembarcaron en la explanada junto a la desembocadura del Xúquer no quieren ni oír hablar de Boom, la ciudad que acoge el festival belga. «Si no me sintiera seguro, no habría venido», afirma Francisco, un chico madrileño que llega junto a Evaristo, Adam, Asís y Mario.
«¡El que tenga miedo a morir que no nazca!», proclamaba Carmen, canaria que aterrizaba de las islas junto a su amiga Cristina. Ambas en encontraron en el acceso al Medusa con Laura, de Galicia, que argumentaba: «Es que lo que sucedió en el Tomorrowland fue un accidente, tampoco se puede vivir pensando en lo que es posible que ocurra porque si no, no haríamos nada». Y lo que hicieron estas chicas y otros más de 50.000 jóvenes fue divertirse desde que cayó la tarde hasta el amanecer de este sábado. Al cierre de esta edición resonaba la música electrónica procedente de siete de los ocho escenarios del Medusa.
En el entre hoy y mañana de esta primera jornada debía tener lugar el primer espectáculo pirotécnico. Quizás sea el momento más delicado de la jornada y, por ello, hay un protocolo claro y meticuloso. La 'opening ceremony', donde los fuegos artificiales con pólvora conviven en el aire, a uno 120 metros de altura, con 250 drones con luces LED. Estos aparatos, que nunca sobrevuelan al público, están dirigidos desde tierra con un operario que usa un programa de ordenador. Y la pirotecnia se lanza en unas plataformas elevadas, a 30 metros de distancia detrás del escenario. Junto a este punto están preparados efectivos de Bomberos por si se produce algún imprevisto en forma de incendio. «Están ahí con las mangueras, igual que cuando comienza la cremà de una falla», precisan desde la organización. Y todo está coordinado por la Guardia Civil.
Este espectáculo y su protocolo está previsto también para la medianoche de este sábado. Pero el resto del Medusa, por el continuo uso de aparatos electrónicos, no está exento de unos riesgos que tratan de reducirse con el plan de seguridad. Los decorados y estructuras están confeccionados con telas ignífugas u otros materiales (madera, espumas, plásticos...) tratados con retardantes al fuego. Los cables y conexiones también están confeccionados con materiales que dificulten los cortocircuitos.
Además, detrás de los escenarios hay bastantes ventiladores, para casos en los que sea necesario reducir la temperatura de algún aparato electrónico. También es fácil de encontrar extintores, separados entre sí muy pocos metros.
«Los aparatos que lanzan llamaradas de dióxido de carbono y de fuego frío están separados dos metros entre sí, y ubicados en un espacio acotado», resaltan. Aún así, en este espacio también hay extintores. Junto a ellos, mantas ignífugas para actuar en caso de incendio en este punto, o si se genera en alguna pantalla LED u otros focos. «Estos dispositivos tienen carcasas de disipación térmica y están diseñadas para no alcanzar temperaturas críticas cerca de materiales inflamables».
Cuadros eléctricos protegidos y accesibles; uso de diferenciales y magnetotérmicos para cortar la corriente si hay fallo... Mientras 4.000 personas despidieron el sol el jueves en la pre-party, la única fiesta de los trabajadores era constatar que todo funcionaba correctamente. La prueba de fuego, y nunca mejor dicho, fue ayer. La preocupación de Alma y Claudia, dos amigas procedentes de Valladolid, era ponerse guapas para la fiesta. «¿Tomorrowland? Nosotras vamos a más festivales y no tenemos miedo, son cosas que pueden pasar». «Yo ni sabía lo que había sucedido allí», afirma un joven de l'Alcora. En Cullera nadie mira a Bélgica. Sólo quieren fiesta en el Medusa, que no desea emular a Tomorrowland, al menos el de 2025.
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