Esencia valenciana en San Fermín
Herederos de una tradición secular, nuestros jóvenes se han erigido en grandes corredores I Fernando Beltrán, incondicional de La Estafeta, asegura que «El mejor es Mateo Ferri, de Onda»
Este lunes arranca San Fermín, no hace falta decir que es 7 de julio ni que toca fiesta y jarana, una locura que durante ocho ... días, veinticuatro horas sobre veinticuatro, girará en torno al toro por mucho que las instancias oficiales con malvada intencionalidad se empeñen en difuminar su presencia. Ahí radica la felonía promocional de este año, un vídeo de las fiestas pamplonicas del que las autoridades (¿?) han hecho desaparecer cualquier alusión al toro, no por arte de magia, no, sino por una ridícula pirueta de birlibirloque con la creencia de que les conviene más una polémica en torno al toro que la jodida realidad de su corrupción. No importa, el toro seguirá proyectándose desde la ribera del Arga al mundo entero y dándole carácter propio a Pamplona. La corrupción y sus malditos pactos cabe esperar que no.
Molestos por la desatención (en realidad, en su mayoría ajenos), los corredores de la tierra y los que peregrinarán de todas las partes del mundo han comenzado a llegar a la catedral de los encierros. Los toros ya hace días que reposan en los corrales del Gas, los de Fuente Ymbro, los de Cebada, los de Cuvillo abrirán el ciclo que como es tradicional cerrarán los de Miura ocho días más tarde. Todos con imponentes testas, no en balde se anuncian como la Feria del Toro, y todos con sus leyendas a cuestas: los más rápidos, los más nobles, los más avispados, los más… Esos días en Pamplona todo es lo más. Y todo está previsto por mucho que en el momento de la carrera, dos minutos y medio de locura, un resbalón de la manada, un mozo irresponsable que cometa una imprudencia mayor de la que por sí sola supone correr los encierros sin saber o cualquier otro imprevisto lo desbarate todo, sabido es que cada encierro es una suerte de lotería que te pone en manos de la exclusiva protección del santo… que trabajo tiene.
Desde Valencia ya comienza a llegar una pléyade de corredores y aficionados. Es una tradición secular que se pierde en la noche de los tiempos. Desde siempre los huertanos acudían a su feria caballar a reponer sus rocines cuando los animales de labranza y tiro eran parte importante en el patrimonio familiar. Un buen caballo era la herramienta clave con la que ganarse el pan diario y mantener la hacienda con el cuidado adecuado.
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Compraban pesados rocines, que bajaban sus hombres desde las montañas al mercado y si la economía lo permitía adquirían lo que llamaban una 'aqueta pamplonesa0, caballito ligero de media talla que servía tanto para labores más livianas del campo como para engancharlo a un cabriol o la tartaneta que en aquellos tiempos era cosa poco menos que de suntuosidad social. Actualmente, si siguen comprando 'rocins' y 'aquetes' ya no es para el laboreo sino para ocio de los amantes de las tradiciones más profundas.
Feria para labradores
Aquellas excursiones, mitad obligaciones mitad devociones, marcaron el camino a los jóvenes valencianos actuales que acuden a participar en los encierros, donde muchos de ellos se han ganado cartel de figuras. Si un mozo demuestra aptitudes en las calles de la tierra no acabará de tener consideración completa si no lo confirma en Pamplona. Un clásico entre ellos, con cartel de figura, es Fernando Beltrán, de Faura, un fijo en las imágenes mañaneras de los encierros por su elegante y justo correr delante de los toros.
Abogado, miembro de un acreditado bufete de fama nacional, y en sus años más mozos novillero de fino estilo, al que solo le faltó ese no sé qué de difícil explicación que se exige para ser figura entre los de luces. Nada que le hiciese renegar del toreo. Este año, a poco que le acompañe la suerte y «si Déu vol», toquemos madera, correrá los ocho encierros y cuando acaben los sanfermines seguirá haciéndose presente en otras localidades. «Los de Cuéllar son interesantes también pero como los de Pamplona, ninguno. Pamplona equivale a la plaza de Madrid en la comparativa con el toreo de plaza. Si en algún sitio tienes que jugártela, si sueñas con una carrera de categoría, la sueñas aquí».
Todo está a punto en Pamplona, el vallado, el antideslizante del suelo para evitar en lo posible las caídas de los toros y que se hagan montoneras. Beltrán se sabe todos los secretos del recorrido pamplonica, aunque él corre habitualmente el tramo de Estafeta, «de Estafeta en avant» y está al día de cualquier detalle o novedad. Como que este año, se dice, se cegará el vallado de la curva de Telefónica, justo en la parte derecha, donde los toros llegan a toda velocidad y considera que «está bien pensado porque los toros están muy preparados, llegan con mucha fuerza hasta ahí y se estampan. Todos los días cogen a alguien. La gente se para allí y los arrollan sin remedio».
La parada de cabestros que conduce a la manada es parte importante de todos los encierros y su doma y preparación también tiene su punto ideal, aquello ni poco ni mucho, lo justo. Los últimos años hicieron fama los del Uno, de manera que todos conocían a Cristiano y a Messi, que era como habían bautizado a los líderes de aquellas masas bovinas que se adueñaban, secuestraban prácticamente, el encierro a diario para desesperación del mocerío. Su labor de conducir la manada era tan perfecta, arropaban tanto y tan bien a la manada, que era prácticamente imposible que los mozos llegasen a coger toro, que es como se denomina a ponerse delante de los bravos, con el agravante de que los propios cabestros arrollaban todo lo que se les ponía a su alcance y con su velocidad convertían el encierro en un suspiro. En las últimas ediciones se han sustituido por una parada más adecuada para la ocasión, cabestros que arropen a los bravos: ni poco ni mucho, lo justo. «Muchos mozos», apunta Beltrán, «se quejaban de que con aquellos mansos se perdía chicha, emoción».
Los mejores valencianos
Beltrán, que esquiva las lisonjas a su destacada categoría de corredor, apunta entre sus compañeros valencianos a Mateo Ferris, de Onda, que se ha hecho banderillero. «Para mí es el mejor corredor de encierros que comparece en Pamplona, no digo que lo sea en otros sitios pero sí en Pamplona, seguro», resalta a la vez que pone el foco en otros compañeros como «Xisco Bas y Jorge Gabaldón, los dos de Ontinyent, y Samuel Valero, de Almassora», a los que sitúa entre los mejores, gente que tiene el reconocimiento de los colegas en un ambiente en el que priva el romanticismo, no hay dinero, al contrario, a todos ellos les cuesta de su bolsillo, en realidad nada que les impida jugarse la vida cada mañana. El valenciano añade a la lista una promoción de jóvenes que a buen seguro estarán en lo más alto y asegura la presencia valenciana entre los mejores. «Víctor Cerisuelo, de Almassora, y Aarón López, de Vall d'Uxó, entre otros muchos, son jóvenes y muy buenos», señala.
La agenda del corredor no se acaba con el encierro. Luego llegan las felicitaciones, la preocupación por los compañeros, la llamada a casa para decir que todo ha ido bien, el almuerzo… «Hay un buen ambiente entre los corredores de todas partes. Hay rivalidad, pero también armonía. El encierro es una parte más de la jornada, la que da sentido y fundamento a la Fiesta. Yo voy a la corrida de la tarde todos los días, también al frontón a ver una partida de pelota vasca -Fernando es un buen pelotari valenciano- y voy de fiesta, claro», pero no mucha porque a la mañana siguiente, antes de las ocho hay que estar física y mentalmente a punto. Este año Fernando le ha añadido una preocupación, también mucha ilusión, a sus sanfermines, torea su amigo Román: «Está muy preparado. Está llevando una temporada estupenda y ya sabe lo que es triunfar en Pamplona. Triunfará». Todos lo deseamos.
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