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Uno de los grandes problemas que afecta a los montes valencianos es la falta generalizada de gestión forestal. De esta forma, la superficie boscosa presenta ... una apariencia desordenada y salvaje. Pero más peligroso que la apariencia es que la falta de limpieza, la abundancia de maleza y árboles secos y muertos convierte estos parajes en zonas repletas de combustible que facilitan la propagación de un incendio.
Propiciar la gestión es uno de los objetivos que se ha marcado la Conselleria de Medio Ambiente a la hora de plantear una reforma de la ley forestal, una norma que fue aprobada en 1993, hace más de 30 años con lo que para muchos expertos se ha quedado obsoleta.
La Conselleria de Medio Ambiente pretende potenciar la gestión forestal y para ello tiene la intención de dotar de más competencias a los ayuntamientos para que puedan actuar en las zonas de minifundio, donde las parcelas son privadas y los propietarios no actúan o no pueden actuar por la escasa rentabilidad y el elevado coste de las intervenciones.
El terreno forestal en la Comunitat es de unos 1,3 millones de hectáreas con lo que el 56% de la superficie valenciana es forestal. De esta cantidad, el 55% (715.000 hectáreas) está en manos privadas. Una de las particularidades de estas propiedades es que están dominadas por el minifundio (más de la mitad de la superficie privada está formada por explotaciones inferiores a 1 ha). Esta cifra supone que más de 300.000 hectáreas son un minifundio y en ellas podrán intervenir los consistorios para practicar la gestión forestal si la modificación legal sigue adelante.
La titularidad pública se reparte fundamentalmente entre los ayuntamientos, que poseen tres cuartas partes de los terrenos forestales públicos (76%), quedando una menor proporción en manos de la Generalitat (15,4%) y otros entes locales (8,5%).
Este es uno de los grandes problemas ya que al ser parcelas pequeñas no es rentable la actuación por lo que habitualmente permanecen repletas de maleza y árboles caídos o secos sin recoger. A los propietarios no les compensa intervenir por los bajos precios que se pagan por los productos forestales con lo que todo este material está abandonado con el consiguiente riesgo ante un incendio.
Esta situación afecta a la mayor parte del suelo forestal valenciano por lo que determinar nuevas formas de intervención supondrán la puesta en marcha de políticas activas para hacer frente a la amenaza de incendios forestales. Este es uno de los objetivos a los que se quiere hacer frente con la modificación de la ley forestal.
«Es un cambio de planteamiento. Se trabaja en la renovación de la ley forestal para que se permita una mayor gestión con el objetivo de implicar a los ayuntamientos en las zonas de minifundio», explican desde el sector. Por ello se pretende que los consistorios puedan actuar con carácter fiduciario en las pequeñas parcelas que están en manos privadas para facilitar su gestión y evitar que estos materiales sirvan de combustible en caso de que se produzca un incendio forestal.
«La idea es empoderar a los ayuntamientos para que puedan actuar sobre estos espacios», afirma Juan Manuel Batiste, decano de territorial del Colegio de Ingenieros Forestales. Ya existe un borrador de la reforma de la ley con el objeto de facilitar la gestión de esta masa, para que sea más fácil. Se quiere desatascar una situación que impide gestionar esos montes por el gran número de parcelas pequeñas que existen.
Esta modificación es bien vista por el sector forestal porque permitirá la gestión y limpieza de una gran cantidad de parcelas que ahora permanecen abandonadas y con el consiguiente riesgo cuando se genere un incendio.
La ley forestal valenciana data de 1993 con lo que ha cumplido más de tres décadas sin modificaciones importantes. El gobierno del Botánico se planteó la posibilidad de elaborar un nuevo texto adaptado a la realidad actual, pero finalmente desistió en su pretensión y se limitó a hacer cambios puntuales en la norma.
La limpieza o la gestión de la superficie forestal adquiere una especial relevancia en una época del año tan delicada como el verano. Es ahora cuando las especies vegetales pierdan gran parte su humedad y pueden facilitar la propagación de un incendio forestal. Las lluvias de este invierno y primavera han contribuido a humedecer el monte y han facilitado que la maleza y el sotobosque se extienda. Ahora, con la llegada de las altas temperaturas, este material se seca y se convierte en combustible que puede avivar un incendio forestal.
Los expertos subrayan que, como consecuencia de la propagación de la maleza y el monte bajo, los siniestros de este verano serán más rápidos. Además, los años de sequía que ha sufrido la Comunitat ha provocado la proliferación de árboles muertos y secos que no han sido retirados, especialmente en zonas del norte de la provincia de Alicante y sur de la de Valencia.
Este factor favorece la intensidad de los incendios. De esta forma, si no hubiera árboles muertos los incendios de este verano estarían caracterizados por la velocidad pero con mucha menor intensidad. La presencia de estos, y de los que en un par de años estarán caídos, presagia que estos siniestros serán también más intensos.
En este sentido, los expertos subrayan que hay en estos momentos hay muchos pinos secos y árboles muertos por lo que es necesario extraer esta masa para aminorar el riesgo de incendio. En la misma línea destacan, la presencia de estos árboles muertos, que en algunos puntos pueden proceder de las nevadas registradas en enero de 2017. Comarcas especialmente afectadas por estas circunstancias son la Marina Alta y la Safor.
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