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Perderlo todo por una herencia

Juan Carlos, Josefa y José cuentan sus negras experiencias

REDACCIÓN

Domingo, 22 de enero 2017, 17:26

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«Vendí mi casa por Hacienda y ahora no tengo ni para la luz»

Juan Carlos Fernández.

«Quiero volver a mi pueblo y vivir tranquilo», lamenta Juan Carlos Fernández. Este asturiano de 54 años tuvo que malvender la casa donde había pasado toda su vida y marcharse a un apartamento en Oviedo para hacer frente a la cascada de impuestos que le asediaron cuando heredó de su tía, a la que había estado cuidando en sus últimos años.

Su calvario comenzó en 2011, cuando en el plazo de pocos meses fallecieron su madre y su tía. Juan Carlos se sumió en una profunda depresión que llegó a tenerle dos semanas ingresado en el hospital. Pero antes de que hubiera recuperado el pulso de su vida, «comenzaron a ametrallarme con pagos que tenía que realizar», recuerda todavía agobiado. Había heredado la casa donde convivía con su tía en Morcín y un pequeño apartamento en Oviedo, también propiedad de su tía, pero en el que residía su madre. Como el parentesco no era directo, vio cómo entre unos y otros tributos la Administración le reclamaba cerca de 30.000 euros. Una suma desorbitada para un pensionista que cobra cerca de 400 euros al mes y que tiene dificultades para hacer frente a los gastos más básicos. «No tengo ni para pagar la luz, he pedido un bono social pero me lo han denegado por ser propietario».

Puso los dos inmuebles a la vente para cumplir con Hacienda, pero el mercado no está para muchas alegrías. Acabó deshaciéndose de la casa donde vivía por 80.000 euros y mudándose a Oviedo, pero la vida allí no está siendo fácil. «Yo estaba más a gusto allí, con mis animales, pero me obligaron a marcharme», dice con un hilo de voz. Nunca ha sido rico, dedicó su vida a ciudar de su tía, «a la que estaba más unido que a mi madre». Pero la fiscalidad no entiende de sentimientos. «He sido víctima de una injusticia detrás de otra».

«Se quieren llevar los ahorros de toda una diva»

Alejandro y Josefa

«No somos millonarios, llevamos toda la vida trabajando y ahora se quieren llevar el fruto de nuestro esfuerzo», lamenta Josefa. Ella y su marido emigraron a Alemania en los años 60 buscando un futuro mejor. «Él trabajaba en una cadena de montaje y yo en una fábrica de lapiceros y luego en la lavandería de un hospital», recuerda. Después de 22 años de sacrificio lejos de casa, en 1983 compraron un solar en su tierra y emprendieron el camino de vuelta. Se hicieron una vivienda y habilitaron algunas habitaciones para huéspedes, el germen del modesto hostal que regenta la familia en Arcos de la Frontera (Cádiz).

Hace algo más de cinco años, el patriarca falleció tras una larga lucha contra el alzhéimer y, lejos de encontrar descanso, comenzaron las penurias para Josefa y su hijo pequeño, Alejandro, que se ha hecho cargo del negocio. «Entonces pagamos casi 50.000 euros y creíamos que habíamos cumplido, pero en 2015 nos llega una carta de la Junta de Andalucía que nos reclama un total de 280.000 euros», explica Alejandro. «Es muchísimo dinero y no disponemos de esa cantidad».

La familia tiene, además del hostal, unos apartamentos anexos, un par de pisos en una zona humilde de Sevilla y un chalé en su pueblo, «todo ganado con el sudor de nuestra frente». Aseguran que el fisco les ha hecho una valoración del patrimonio «desorbitada, de más de el doble de lo que vale», lo que ha contribuido a inflar el impuesto.

Su única salida para cumplir con Hacienda es «malvender el chalé, el único regalo que nos hemos dado y que mi padre casi ni pudo disfrutar». Mientras esperan comprador, los intereses siguen creciendo en paralelo a la angustia de la familia: «A mi madre le está costando la salud», lamenta Alejandro.

«Estoy a punto de perder mi vivienda po una herencia»

José (nombre ficticio)

Poco imaginaba José (nombre ficticio) que una herencia le iba a colocar al borde de la ruina con poco más de veinte años. Cuando debería estar estudiando una carrera, ha tenido que renunciar a sus estudios y ponerse a trabajar de teleoperador para pagar lo que le reclama la Administración. No duerme por las noches pensando que su propia casa ha salido a subasta y que está a punto de perderlo todo.

Sus problemas empezaron al fallecer su tía. Su madre, único familiar directo de la fallecida, era la heredera de su vivienda habitual, de un local en un pueblo de Sevilla y de la mitad de una parcela donde la familia solía pasar los días de asueto. El joven ni siquiera sabía de la existencia de un impuesto de sucesiones que ha caído como una losa sobre la familia, ya que penaliza la herencia entre hermanos.

La Junta valora el patrimonio heredado en cerca de 600.000 euros. «Pero está todo sobrevalorado porque difícilmente encuentro a alguien dispuesto a pagar ese dinero». En base a ese cálculo y con los intereses que ha ido acumulando, la deuda asciende ya a más de 200.000 euros, una suma que se antoja astronómica para una familia que se mantiene gracias al trabajo del padre en un taller y al exiguo sueldo que cobra el hijo por su primer empleo.

A José se le acumulan los problemas. Por si la deuda que ha provocado el embargo de la vivienda familiar fuera poco, tiene que cuidar de su madre enferma, que depende de sesiones de diálisis. Su sueño de estudiar Administración y Dirección de Empresas se esfumó precisamente al heredar. «Para la Junta tengo exceso de patrimonio y no me conceden becas». Si pudiera rebobinar, no duda en que renunciaría a la herencia, «a pesar del cariño con el que mi tía nos dejó todo lo que tenía».

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