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Damià Vidagany: «Lim se irá sin entender qué es el Valencia»

Damià Vidagany: «Lim se irá sin entender qué es el Valencia»

El ahora empresario analiza sus nueve años en Mestalla y su nuevo trabajo como socio de Villa: «Quisimos un club rico, pero salió mal»

CAYETANO ROS

Viernes, 18 de septiembre 2020, 00:00

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- ¿El día que abandonó el Valencia pensó lo mismo que Quique Flores: 'pierdo un cargo, gano una vida'?

- Fue triste. Si eres valencianista y trabajas en el Valencia, ya no hay distancia entre la vida personal y la profesional. Eso es un error enorme. Lo más importante es la familia. Le doy las gracias por ello (a Anil Murthy), digamos que me cortó un brazo, pero me hizo liberarme. Ahora trabajo con gente 'top', amigos personales que son buenas personas. Tengo nostalgia de lo que se siente al trabajar en el Valencia, pero aún me da más pena no haber vivido con plenitud la infancia de mis hijos junto a mi mujer...

- Fue una de las primeras víctimas de Anil Murthy. ¿Por qué lo despidió?

- Creo que fue su primera decisión como presidente. Él fue nombrado presidente el 1 de julio de 2017 y me despidió el 3 por la mañana. Fue una decisión honesta porque no tuvimos ningún 'feeling' profesional. Me dijo que yo era una persona válida pero muy expansiva y él quería mandar en el club. Según él, yo me preocupaba mucho de la afición y de los medios de comunicación, y él quería dar un giro más de cara al propietario. Condeno todas las amenazas que pueda sufrir, tiene familia e hijos: llevar un guardaespaldas con pistola es muy desagradable. La responsabilidad de tener a Anil Murthy no es suya, sino del propietario. No es coherente dejar como una avanzadilla colonizadora a unos dirigentes sin experiencia en el sector y no darles soluciones ni sustentar al club. No me gusta que haya críticas a empleados, a gentes como Alex (Navarro) o Voro, que están trabajando en el club sin capacidad de maniobra. Es un club muy jerárquico: la grandes decisiones las toma Peter Lim.

- Pero Anil es muy intervencionista (a Carlos Soler le ha vetado el dorsal 10 por razones comerciales).

- Creo que Anil sabe que a su predecesora, Lay-Hoon Chan, la llevó a su salida no su gestión, que económica y socialmente era aceptable (la deportiva la hacía Lim), sino su permeabilidad al entorno y su espíritu conciliador: Lay-Hoon pidió disculpas públicas y eso es una afrenta para el propietario. Lim no quiere un presidente que haga lo que le pide la grada, ni aunque la grada tenga razón. Es más importante para ellos la jerarquía que el sentido común. En el mundo asiático la jerarquía está sublimada. A mí, los ejecutivos que me han enseñado son los que tomaban decisiones rápidas en situaciones complejas, no los que esperaban que el jefe decidiera.

- ¿Llegó a creerse a Peter Lim?

- Sí, quise creer en él. Yo vendía comercialmente el Valencia y estábamos estancados sin estadio nuevo. Como toda la gente que apoyó, fuimos cándidos y esperábamos salir de una situación de incertidumbre económica: hubo un momento en la calle, en los medios, en la Fundación y en el club que teníamos la impresión de que Peter Lim venía a cambiar la historia del Valencia, aportando una solidez económica que no teníamos. Evidentemente nos equivocamos. El Valencia está donde estaba, o peor.

- No ha evolucionado.

- No, continúa siendo un club estructuralmente deficitario que sufre mucho cuando no entra en Europa. Y en el que, si gasta más de lo que ingresa, se hace un agujero económico en dos años, que es lo que ha ocurrido.

- ¿Hacia dónde va el Valencia con todo en contra: la afición, los medios, las peñas...?

- Respecto al primer Peter Lim con Salvo y con Rufete, incluso al de Lay Hoon, el Valencia ha involucionado y ha cortado los puentes con la sociedad valenciana. Es como si, al no entender el valencianismo, hubieran llegado a la conclusión de que no les hace falta el valencianismo. Como si el Valencia y el valencianismo fueran independientes. Cuando, en realidad, el Valencia sin el valencianismo no tiene sentido.

- ¿Dónde quieren llegar?, ¿está el club en liquidación?

- No, liquidarlo, no; Lim quiere que los gastos bajen al nivel de los ingresos. El problema es que estamos en cuesta abajo sin frenos en los ingresos de los clubes: los 'sponsors' en retirada, las casas de apuestas en retirada, el 'ticketing' no existe, los derechos de televisión están bajando y el Valencia, sin Europa, tiene unos ingresos estructurales de 95 millones. Y para pasar de 170 a 95 hay que hacer un esfuerzo salvaje. Ellos quieren tener el club saneado para que cualquier posible comprador vea que no le toca poner 30 millones de euros cada año. Esa es una medida que también tomó Tuzón o Manolo Llorente en su día. El problema son las expectativas: la decisión de vender el club a un extranjero de Lista Forbes partía de la base de que nos iba a dar un salto de calidad hasta que el club generara más ingresos, por sí mismo, gracias al nuevo estadio. Estamos en una austeridad económica como hace 10 años con una salvedad: entonces había una estabilidad y gestión deportiva que te permitía traer a Aduriz, Jonas y Soldado. Queríamos ser un club rico, pero ha salido mal.

- ¿Por qué tuvo una relación especial con Lay-Hoon?

- He tenido una relación buena con todos los presidentes: Vicente Soriano, Manolo Llorente, Amadeo Salvo y Lay Hoon. Todos han sufrido y trabajado duro, unos con más éxito y otros con menos. Pero Lay Hoon es una persona asiática que intentó entender el valencianismo sin cámaras de por medio. Un día 'faltó' en Mestalla un aficionado de Gestalgar de un ataque al corazón y, cuando Lay Hoon se enteró, me dijo que cogiéramos el coche y nos fuéramos al entierro a Gestalgar. Sin cámaras. Ella quería entender lo que significaban los pueblos y el Valencia. Quería entender el valencianismo, cosa que con Peter no podías ver porque era un misterio. Lay Hoon también hizo un gran esfuerzo por ayudar a Elvira Roda, la nieta de uno de los fundadores del club que sufre una enfermedad de sensibilidad química. Y no quería publicidad de estas cosas.

- ¿Conoció de cerca a Lim?

- Poco más que usted, cuando fuimos al viaje a Singapur. En alguna cena, en su cumpleaños en Valencia, pero conversaciones banales. Él tiene un círculo muy reducido de gente e incluso a Amadeo Salvo o a Mateu Alemany les costó entrar. Es como si quisiera mantener una distancia emocional sobre el club, reforzando la idea de que es más una inversión que una parte sentimental.

- ¿Cómo fue el acuerdo con UN Women?

- El Valencia fue el primer club embajador de la igualdad de género en 2014 cuando era una causa tan justa como hoy, pero no tan mediática. En el 2013 acudimos a Nueva York a un torneo y en el Empire State me encontré a Jose Carlos Ferrer, un valenciano, cuñado de Guaita (el portero), y que trabajaba como ejecutivo de UN Women. ¿Por qué no podía amparar el Valencia esta igualdad de género?

- Ese acuerdo internacional lo liquidó Anil Murthy nada más entrar. Y también ha dejado caer al equipo femenino.

- Salvo fue el primero en potenciar el femenino y la gente del club lo impulsó con Lay Hoon, pero ha perdido gas.

- ¿Lim quiere acabar el estadio?

- No tiene intención, si no es obligado a ello. Nosotros hicimos varios planes de negocio, primero con Llorente y después con Salvo, y después Lay Hoon sí quería darle salida al estadio, pero sin el apoyo filosófico de Lim: su idea era que él necesitaba un buen equipo de fútbol y que el estadio vendría cuando tuviera que venir. Para mí, es más importante acabar el estadio que ganar un título para el Valencia.

- ¿Cómo?

- Acabar el estadio hubiese sido dar un salto de calidad: por ingresar más dinero y, segundo, por el orgullo en el valencianismo de haber terminado ese estadio, una losa que pesa sobre los valencianos. Hemos fracasado como sociedad en algo tan icónico.

- ¿Piensa, como los de Espíritu del 86, que el Valencia ahora vale cero euros si saliera a la venta?

- El club vale lo que Peter Lim esté dispuesto a aceptar para vender. Ni podemos decir que vale cero euros ni tampoco que Lim va a recuperar la inversión. Cuando tienes un activo en el mercado, debes escuchar las ofertas y el mercado te da la información de lo que vale. Pero sí creo que comprar el Valencia no es ningún chollo para un inversor. Al Valencia le va a costar algunos años para equilibrar el club y acabar el estadio. Si no se desenreda el lío del estadio nuevo y el viejo, no se puede avanzar. Cuando el club presentó el 'eslogan' del Centenario, 'Nuevo Club, nueva era', yo pensé: 'Aquí solo hay una era nueva en dos supuestos: acabar el estadio o ganar la Champions'. Todo lo demás ya lo ha hecho el Valencia en 99 años de gestores valencianos, que es otra de las etiquetas que me mata: '¡Los valencianos han hundido el club!'. No, algunos lo han hundido.

- ¿Quién?

- Juan Soler, y me da pena personal, porque se ha arruinado y ha sufrido mucho, pero sus cuatro años, ayudado por el intervencionismo de algunos políticos, provocaron que el Valencia fuera una prolongación de la economía valenciana, basada en un cuento de la lechera inmobiliaria. Desde aquel momento, el Valencia está en la UCI, respiró un poquito con la venta, pero estamos otra vez en la UCI. Los demás han fallado en la difícil misión de sacarlo de la precariedad, pero ahí se metió por la gestión entre 2004 y 2008. Y eso que dejó, es verdad, una gran plantilla, pero con un agujero irremontable.

- ¿Qué papel jugó usted en la venta del club?

- No conocí a nadie de Meriton hasta el día que llegaron a las oficinas. Percibí un entusiasmo hacia Peter Lim, real, por parte de Amadeo (Salvo) y de la gente que trataba con Lim, y ese entusiasmo nos impregnó a los trabajadores. Eso erosionó la relación personal con algunos que se opusieron y que han tenido razón. Pero igualmente habrían podido no tenerla, si Lim hubiera cumplido los compromisos que firmó. Aquí el responsable de sus actos es el máximo accionista. Lo otro me parece más revanchismo.

- Más que compromisos, son intenciones.

- No soy abogado, está claro que si legalmente estuviera más ligado, Lim lo habría tenido que hacer. Pero desde el punto de vista moral o ético, no hay ninguna duda: se comprometió a hacerlo. Y cualquier otra persona miraría a tierra cuando le dijeran: '¡Usted no ha acabado el estadio!'. Porque fue un compromiso público por su parte, por parte de Lay Hoon y de Kim. El compromiso está incumplido. Todos lo sabemos, incluso ellos.

- ¿Cómo fue trabajar con Mateu Alemany?

- Solo trabajé unos meses, pero me parece el mejor dirigente deportivo del fútbol español, además de una persona íntegra y con valores. Su salida es el error más garrafal de los últimos 25 años. Esa decisión ha hecho retroceder al club cinco años y ha carbonizado a Lim.

- ¿El mejor presidente con el que ha colaborado?

- No quiero faltarle el respeto a nadie. Fíjese que se llevan a matar, pero saldría una magnífica mezcla de la energía, capacidad de convicción y discurso de Amadeo Salvo con la prudencia de Manolo Llorente. Un club debe vivir en esa fina línea, ilusión y realidad. Pero el mejor presidente ha sido Jaime Ortí.

- No es popular elogiar ahora a Salvo.

- Lim salió cruz, es cierto, pero Salvo tenía madera de gran presidente. Su trato a los empleados fue inmejorable. Amadeo a tu lado es muy motivador y seductor, lidera; como enemigo es muy difícil. Y Llorente, también impopular para algunos, hizo muchas cosas buenas para el Valencia. Fue clave en el Valencia de las Ligas y finales de Champions. Fue mucho mejor gestor que presidente, porque para ser presidente necesitas una empatía y capacidad de seducción social. Porque un presidente cuando lo es, ha de asumir que se casa con el valencianismo no sólo con la parte empresa. Eso lo hizo Ortí mejor que nadie.

- ¿Era evitable la ampliación de capital de Llorente, causa final de la venta del club?

- Tras el bloqueo del concurso, que era la otra alternativa, por parte de Bankia y la GVA, era irremediable. Debería haberse hecho bien para evitar la denuncia del accionista Andrés Sanchis. Tal vez se le debería haber dado algo de cariño a Sanchis para evitar esa demanda que provoca la denuncia por asistencia financiera y el hecho que el Valencia no pudiera traspasar el dinero a la Fundación y, por lo tanto, no pudiera devolver el dinero al banco. Es parecido a lo ocurrido con éxito en el Levante, con un entorno pacificado y sin denuncia. La vida social es tan importante como las cuentas.

-¿Qué piensa de los otros clubes vecinos?

- Vivimos en la edad de oro del fútbol valenciano. El Villarreal y el Levante cada día nos enseñan que aquí hay gente brillante gestionando. Son buenos gestores y además sienten y entienden a sus aficiones como Quico Catalán y los Roig. ¿Por qué entre millones de valencianistas no puede haber grandes gestores? ¿Por qué tiene que venir todos de Singapur? No es chauvinismo, Alemany es mallorquín y entendió al club como otros valencianos que lo hicieron grandes. Para tener un gran Valencia sus dirigentes deben saberlo llevar, entenderlo y respetarlo.

- ¿Quién engaña a Vicente Soriano (que aseguró tener vendido el viejo Mestalla)?

- Soriano me fichó a mí para el Valencia. Y no sé quién lo engaña, pero él tenía un convencimiento total de haber vendido las parcelas. Pululaba a su alrededor, a través de Miguel Zorío, la figura de Urdangarín, que era en aquel momento 'top level'. Le salió mal la jugada y lo lamento. Y faltó un poco de prudencia por si las cosas no salían bien. Vicent fue víctima de querer cumplir lo que había dicho e ir más y más adelante. Es muy buena persona, sufro por él.

- Hasta convertirse hoy en uno de los mayores morosos de València.

- No sólo él. La caída del imperio inmobiliario se llevó por delante a muchos empresarios y agentes económicos muy poderosos en aquel momento. El Valencia se convirtió en una prolongación de ese pinchazo de la burbuja inmobiliaria y hasta hoy. Las consecuencias siguen latentes.

- ¿De qué se arrepiente más de esos 9 años en el club?

- Nos equivocamos con el límite de la edad de la Curva Nord. La gente problemática eran un número mínimo y cogieron fuerza por ese error conceptual. La edad nunca es un problema. Siempre seré defensor de los estadios sin violentos ni radicalismos. Si proliferan, los niños y familias dejarán de ir, como pasa en algunos países. Era más simple haber analizado, con hechos, caso por caso y, si de verdad se lo merecían, haberlos expulsado.

- ¿Cómo fue su experiencia como director comercial?

- Tuve suerte porque el Valencia estaba sin 'sponsor' y firmamos a Jinko Solar, una compañía china de placas solares, por tres temporadas, que pagó 3,5 por año. La cubierta del nuevo estadio iba a estar llena de estas placas solares. Y en la segunda vuelta, cuando volví a entrar con Lay Hoon, tampoco había patrocinador y encontramos a Blu, que pagó siete millones en dos temporadas.

- ¿Cómo atrajo el interés de esta empresa estadounidense de móviles?

- Su dueño es un millonario loco por el fútbol. Blu factura 1.000 millones de dólares anuales en Sudamérica: son 'smartphones' baratos. La legislación en España les obligaba a vender por encima del precio de los teléfonos móviles chinos. Comenzaron la casa por el tejado: dar a conocer su marca y después empezar a vender los móviles, pero, cuando lo intentaron, se dieron cuenta de que no tenían nicho de mercado. Aun así, respetaron el acuerdo.

- ¿Qué relación tiene con David Villa?

- Es mi amigo, mi socio y una persona admirable porque nunca vi a un futbolista tan grande con tanta humildad y capacidad de superación. Junto a mi mejor amigo, Víctor Oñate, y mi ídolo, Villa, formamos el grupo empresarial Dv7 Group: tenemos 10 escuelas de fútbol por todo el mundo, una agencia de representación de futbolistas, un Club en Queens (NY) y una agencia de 'marketing', representación y comunicación que ofrece servicio a deportistas y a clubes. Trabajar cada día con gente que te enseña y tiene valores es un sueño.

- ¿Unai Emery es uno de sus clientes?

- Sí, a Emery le asesoramos en la comunicación y en la imagen. También tenemos a Baraja, Rodrigo Moreno, Gabriel Paulista... El vídeo de despedida de Rodrigo del Valencia condensaba lo que es Rodrigo: él tiene esos valores. Intentamos que su personalidad sea captada por los fans con fidelidad a través de las redes y su comportamiento.

- ¿En qué momento está el fútbol español?

- Es un producto de lujo que muchas veces no sabemos apreciar. Nuestro fútbol es un millón de veces mejor que nuestro cine y, sin embargo, da la sensación que lo vendemos regular. La Liga pre-Tebas y la post-Tebas son dos universos. Tebas ha logrado que sea una mini-Nba, vender los derechos audiovisuales internacionales, multiplicar los ingresos, organizar los estadios, mejorar el césped de los campos, favorecer la salud económico a través del control financiero promovido por Javier Gómez (el mejor ejecutivo no futbolístico que he conocido)... En el Valencia no lo percibimos tanto, pero sí en el Levante y en el Villarreal. A Tebas le pasa factura reputacional su decisión de cobrar a las radios y no tenerlas en valor. Los medios locales son un gran enjambre de opinión e información que, todos ellos sumados, superan a los grandes medios nacionales. Hay que considerarlos, darles su lugar.

- ¿Ese saneamiento económico ha traído un cierto conformismo de los clubes en cuanto a entrenadores y jugadores?

- Sí, porque la permanencia, que siempre ha sido importante, ahora es capital. El que sube a Primera se agarra como Kate Winslet a la tabla del Titánic. Y la fuga de entrenadores también ha venido porque para los clubes era más cómodo tener a técnicos que comulgaran con la filosofía de los dirigentes, digamos más cómodos. Me pregunto si ahora sería posible que vinieran a la Liga un Suker, un Mijatovic o un Penev. Nadie quiere arriesgar. Los entrenadores pesan en las decisiones y conocen poco el mercado internacional.

- ¿Qué pasó con Alphonso Davis?

- Un club español nos pidió que lo trajéramos. Ese club ofreció una buena cantidad, pero el Bayern triplicó la oferta, arriesgó más. La MLS es un mercado lleno de talento. Los jovenes 'top' de Sudamérica van allí ahora.

- Solo queda un gran director deportivo: Monchi.

- Que es el mejor del mundo. Su trayectoria en la Roma, es la excepción que confirma la regla. Es un superdotado que hizo un gran Sevilla. Se fue, el Sevilla entró en crisis y, al volver, lo ha llevado todavía más arriba. Monchi es la suma del talento a la que añades estabilidad y autoridad ejecutiva.

- ¿Y quién ha sido el mejor director deportivo del Valencia?

- Para ver el fútbol, Javier Subirats. Rufete le dio una identidad fuerte. Y Braulio Vázquez es muy listo y hábil. Detrás de ellos ha habido profesionales que les ayudaban mucho. Ayala era un fenómeno también.

- ¿De los entrenadores con los que coincidió (sin contar a Emery)?

- Unai es el mejor que he conocido, un superdotado del trabajo y resiliente como nadie, pero como dice usted que soy subjetivo, también le diré que me encantaba Ernesto Valverde: congelaba el infierno. Le daba estabilidad al club. La noche de Sevilla, cuando perdimos y dimitió antes del partido, estuvimos charlando hasta las tres de la madrugada con él y Voro. 'Perderte a ti es peor que perder la Champions', le dije. Y Nuno, pese a ser tan denostado, es un buen entrenador, como está demostrando en el Wolverhampton.

- ¿Sigue sintiéndose periodista?

- Ya cumplí ese sueño. De pequeño era muy 'parlaor' y sigo siéndolo. Bueno, primero soñé ser jugador de baloncesto, soy muy aficionado del Basket Llíria, aunque no tuve talento para jugarlo. Me la botaba en el pie, pero tenía entusiasmo para jugarme todos los tiros. Nacho Rodilla y yo siempre bromeamos sobre eso.

- ¿Le quema tener una noticia y no darla?

- No, vale más la discreción en mi trabajo. Esa pasión por la noticia la he perdido. El valor en mi empresa es guardar el secreto. Intento ser didáctico en mis colaboraciones en medios de comunicación. Eso sí, me gusta transmitir la humanidad que hay en el fútbol y no se percibe: la debilidad de los presidentes, el sufrimientos de los jugadores o de los técnicos... Y también hay mucho ego: un entrenador lidia con los egos de los jugadores; un director deportivo con el del entrenador; un presidente con los de los jugadores, técnicos y director deportivo... e incluso con el ego de los periodistas o los aficionados. Lo más difícil de gestionar son los egos.

- ¿Y qué tiene de especial el Valencia?

- Tiene potencial para ser uno de los 10 mejores de Europa: por demografía, por pasión, por cantera, que produce jugadores a veces a pesar de las decisiones de los propios dirigentes... El Valencia es un cañón que debería aprovechar ese viento en las velas. Es lo que le falta a Lim. Que cuando el otro día marcó Manu Vallejo dos goles al Levante, entendiera que ese estallido es más fuerte que el propio Lim. Pero no lo entiende. Él se irá del club, porque el futuro está escrito y él se irá, no sé cuándo, sin haberlo entendido. Ese es el gran drama del valencianismo: que su propietario no entiende que el Valencia es pasión pura. Es sentimiento.

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