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La religión pasa de puntillas por la campaña

De los principales candidatos sólo Rajoy es católico, a diferencia de Sánchez, Iglesias y Rivera que se declaran ateos

Ander Azpiroz

Viernes, 18 de diciembre 2015, 10:29

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Solía ser un clásico, pero acorde con los nuevos tiempos sociales y políticos la religión ha pasado de puntillas por la campaña electoral. Ninguno de los principales candidatos ha hecho mención a asuntos polémicos o no polémicos con la Iglesia Católica. El tema, sin embargo, figura, quizá por la inercia de los años, en los programas de los partidos con la novedad de que en esta ocasión a las habituales propuestas de PP y PSOE se unen las de las nuevas formaciones emergentes. Las posiciones van desde mantener las cosas tal y como están, PP y PSOE, hasta a llevar al límite el laicismo del Estado, Podemos.

La Iglesia aprecia un «laicismo beligerante» en la política

  • A.P. / Madrid. Los obispos se sienten molestos por el rumbo que está tomando la política española. La jerarquía eclesiástica aprecia un «laicismo beligerantemente antirreligioso», un sentimiento que se traduce en los llamamiento por fuerzas de la izquierda, especialmente del PSOE, a derogar los acuerdos Iglesia-Estado, impugnar la validez de los bienes inmatriculados por la Iglesia, recuperar la asignatura de Educación para la Ciudadanía o limitar el alcance de los conciertos con la enseñanza concertada.

  • Los prelados están sorprendidos por el viraje «laicista» del PSOE, aunque cuando los socialistas han gobernado los prelados no han tenido motivos para quejarse. Fue con el Gobierno de Rodríguez Zapatero cuando subió la asignación tributaria de un 0,52 a un 0,7% de la cuota líquida del IRPF. Por eso algunos piensan que los pactos de la Conferencia Episcopal con la izquierda -léase el PSOE- son más duraderos que con la derecha. No en balde, durante la legislatura de Rajoy no se ha abolido el matrimonio homosexual ni ha se ha reformado la ley del aborto.

  • Con todo, la Iglesia teme que la ruptura del actual statu quo se lleve por delante la Lomce, que garantiza que la religión cuente en la nota media de los alumnos.

Es muy posible que el relevo en la jerarquía de la Iglesia, ahora más moderada y menos beligerante con el poder político, la casi desaparición de los asuntos que levantan chispas y el desafecto que constatan todos los estudios de los ciudadanos hacia los asuntos religiosos, hayan influido en que las referencias al tema no hayan ocupado ni un minuto en los discursos electorales ni se haya colado en los debates. Es una de las diferencias con otras campañas en las que el aborto, la educación o la financiación del clero han estado en el candelero.

La religión ha quedado fuera del debate político y relegada a los papeles programáticos que casi nadie lee. Los populares defienden el respeto a pies puntillas de los acuerdos internacionales con la Santa Sede, el mal llamado Concordato, renovados por última vez en 1979. En ellos se incluyen la financiación pública de la Iglesia, exenciones fiscales o el impartir la clase de religión en la educación pública en condiciones equiparables a las demás disciplinas fundamentales.

La postura del PP, proclive a dar un trato de favor a la fe católica, es coherente con la confesión de su líder. Mariano Rajoy es el único de los principales candidatos que se declara abiertamente católico. El jefe del Ejecutivo resume su postura en que «España es una nación donde hay libertad religiosa y donde las relaciones con la Iglesia católica son prioritarias, por razones históricas y porque la mayoría somos católicos».

En el programa socialista existe el compromiso de eliminar la mención de preeminencia que en la Constitución se hace al catolicismo. El artículo 16 de la Carta Magna señala que «ninguna confesión tendrá carácter estatal», pero a continuación se añade que «los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones».

El PSOE también señala su intención de derogar los acuerdos con la Santa Sede, lo que implicaría, entre otras medidas, la revisión de la financiación pública de la Iglesia Católica y de las exenciones fiscales. A nivel personal, Pedro Sánchez comulga con la apuesta por laica de su partido. «Soy ateo -se define- y creo que la religión no debe estar en las aulas, debe estar en las iglesias».

Financiación pública

Podemos va más allá que el PSOE en el objetivo del estado laico y apuesta por poner fin a la financiación pública de la Iglesia. «Anularemos el Concordato de 1953 y los cinco acuerdos concordatarios que firmó el Estado español con la Santa Sede en 1976 y 1979, así como los signados con otras confesiones religiosas», promete el programa de la formación morada, que a continuación defiende «la supresión de los privilegios fiscales y de la financiación estatal ya sea a través de la casilla del IRPF o de las exenciones fiscales para la Iglesia Católica y otras confesiones religiosas».

Podemos también apuesta por la educación laica, la supresión de la simbología y el protocolo religiosos en los actos oficiales o que los cargos públicos no acudan a los actos confesionales, por ejemplo las procesiones de Semana Santa o Corpus Cristi. Pablo Iglesias es un ateo convencido, lo que no le ha impedido a lo largo de los últimos meses alabar el trabajo del Papa Francisco. El propio candidato a la Moncloa se ha confesado sorprendido de estar de acuerdo en tantas cosas con el Pontífice. Para el recuerdo queda el entusiasta aplauso que Iglesias brindó a Jorge Mario Bergoglio cuando intervino ante el Parlamento Europeo para defender los derechos humanos.

Ciudadanos se mantiene equidistante, como en casi todo, entre la aconfesionalidad del Estado y el reconocimiento al catolicismo. Defiende «una escuela pública y laica donde se enseñe historia de las religiones desde el punto de vista histórico y cultural». En cualquier caso, es partidario de una asignatura optativa de religión para los padres que quieran que sus hijos la cursen.

Rivera no es creyente si bien asume que una mayoría de españoles sí lo es. En cualquier caso, considera que este debate no es prioritario y es una herencia del pasado. «Pedro Sánchez está dispuesto a volver al pasado con Mariano Rajoy: otra vez al debate cansino de religión si-no. Menos rojos y azules y más calidad educativa», resume el líder de Ciudadanos sin reparar en que ni Rajoy ni Sánchez han dedicado medio minuto al asunto.

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