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Ximo Puig se dirige a más de medio millar de personas que asistieron al acto institucional en Ciudad de la Luz, con el Consell al pleno, y el alcalde Echávarri y el presidente de Les Corts, junto a Oltra.

El Día de la Constitución agranda la división entre Consell y Diputación

El PP hace el vacío al acto institucional en Ciudad de la Luz al enviar solo al vicepresidente de la Corporación y Puig lo ningunea al no citarle y enviarle a última fila

Bernat Sirvent

Miércoles, 7 de diciembre 2016, 00:38

Era un clamor que el PP haría boicot, por segundo año consecutivo, al acto institucional y oficial del Día de la Constitución en Alicante en la teórica jornada de la unidad y la convivencia de todos los españoles. Así ocurrió ayer en la Ciudad de la Luz, puesto que la representación quedó limitada al vicepresidente tercero de la Diputación (el único bastión popular en la provincia), Alejandro Morant. Para mayor agravamiento del cisma y vacío institucional, ante estas sonadas ausencias y el acto paralelo convocado por el delegado del Gobierno en la Comunitat, Juan Carlos Moragues, en Valencia, el presidente del Consell, Ximo Puig, reaccionó con un ninguneo total de esa real, aunque escuálida, representación. No lo citó en la introducción de su discurso oficial. Pero es que, encima, Morant fue colocado por el servicio de protocolo de Presidencia en la última fila de las sillas reservadas, junto al presidente del Hércules, Carlos Parodi, o los secretarios de UGT en Alicante y Elche, Yaissel Sánchez e Ismael Senent. Los reproches siguieron al finalizar un acto que acogió casi a un millar de personas, entre ciudadanos anónimos y cargos políticos e institucionales.

La primera hilera la copaban el coordinador provincial de C's y diputado autonómico Emigdio Tormo; el diputado nacional de la formación naranja José Cano; Ignasi Candela de Compromís y Rita Bosaho de Podemos; y los parlamentarios nacionales socialistas Julián López Milla, Patricia Blanquer y el histórico Ciprià Ciscar. Junto a ellos, con carácter protocolario marcado, el Síndic de Greuges, el también histórico político popular José Cholbi. Ya en posiciones más retrasadas, a partir de la segunda fila, secretarios autonómicos de todas las consellerias, directores generales y diputados autonómicos del tripartito. Detrás una pequeña representación empresarial, que quedó limitada al presidente de la Cámara de Comercio, Juan Bautista Riera; el presidente de Asaja, Eladio Aniorte; y el propietario de Vectalia, Antonio Arias. Coepa no envió tampoco a ningún representante, según fuentes de la Generalitat, que confirman que fueron invitados del ámbito empresarial solo Coepa y la Cámara de Comercio. Más rezagado quedó, en quinta fila, la última reservada por protocolo, Alejandro Morant.

El presidente Puig adujo, al ser preguntado directamente por el ninguneo que sufrió la Diputación -que acudió pese a estar poco representada- que no había avistado al diputado y alcalde de Busot. «No le he visto sinceramente; tampoco he citado al rector y también estaba presente en el acto, me he olvidado de mucha gente que estaba, pero tampoco se trataba de nombrar a todos y nadie se puede sentir ofendido».

Por delegación de Sánchez

Puig abundó más tanto en el boicot como en la falta de tacto protocolario del Consell (pues Morant había confirmado su asistencia al acto por delegación del presidente César Sánchez, como confirmó a este diario). Explicó que «cualquier ciudadano puede entender que una fiesta como la Constitución es una fiesta para unir, es decir, si se actúa de una manera desleal desde alguna de las instituciones (en alusión al acto celebrado en Valencia y convocado por el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues) es la peor de las pedagogías posibles; no entiendo, de verdad, por qué algunas instituciones no estaban representadas como deberían estar». El jefe del Consell incluyó, entonces, la nimia participación de la Diputación. Según fuentes del PP, César Sánchez pasó la jornada en su municipio, Calpe, aunque había delegado protocolariamente en Morant. «Cuando yo he estado en la oposición, siempre he estado en este tipo de actos, no entiendo que no se apoye que la Generalitat, precisamente, esté imbricada en la celebración de la Constitución Española, cuando hay otras comunidades autónomas que no lo están; es decir, aquí se hace un esfuerzo por la convivencia y quien no aporta nada pues tendrá que explicarlo», abundó el jefe del Consell.

Había avisado previamente de que «no quería ahondar, en un día de unidad y convivencia, en una actitud que sinceramente no la entiendo». Ya en el inicio de su discurso institucional que cerraba el acto había tratado de quitar hierro al asunto y pasó de puntillas limitándose a recordar que el Consell aprobó hace un año un decreto para celebrar cada año en Alicante la conmemoración de la Carta Magna, que ayer cumplió 38 años. «Del mismo modo que pedimos a España decisiones de Estado para que esté presente en todas la comunidades, también queremos que desde Vinaroz hasta Pilar de la Horadada el ciudadano sienta próxima la institución de la Generalitat, para reconocer desde la diversidad». Apeló a la bicapitalidad, por territorializar y coser la Comunitat Valenciana. «En eso estoy y cada uno tiene su responsabilidad», añadió tras justificar el porqué del escenario escogido, la Ciudad de la Luz, uno de los ejemplos más simbólicos del despilfarro y mala gestión del anterior Gobierno valenciano, del PP. Ordenaron su cierre tras una inversión de más de 100 millones de euros y está pendiente de las decisiones que adopte Bruselas. «No queremos quedarnos atrasados por las malas decisiones del pasado, sino convertirlo en oportunidades de futuro», añadió Puig, cuyo discurso giró en torno al uso que el poeta Miguel Hernández hizo de la luz en sus versos como eje para superar el frentismo político y la necesidad de llegar a acuerdos mediante la apertura de un tiempo nuevo para la «retórica política, que es tarea de todos como base para lograr alcanzar el reto de la desigualdad que ha dejado la crisis» mediante la vía del empleo y la educación gratuita y universal.

Morant dejó patente que no quería ahondar más en el ninguneo que sufrió la Diputación (por no ser citada en el arranque del discurso oficial de Puig, frente a otros muchos cargos públicos e institucionales que sí lo fueron, y por la silla reservada en la última fila). Tampoco eludió valorar la situación, si bien se limitó a asegurar a este diario, cuando se disponía a abandonar los estudios de Ciudad de la Luz, que «no está bien que Puig no cite a la principal institución política e institucional de la provincia, aunque debe saber que yo estaba aquí por delegación del presidente César Sánchez y se confirmó mi asistencia con suficiente tiempo de antelación».

Para mayor abundamiento en el frentismo político que vive el Consell y la Diputación del PP, tras los polémicos decretos de coordinación de la política turística y deportiva de hace un año y, más recientemente, por la negativa de la Corporación provincial a participar en el fondo de cooperación municipal y haber creado uno propio, un grupo de parlamentarios y ediles populares participó ayer en la procesión de San Nicolás, que es el patrón de Alicante. Un acto eminentemente religioso que contó con la asistencia, entre otros, del número tres del PP regional y diputado en Les Corts, José Juan Zaplana. Como ayer ya publicó este diario, el delegado del Gobierno, Juan Carlos Moragues, se agarró con fuerza al argumento de que él había convocado antes que el Ejecutivo valenciano y de que el lugar escogido por el Consell no era el más adecuado. Al acto de Valencia acudieron unas 300 personas, entre ellas el cardenal Cañizares. Al de Alicante, unas 800 (300 políticos y cargos se la sociedad civil y 500 ciudadanos llegados en autobuses de Alicante y Elche). El Consell concedió la Distinción para la Defensa de Derechos y Libertades a Cruz Roja (que recogió su presidente autonómico Francisco Javier Gimeno) y al catedrático de la UV, Javier de Lucas.

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