Valencia se merece dos equipos de Primera, claro que sí, pero para eso deben hacer méritos sobre el terreno de juego. Unos y otros. De ... momento el Valencia respira, seis puntos de los últimos 24. Bocanada de oxígeno para los de Carlos Corberán, que sufrieron de lo lindo. El panorama del Levante, mal asunto. Cinco de los últimos 24. El vacío empieza a pasar factura en la clasificación y los nervios pueden afectar a los granotas si no saben templar los nervios y aguantar el tirón de lo que supone pelear con el fuego hasta la última jornada de campeonato. Calero lo tiene claro, otra cosa es que dentro del vestuario mantengan esa calma, aunque el técnico debe probar fórmulas que le den un poco más de sabor a los ingredientes que tiene.
Publicidad
Nervios hubo. Para dar y vender. La situación en la tabla de ambos equipos se vio reflejada en una tensión sobredimensionada en algunos instantes del duelo, en parte porque todavía estamos en la jornada trece de Liga y quedan dos tercios por disputarse. Una cosa es la rivalidad deportiva y otra bien distinta que se crucen los límites. Fue al final del partido cuando todo se desbordó, casi como en los viejos tiempos. Sólo faltó que apareciera por el túnel David Navarro con su patada voladora –y eso que jugó en los dos equipos– o Sergio Ballesteros con su particular agarre testicular como en 2011, aunque él sigue manteniendo que fue un guiño a su presidente (Quico Catalán) y no a la parroquia blanquinegra (0-0 acabó aquel día el asunto). Qué tiempos aquellos. Al menos los dos citados anteriormente eran gente de la casa, de los que sangran por el escudo.
Anoche, para que todo pasara de lo habitual a lo extraordinario, hubo que esperar al final de esos ocho largos y dramáticos minutos que prolongó el colegiado el duelo. Lo llevaban acumulando algunos futbolistas desde minutos de antes. Fue silbar el árbitro y armarse una monumental tangana que por fortuna no pasó a mayores. Insultos y refriegas, empujones y un montón de gente en el centro del campo. Hugo Duro –que ya se las tuvo en el partido contra el Betis– y Matías Moreno por otro fueron algunos de los implicados, porque antes ya habían tenido sus más y sus menos. Allí habían decenas de futbolistas y auxiliares de Valencia y Levante, unos metiendo fuego, otros tratando de evitar el ridículo general. Bochornoso.
Lo curioso es que buena parte del partido habían transcurrido en un tono mucho más calmado, a pesar de que la grada le puso bastante pimienta al asunto. El '¡puto sapo el que no bote eh!' se coreó desde Mestalla durante muchas fases de encuentro. Incluso mucho antes de que empezara por los aledaños del campo y en la llegada del autobús granota. Fue la sintonía reina del derbi. ¿Qué hicieron los cientos de levantinistas ubicados en lo alto de la grada? Pues devolverles la moneda donde más les duele hoy en día a los blanquinegro: con el máximo accionista. '¡Peter quédate!' fue el contragolpe que intentó hacerse oír en una noche donde la afluencia de espectadores fue digna de destacar. Lo de Valencia y el fútbol es una pasada. Lo de llenar los setenta mil del Nou Mestalla es otra cosa, pero lo de llenar el viejo estadio es un gustazo teniendo en cuenta el pobre rendimiento del equipo. El apoyo es incondicional hacia el equipo y después de siete partidos sin ganar todavía da más valor al gesto. Ese calor lo tiene Corberán y lo quiere también Calero. Ambos, por cierto, compartían confidencias sobre el césped media hora después del partido.
Suscríbete a Las Provincias al mejor precio
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión