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El sumario de la dana incluye historias tristísimas, terribles y de un dolor inimaginable. Testimonios en los que más allá de la rabia y la ... indignación, la pena lo llena todo. Decenas de dramas, de vidas perdidas, de personas que hicieron todo lo posible para salvar a sus familiares, amigos o vecinos. Personas que antes de que llegara el mensaje Es-alert a los móviles ya estaban con el agua al cuello y que, aunque gastaron todas sus fuerzas para evitar la tragedia, al final no la pudieron evitar.
En el sumario que instruye la jueza de Catarroja Nuria Ruiz Tobarra hay una historia durísima de la que dejaremos solo las iniciales para preservar el anonimato de sus protagonistas. Una historia que demuestra que de haber llegado antes la alerta, si se hubiera avisado a la población con la antelación necesaria, seguramente N. podría haber salvado su vida.
J. y N. eran pareja y vivían en una planta baja de Paiporta que no tenía acceso a ningún piso superior. La tarde del 29 de octubre estaban en casa, como muchos de sus vecinos, en una tarde rara de viento, mucho calor y nada de lluvia. J. declaró ante la magistrada que sobre las 18:30 horas escucharon por megafonía de la Policía Local que no salieran de casa porque la rambla de Poyo estaba a punto de desbordarse.
Un dato que confirma que casi un cuarto de hora antes del correo de la CHJ advirtiendo de que el Poyo bajaba fuera de control, en las poblaciones de l'Horta Sud ya había agua por sus calles -la exconsellera Pradas ha aportado un vídeo a la causa para dar fe de esta situación-.
J. declaró que, minutos después, el agua ya entraba por la puerta y que pudieron ver por la ventana cómo la riada se llevaba los vehículos de la Policía Local. A las 18:45, el agua ya les llegaba a las rodillas. De repente, y tras escuchar un fuerte golpe, vieron como ya rebosaba por la taza del váter y entraba por las tuberías. Al mismo tiempo, la luz se fue.
N. y J. supieron que era el momento de tratar de salir como fuera de una planta baja que se había convertido en una trampa mortal. No pudieron abrir la puerta de casa, por las ventanas era imposible porque tenían rejas y como medida desesperada se subieron a un altillo del interior de la vivienda porque en ese momento el agua ya les llegaba por el cuello.
J., en un movimiento ya a la desesperada, hizo palanca en la puerta y consiguió abrirla. Además, uso el cinturón del batín de su pareja para atarse a N. y trataron de acceder al edificio de enfrente, que ya no tenía puerta. Una odisea porque había que cruzar el torrente de agua que venía por la calle.
En un primer momento se agarraron a la persiana del garaje, que se soltó y fueron arrastrados por el agua varios metros. N. comenzaba a dar síntomas de fatiga y ahogamiento. Después J. se agarró a una farola. Después se dejaron llevar hasta un árbol, que se partió. Estuvieron los dos, atados por la cuerda del batín, bastante tiempo debajo del agua y cuando lograron emerger, N. ya había fallecido. Sus fuerzas estaban al límite y no pudo aguantar pese a los intentos de su pareja de protegerla.
En ese momento J. A., un vecino de otra calle, que veía como su casa también se estaba inundando, escuchó gritos de auxilio y al asomarse por la ventana vio a J. y N. cogidos a un coche y pidiendo socorro. J. A. salió a la calle por la ventana de su comedor para intentar rescatarlos, le llegaba el agua al pecho y se cogió a un árbol para tratar de ayudarles. J. le dijo en ese momento que su pareja se había ahogado y al final J. A. consiguió agarrarlos para sacarlos del agua.
Entre los dos lograron meter a N. por la ventana del comedor de la casa de J. A., la subieron a la primera planta y le realizaron maniobras de reanimación con el fin de poder salvar la vida de ella, algo que no consiguieron. Ambos tuvieron que convivir durante más de un día con el cadáver de N., hasta que pudo ir un forense, certificar la defunción y llevarse el cuerpo.
Esta es una de las 228 historias que acarrean una víctima mortal la tarde de la dana. Un relato que, quizá, se podría haber evitado si el protocolo de alertas y de emergencias hubiera funcionado de otra manera con el objetivo de salvaguardar la integridad del mayor número de personas. Una situación que investiga la magistrada Ruiz Tobarra para determinar quién o quiénes fueron los responsables de que la alerta no funcionara mejor la tarde del 29 de octubre.
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