«La dana no nos mató porque cambiamos el horario del bar»
Elu y Nidia lo perdieron todo en Catarroja y han empezado de cero en Campanar tras meses de disputas con la dueña del local arrasado en octubre
Elu y Nidia lo perdieron todo en la trágica tarde del 29 de octubre de 2024. Todo menos lo más importante: la vida. Una ... concatenación de acontecimientos las apartó aquel día del bar que regentaban en Catarroja. «Habríamos estado allí y el instinto es a protegerse. ¿Cómo? Pues cerrando el local y quedándonos dentro», explica Nidia. «El agua llegó ahí», señala Elu, por encima de una televisión, a una altura de más de dos metros. Pero la reconstrucción no se realiza en el local que quedó arrasado por el torrente de lodo descontrolado que bajó por el barranco, sino en el que estas dos hermanas de nacionalidad paraguaya gestionan ahora en Campanar.
Ambas sienten que la vida les ha dado una segunda oportunidad. «La dana no nos mató porque habíamos decidido cambiar el horario del bar. Un día llegué y le dije a mi hermana: 'Vamos a cerrar también los martes, que ricas ya no nos vamos a hacer'», recuerda Elu. Eso fue después del verano de 2024. En agosto había fallecido su marido. «Mi hija de 8 años estaba muy apegada a su tío, y de repente empezó a caerle el pelo. Pero que en unos días se quedó calva», interviene Nidia. El médico que empezó a atender a la niña daba citas los martes por la tarde, así que las hermanas estuvieron de acuerdo en ampliar el día de descanso.
«El 29 de octubre estábamos por Valencia y mi hija Chloe dijo que había un viento muy feo», recuerda Nidia. Ambas se fueron hacia Catarroja. Pasaron junto a Paiporta, Benetússer... y de entrada al pueblo ya vieron mucho agua en el barranco: «Me extrañó porque no había llovido nada». La historia de ambas fue la de tantos testimonios recogidos en los días de la tragedia. Aparcaron el coche en un lugar supuestamente elevado y trataron de llegar a casa andando.
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Hasta que un vecino les cobijó en su hogar. «Dijo que él iba a sacar su vehículo del garaje, y yo le hice que desistiera. Al rato nos abrazamos. Nos habíamos salvado la vida mutuamente», recuerda Nidia. Su idea era abrir el bar al día siguiente: «Teníamos una reserva para el 1 de noviembre. Querían comer en la carpa exterior. Una vecina luego me dijo que fue lo primero que se llevó el fango». Y después del apocalipsis llegó el infierno.
«El bar quedó totalmente arrasado. Nos quedaron unas cucharas y poco más. Somos diez hermanas y siete están en Valencia. Tenemos que agradecer su ayuda y la de los voluntarios. También el respaldo que nos dieron desde 'Alcem-se' (el programa impulsado por Juan Roig)», señala Elu. «La dueña del local nos dijo que no nos preocupáramos de nada. Que tenía un buen seguro que lo cubriría todo», indica Nidia. Pero no. Pronto empezarían las disputas que posiblemente deban resolverse en los tribunales.
Hasta el punto de que las hermanas tomaron una decisión: salir de Catarroja. «Nosotras llevábamos la idea de jubilarnos ahí. ¡Si había gente que nos estaba preguntando cuándo abriríamos de nuevo!», proclama Nidia. Estuvieron rastreando el mercado hasta que hallaron un bar en Campanar que regentaba una chica que no se había dedicado nunca a la hostelería: «Para este tipo de negocios debes valer y saber cómo funciona». Las hermanas ofrecieron como traspaso todo lo que tenían, el dinero que habían recibido de la Generalitat, el Gobierno central y el programa 'Alcem-se', y llegaron a un acuerdo. También obtuvieron apoyo en forma de mobiliario y alguna cámara. «De momento nos va bien, incluso ya ha venido gente de la zona de Catarroja. En el barrio ya se ha corrido la voz de que somos las del bar que destrozó la dana y viene la gente a probar», señala Elu: «Luego lo tienes que hacer bien, porque si no ya no vuelven». Elu ya vivía en la ciudad, donde se han trasladado Nidia y su familia. A Chloe ya le ha crecido de nuevo el pelo.
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