Una fundación con la Hispanic, la fórmula que baraja la Generalitat para la exhibición de las obras de Sorolla en Valencia
Esta figura jurídica está sobre la mesa para poder materializar la cesión y la exhibición por un periodo que rondará los ocho años en el edificio de Correos
¿Cómo se materializará el transporte, la cesión y la exposición de las obras de Joaquín Sorolla en manos de Hispanic Society of America (HSA) ... -a excepción de 'Visión de España'- en Valencia? ¿Cómo se articulará jurídica y económicante la operación entre una entidad privada extranjera y la Generalitat Valenciana? ¿Cuál será el engranaje legal para materializar el proyecto cultural? No son cuestiones de fácil respuesta. No son preguntas que se solventan en dos días. Son interrogantes en los que ya se está trabajando desde Presidencia. Aún no hay nada negro sobre blanco, sino opciones. La más avanzada y viable pasa por la creación de una nueva fundación en la que estén representados el Consell, la Hispanic y también se baraja la presencia del Ayuntamiento de Valencia.
No hay nada formalizado todavía. Apenas ha pasado un mes y medio desde que el presidente del Consell informara desde Nueva York un acuerdo con la HSA para que «Sorolla vuelva a casa», en palabras de Carlos Mazón. Desde el anuncio, realizado el pasado 1 de mayo, apenas han trascendido los detalles de la futura relación tampoco se ha concretado las obras a exhibir ni los plazos. Todo apunta a que el edificio de Correos, situado en la plaza del Ayuntamiento, funcionará como 'subsede' de la Hispanic.
El andamiaje sobre el que se sostenga la relación entre la Generalitat y la Hispanic no es fácil de elaborar. Se trata de una entidad privada, con sede en el extranjero y que aspira a una relación duradera, es decir, no es una cesión de piezas por periodo de algunos meses sino de algunos años. Sobre la mesa hay una propuesta de ocho años, pero podría variar.
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El importe económico que se maneja para el funcionamiento corriente de la financiación está en ciernes, así como el personal. Tampoco se ha informado públicamente del coste del alquiler anual de las obras de arte, pero algunas fuentes apuntan a 1,2 millones de euros. Algunas voces, conocedoras de las conversaciones durante el mandato de Vicente Barrera como conseller de Cultura, apuntan a que el coste de la operación es el principal obstáculo del proyecto e incluso algunas ciudades europeas, consultadas por la HSA antes de llamar a la puerta de Valencia, rechazaron el ofrecimiento de la Hispanic precisamente por cuestiones económicas. En este punto,
Las incógnitas sobre este proyecto cultural son numerosas, desde cómo va influir esta colección en el desarrollo artístico de Valencia y la Comunitat hasta cuál será la filosofía musográfica del proyecto. Quizá sean preguntas muy especializadas pero también hay interrogantes más generales sin respuesta como cuál es la colección detallada que viajará de Estados Unidos a Valencia, aunque ya haya trascendido que serán marinas, retratos y dibujos.
Mazón no es el primer jefe del Consell que propone que los sorollas crucen el charco. En octubre de 2016, Ximo Puig anunció el regreso a Valencia de una treintena de sorollas que se conservan en el Museo de Bellas Artes de La Habana. Nunca se materializó ese proyecto, pese a que hubo algunas gestiones. De hecho la entonces directora general de Cultura, Carmen Amoraga, y Gemma Contreras, responsable del IVC+R, viajaron a Cuba. ¿Qué pasó? El covid, la judicialización de la cesión de los derechos de algunas obras y la situación internacional fueron los argumentos, según fuentes la Generalitat del Botánico, que impidieron cumplir con la palabra dada.
La propuesta de Mazón con la Hispanic Society of America tiene un largo camino por recorrer. Un proyecto de tal envergadura, un proyecto de ciudad o de autonomía, un proyecto de futuro requiere la máxima transparencia ante la ciudadanía. Las explicaciones respecto al convenio son muy pertinentes, primero, para que las sociedad conozca y entienda la importancia del proyecto; y segundo, porque la iniciativa se nutre de recursos públicos. Sin conocer en detalle el último céntimo y la letra pequeña de la operación, es difícil que la ciudadanía la asuma como propia o como beneficiaria. Bajo el mandato de Ximo Puig, la Generalitat adquirió en 2021 el edificio de Correos por 23,9 millones. Nunca se explicó para qué e incluso la rumurología apuntó a una subsede de un museo internacional al que Barcelona, entonces en manos de Ada Colau, cerró las puertas. Sea como fuere, el rebautizado Palacio de las Comunicaciones no tiene uso perfilado ni destino definido.
La futura transformación del edificio de Correos a posible museos superaría los 15 millones de euros, incluso algunas fuentes apuntan que sobrepasaría holgadamente esa cifra. A la reforma interior, habría que añadier el equipamiento de conservación y las medidas de seguridad. Se trataría una intervención global en el inmueble.
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