Manuel Carrasco, un Salvaje en el Roig Arena de Valencia
El cantante revienta de energía, buen rollo y público el nuevo coloso de los conciertos de la ciudad, ante casi 15.000 personas y sin olvidarse de la solidaridad con las víctimas de la dana: «Valencia, tenéis el poder para salir de esta»
En la calle del Bombero Ramón Duart había fuego. Pasadas las ocho de la tarde, Valencia aún hervía a 30 grados. Tras las fachada de ... escamas del coloso del deporte y los conciertos, más calor. De pasión. Llamaradas pese al aire acondicionado. Atuendos tribales sobre el escenario. Piel de gallina en las gradas. Gritos, lágrimas, emoción y entusiasmo. Un Salvaje encendió el Roig Arena en la noche del sábado. Tras revolucionar Alicante, Manuel Carrasco recalaba en el nuevo coloso nacional de los conciertos. «Qué sitio más bonito este», reconocía en un recinto abarrotado para disfrutar de los sones tribales, flamencos, rumberos y salseros del 'Tour Salvaje'.
Mujeres, niñas con sus padres, señores y señoras mayores, parejas, grupos de amigos... Un variopinto público muestra de que el cantante salido de Operación Triunfo («como no voy a querer a Valencia, si aquí hice mi primer casting de OT», reconocía Carrasco al micrófono) no puede ser más polifacético. «¡Sois el pueblo más salvaje!», destellaba en una de las tres pantallas gigantes antes de la actuación del solista andaluz para animar con un sonómetro al público y medir los decibelios de los gritos, aplausos y silbidos. La forma de calentar el ambiente en un ya entregado Roig Arena incluso antes de un espectáculo abarrotado por casi 15.000 personas y que superó las dos horas y media.
«Oye, y que si queréis nos quedamos aquí hasta mañana, y nos tomamos unos churros», bromeaba Carrasco casi al final del concierto, para dar paso a uno de los momentos más entusiastas de la noche con su optimista 'Hasta mañana'. Pero hagamos antes un 'flash back'. Rebobinen conmigo. Y vayamos al momento emotivo por excelencia de la noche.
El instante en que el artista de Huelva entonó una bulería, ese momento que repite en todos sus conciertos y que dedica a la ciudad por la que pasa. Y en Valencia tenía que cantarle a la dana, a sus víctimas y a sus responsables. Y con no poca crítica: «Las manos manchadas de barro, las manos que se quedaron sin nada, las manos de las esperanza, las manos que barren, las manos que piden justicia, las manos que están manchadas de sangre; el pueblo salvando al pueblo, la gente »arremangá« y los de siempre sin hacerlo». Y con aldabonazo final: «Los que estos no arreglaron, y siguen sin arreglar, que presenten su dimisión». Y el Roig Arena atronó con una eterna ovación como obviamente no se ha dado aún en su corta vida pero que difícilmente podrá superarse en intensidad y emoción. Con lágrimas de Manuel Carrasco incluidas.
«Hay que ver que bien que suena esto», afirmaba sudoroso sobre el escenario en pleno apogeo de un show espectacular por su sonoridad, juegos de luces y escenografía de naturaleza y toques tribales. El templo valenciano enloquecía con temas tan emblemáticos del artista como 'No dejes de soñar' o 'Mujer de las mil batallas', esta con una versión íntima y muy cercana, con Carrasco sentado frente a un piano del que colgaban musgo y lianas.
Y otra vez el onubense enamorado de Valencia y del Roig Arena: «Que digo yo que no voy a tener que tardar tanto tiempo en volver. Que hacía dos años que no estaba por aquí y me parece que el año que viene tendré que hacerlo de nuevo», reconocía. Y otra ovación. Y otra muestra de que este recinto encandila.
Uno de los momentos más espectaculares del concierto se ha vivido cuando un coro góspel ha hecho los coros de la icónica 'Que nadie'. Y el público, enloquecido y con los móviles iluminando un abarrotado Roig Arena. Que Carrasco no está endiosado pese a su éxito lo ha demostrado al acercarse, cámara selfie en mano, a algunos de los espectadores situados bajo una pasarela flotante a los pies del escenario. Y que cantara una niña 'Yo quiero vivir'. Y que cantara su padre. Y que corearan el estribillo varios de los allí presentes. «Si es que nada más salir se notaba que había una energía muy bonita. Este va a ser uno de los mejores conciertos de mi gira», confesaba un emocionado Carrasco.
Mientras sonaban 'Pueblo salvaje', 'Tan solo tú' o 'El grito del niño', más guiños al público con la 'kiss cam'. O 'cámara salvaje', como la han bautizado los integrantes de la gira. Y venga besos y risas entre el público. Y enorme aplauso a esa pareja de jubilados que cerró el paseo de la cámara. «¿No ha habido ningún 'Coldplay', verdad? Que yo aquí en Valencia me espero de todo...», bromeaba Carrasco.
Más de dos horas y media de incendiaria energía musical, acompañadas de llamaradas sobre el escenario. Buen rollo artístico, cercanía, un chorro de voz perfectamente acompañado por las increíbles características sonoras del coloso del Roig Arena y sobre todo mucho cariño y solidaridad. Porque su bulería no fue la única referencia a la dana que Carrasco lanzó sobre el escenario. Antes de entonar su vitalista 'Tengo el poder', lanzó un mensaje de ánimo a todos los afectados: «Esta ciudad es única. Y los pueblos cercanos. Tenéis el poder para salir de esta».
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