Perfil de un asesino en serie: «Tenía un control absoluto de sus emociones y nunca me habló de familia, amigos o de Valencia»
El abogado que lo asistió en su último juicio recuerda que en esa época a Antonio Gali le llamaban «el Hannibal Lecter gallego»
Manuel García
Valencia
Lunes, 20 de octubre 2025, 00:22
«Su vida es una enorme bruma antes de comenzar su larga trayectoria delictiva». Trazar el perfil de Antonio Gali, el asesino en serie valenciano que mantiene en vilo a un pequeño pueblo gallego ... en el que se ha instalado a sus 74 años tras salir de la cárcel resulta más que complicado incluso hablando con personas que compartieron horas y horas con él.
Apenas se sabe que nació en la ciudad de Valencia el 26 de diciembre de 1950, por lo que en dos meses llegará a los 75 años de vida. A partir de ahí, oscuridad y un largo paréntesis hasta que comenzó a ser desgraciada noticia por sus andanzas criminales en Aragón. En esta comunidad, en Galicia, y una pequeña estancia en Portugal, ha residido durante toda su vida, la mayor parte de ella cumpliendo condenas en cárceles tras ser condenado por el asesinato de hasta tres personas.
La última de las condenas se produjo después de matar a una mujer en el interior de un vehículo, hechos por lo que en 2006 fue condenado a 19 años de prisión.
Albino Ferreira es el letrado que lo asistió «hace ya casi media vida», recuerda. No se olvida de Antonio, quien se enfrentó a uno de los primeros juicios con jurado popular celebrados en Galicia. En aquella comunidad, durante los meses en que se celebró el juicio que generó una gran expectación mediática, este abogado recuerda que a Gali se le conocía como «el Hannibal Lecter gallego» debido tanto a la cantidad de personas a las que había matado, hasta tres, dos de ellas en Aragón y una en Galicia, como a su frialdad: «Era un hombre absolutamente tranquilo y tenía un control absoluto de sus emociones. Contaba los hechos con total tranquilidad, sin perder los nervios en ningún momento».
La relación que mantuvo con Gali, siguió explicando Ferreira, fue estrictamente personal, ya que este hombre nunca se abrió lo más mínimo ni estableció vínculo alguno de confianza durante las muchas horas en que estuvieron frente a frente: «Nunca me habló de su familia, de sus amigos ni de Valencia. Lo normal en estos casos es que tu cliente te pida por ejemplo que quiere hablar con su madre o con algún familiar. Él nunca me lo pidió».
Aunque en principio se acogió a su derecho a no declarar, posteriormente sí lo hizo. Aunque su letrado trató que fuera condenado por un delito de homicidio imprudente, el jurado popular no tuvo dudas y lo condenó tras asfixiar a una mujer, sentencia que ratificó la Audiencia Provincial de Ourense. De Gali mantiene sólo un momento en que mostrara una cierta debilidad. Fue en el momento en que conoció la sentencia de 19 años de prisión, reconoce Ferreira, «cuando le vi que casi pierde los nervios, pero fue durante muy poco tiempo. Era una persona muy calmada».
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