Al Valencia se le acaban las excusas

Once del Valencia: Neto, Paulista, Garay, Diakhaby, Lato, Piccini, Wass, Parejo, Cheryshev, Rodrigo y Santi Mina.

Once del Alavés: Pacheco, Navarro, Laguardia, Maripán, Martín, Ibai, Pina, Manu, Jony, Calleri y Bastón.

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Sólo Marcelino sabe hasta qué punto el trajín del mercado de invierno interfiere en un Valencia que no está para despistes: hoy sólo le sirve la victoria ante un Alavés convertido en la revelación de la Liga, que vuelta alto y más en Mendizorroza, donde todavía no ha perdido. Llega el conjunto blanquinegro después de tres jornadas sin doblar la rodilla pero no es suficiente porque la larga lista de empates le ha dejado sin margen de maniobra si quiere repetir plaza Champions al término del campeonato. El vestuario del Valencia es muy consciente de que enero es un mes idóneo para recortar puntos a Sevilla (con un calendario durísimo empezando por el Atlético) y Real Madrid, en estos momentos tercero y cuarto en la clasificación.

Tras el parón navideño para liberar la mente y relajar las piernas, para Marcelino el escenario soñado sería que todo el valencianismo pensara única y exclusivamente en derribar la muralla del Alavés. Pero no. Hace cuatro días arrancó el mercado de invierno y con él las dudas acerca de la continuidad de Batshuayi y Gameiro, dos futbolistas cuya llegada en verano costó mucho sudor y demasiados euros. Los dos delanteros viajaron ayer a Vitoria junto al resto de sus compañeros tras haber superado los problemas que les dejaron KO para el entrenamiento del jueves. Hoy apuntan al banquillo y a partir de ahí... A partir de ahí Marcelino asegura que ambos optan por quedarse en el Valencia y revertir la situación. No será fácil.

«El escenario es diferente a lo que sucedió con Zaza. A mí me transmiten -Batshuayi y Gameiro- que se quieren quedar y yo, encantado. Pero les digo: queremos que os quedéis pero tenéis que aumentar el rendimiento. Ellos ponen todo de su parte, tienen nuestra confianza y el trabajo te lleva a lograr el fruto», reflexionó el asturiano, quien descarta la posibilidad de contratar un delantero si no sale otro. «No contemplo esa posibilidad porque es masificar una posición. Tenemos cuatro buenos jugadores arriba pero no están bien, es una evidencia», continuó Marcelino, que en su defensa a su póquer de delanteros prácticamente descartó la llegada de 'Chicharito' Hernández, futbolista del West Ham que ha estado siguiendo el Valencia. «Nadie puede discutir su trayectoria, pero me gustan más los cuatro delanteros que tenemos», dijo en referencia al mexicano.

Con sus respuestas sobre los delanteros apretó Marcelino a Batshuayi y Gameiro, además de insistir en que está satisfecho con la plantilla y, si no hay más salidas (la de Murillo no va a ser cubierta) el cupo de fichajes quedará desierto. Al técnico nunca le gustó el mercado de invierno porque considera que los futbolistas tardan en arrancar -salvo alguna excepción- demasiado. «El Valencia tiene una exigencia y no queremos una mentalidad de venir a pasar partidos. Queremos jugadores ambiciosos. Ellos son conscientes de que su rendimiento tiene que mejorar y a partir de ahí, me siento responsable de no haber sacado el máximo rendimiento», sentenció.

Para el partido que abre el año del centenario en el Valencia cuenta Marcelino con las bajas por lesión de Kondogbia, Coquelin y Guedes más las ausencias por sanción de Carlos Soler y Gayà. Palabras mayores porque son varios de los futbolistas más relevantes de la plantilla. «Nos han sucedido adversidades durante toda la temporada», afirmó el entrenador. De hecho, la plaga de lesiones se extiende al filial, donde el central Javi Jiménez va a pasar cinco semanas de baja tras someterse a artroscopia en su rodilla para realizar una revisión de la intervención del ligamento cruzado anterior realizada en octubre de 2017.

Pocas vueltas le puede dar Marcelino al once con tantas bajas. Paulista se recuperó a tiempo yse disputa un puesto con Diakhaby mientras el resto de la zaga está clara: Piccini, Garay y Lato. En las bandas jugarán Ferran Torres y Cheryshev con Wass acompañando a Parejo en el centro del campo. Arriba, Rodrigo y Santi Mina con la idea de empezar 2019 como pensó Marcelino durante su comparecencia: «La situación que me pongo es optimizar el rendimiento. Año nuevo, vida nueva. A meter goles».

En el Alavés también sufre Abelardo bajas importantes: Marín, Ely, Duarte o Wakaso más el alicantino Antonio Sivera. El exportero del Valencia sufrió una infección de garganta que derivó en una gastroenteritis y fue necesario ingresarle en el hospital. Sivera está estable pero no podrá ayudar a sus compañeros a seguir engordando las cifras del Alavés, ahora quinto con 28 puntos.

La sinceridad de Rodrigo al acabar el partido desnudó al Valencia. «Hemos tenido falta de atención en dos jugadas a balón parado». Cuando marchas como alma en pena, cuando la Liga de Campeones se escapa, cuando el futuro se ennegrece, que los futbolistas se despisten en momentos cruciales del encuentro es para que tenga consecuencias. Marcelino también lo reflejó: «Sabíamos que su balón parado era uno de los puntos clave». ¿Para qué sirven los entrenamientos? ¿Para qué sirven las charlas en el vestuario? ¿Para que sirve anunciar en voz alta cuáles son los peligros del Alavés? Está visto que para nada. Déjense de ronditos y de risitas en Paterna. Trabajo y atención. Las excusas se han acabado ya. Para los jugadores y para el entrenador. Hay demasiado en juego. El Valencia expuso desidia e incapacidad. Y si un equipo como el blanquinegro no dispone de argumentos para ganar al Alavés es para preocuparse. El triunfo en el último minuto frente al Huesca no fue más que un espejismo. La celebración del gol de Piccini sólo fue un momento icónico. Hay que recordar que el equipo oscense es el colista. Pero este Valencia está falto de carácter. Carece de un líder. Sólo Gayà parece que tiene amor propio. Y ayer no estaba. Hace falta uno o dos jugadores que levanten la voz, que sepan guiar a los compañeros. Se añora un Albelda. Pero el de la Pobla Llarga no está y a este Valencia ni se le espera. El futuro se nubla. Para Marcelino también.

Las numerosas ausencias -Gayà, Carlos Soler, Guedes, Kondogbia y Coquelin- llevaron al entrenador a cambiar el sistema. De su hasta ahora inamovible 4-4-2 al 3-5-2. Era una manera de resguardarse en defensa con tres centrales y también para dejar claro el escaso predicamente que Marcelino tiene en Ferran Torres. Prefirió variar el dibujo a darle la banda al único futbolista específico para ese puesto. No quiere que se marche en el mercado de invierno, pero motivos para que se largue sí le da. Y el partido se puso de cara para luego poder atrincherarse atrás y dejar volar la imaginación en ataque con Rodrigo y Mina. En el minuto 13 Parejo se enfundaba el esmoquin para marcar un golazo de falta al borde del área. La jugada había sido de Cheryshev, que en el novedoso esquema jugaba por el interior. El ruso y Wass, que escoltaban al capitán.

Pero en el primer balón aéreo que sobrevoló la zona de peligro valencianista los jugadores debían de estar pensando en la cabalgata de Reyes. Neto no se atrevió a salir con convicción y Diakhaby se mostró más blandito que un flan. Borja Bastón, que sí estaba atento, remachó a la red. En un ejercicio de confianza, muchos pensaron que serviría de toque de atención para futuras jugadas a balón parado. Pero acabaron siendo unos ilusos. Porque en la siguiente acción que el Alavés mandó a los dominios de Neto llegó el segundo tanto y definitivo. Primero dio el balón en el larguero, luego el guardameta brasileño sacó el primer envite y ya en el segundo Tomás Pina se mostró efectivo. Hasta tres acciones tuvo el Alavés mientras los valencianistas seguían las jugadas con la mirada. Eso sí, esta acción definitiva llegó en el minuto 47, cuando el árbitro había dado sólo un minuto de prolongación. La justicia debía haber impedido el gol vitoriano.

Un momento antes del tanto la tuvo Rodrigo, pero el internacional está negado. Fue una jugada bonita, la más elaborada del Valencia en todo el partido, con un pase mágico de Parejo a Santi Mina y este se inventó un lanzamiento al hueco para que Rodrigo pudiera superar a Pacheco. No lo hizo e instantes después se produjo la remontada alavesiste. Marcelino se quejó al final del choque de que el estado del césped -había placas de hielo- les perjudicó. Pero cuando el Valencia se pone a jugar, como en la ocasión del delantero, sabe y puede. Falta querer. Y querer siempre.

Llegó el descanso y el momento de analizar los errores, de advertir de que hay que estar metido en los partidos, insistir en que hay muchos aficionados detrás sufriendo, reiterar que hay que disputar la próxima Liga de Campeones para que la economía blanquinegra no lo acuse tanto que haya que vender a medio equipo. Pero no se sabe qué pasó ahí dentro porque en el primer minuto de la reanudación, balón aéreo al área y Laguardia casi marca de cabeza. Menos mal que Neto lo atajó. ¿En qué pensaban?

A partir de ese momento el dominio fue casi absoluto de color blanco y negro. Pero el juego del Valencia es insulso. Pases y más pases, pero sin profundidad, sin sentido. Un fútbol plano, que podría realizar cualquier equipo de la parte baja de la tabla, pero no este grupo. Debe ofrecer más cosas. Marcelino optó por sacar a Ferran Torres al terreno de juego. Se intuía cambio de sistema para que el de Foios explotara su velocidad y descaro por la banda. Pues no. Mantuvo el tridente en el centro del campo y el canterano jugó por dentro. Lo intentó en alguna ocasión pero se le notaba fuera de sitio y rápidamente se mimetizó con el descontrol de sus compañeros. En el minuto 65 Rodrigo la volvió a tener, en esta ocasión en un remate de cabeza que salió alto, y luego fue Santi Mina quien chutó alto. El técnico sacó a Batshuayi en su segundo y último cambio -prescindió de darle la oportunidad a Kang In, pese a ser un jugador diferente, que en alguna pillería puede cambiar el presente del partido- y el belga sólo dispuso de una ocasión cuando moría el choque. Se plantó solo ante Pacheco, pero el defensa fue más rápido y cuando el delantero quiso rematar, acabó pegándole al césped. Fue el resumen perfecto de un partido que deja muy tocado al Valencia, con un técnico desnortado y con unos jugadores que se han ido haciendo pequeñitos. Peligro.